Se trata de un informe que califica como “crítica” la situación. Su texto, difundido por el “New York times” advierte sobre dos riesgos: agravamiento de la guerra civil y, al estilo de la ex Yugoslavia, “limpieza étnica”. En este caso, ejercida por los shí’íes contra los sunníes, con los kurdos mirando desde fuera.
Técnicamente, es una nueva edición del “barómetro de la guerra civil” (sic), hecha por los principales comandantes norteamericanos en Irak. Como lo sugiere la filtración, en vísperas de comicios donde peligra el control republicano del congreso, los militares ya no creen en el gobierno y harán lo imposible para acabar, por lo menos, con Rumsfeld.
El “barómetro” es una línea horizontal que va desde “normalidad” a la izquierda hasta “caos” a la derecha. Entre ambos extremos, hay tres grados y, en esta oportunidad, el informe marca el más cercano al caos, o sea “riesgo crítico”. El texto señala, entre otras cosas, que “en las áreas urbanas se realizan ya operaciones de limpieza étnica, para consolidar el control de la facción más fuerte -la shi’ita, casi siempre- y esto tiende a expandirse geográficamente”.
Por supuesto, Bush apoyó a Cheney (ideólogo de la guerra) y Rumsfeld, un secretario de defensa que ya no puede presentarse ante tropas, porque lo silban. El informe –que no menciona a esos dos funcionarios- ha caído como otro balde de agua fría sobre los legisladores oficialistas. Ante la creciente violencia callejera en las ciudades mesopotámicas –salvo las controladas por los kurdos en el noreste-, “gobierno, policía y fuerzas armadas iraquíes son impotentes”, sostienen los militares.
Esta entrega del “barómetro” data del 18 de octubre. Para evaluar la situación en campo, se emplean diversas variables, entre ellas la retórica de dirigentes políticos y religiosos, el peso de los moderados, las muertes y los choques espontáneos entre grupos civiles armados. Naturalmente, Bush denunció la filtración como “una amenaza a la seguridad nacional” y dispuso investigar cómo llegó el informe a un medio tan hostil como el diario neoyorquino.
Pero la grave situación también preocupa a los altos mandos británicos. Según el “Independent”, Bagdad está virtualmente sitiada por sunníes, en tanto los shi’itas controlan accesos a varias ciudades del centro y el sur. Una comunicación reservada, entre el primer ministro Antony Blair y el presidente sirio, Bashir as-Assad, confirma ese cuadro. De paso, deja sin sustento a una espectacular “denuncia de campaña” hecha por Bush, según la cual Damasco y Tehrán fomentan un golpe de Hezbollá en Líbano.
Se trata de un informe que califica como “crítica” la situación. Su texto, difundido por el “New York times” advierte sobre dos riesgos: agravamiento de la guerra civil y, al estilo de la ex Yugoslavia, “limpieza étnica”. En este caso, ejercida por los shí’íes contra los sunníes, con los kurdos mirando desde fuera.
Técnicamente, es una nueva edición del “barómetro de la guerra civil” (sic), hecha por los principales comandantes norteamericanos en Irak. Como lo sugiere la filtración, en vísperas de comicios donde peligra el control republicano del congreso, los militares ya no creen en el gobierno y harán lo imposible para acabar, por lo menos, con Rumsfeld.
El “barómetro” es una línea horizontal que va desde “normalidad” a la izquierda hasta “caos” a la derecha. Entre ambos extremos, hay tres grados y, en esta oportunidad, el informe marca el más cercano al caos, o sea “riesgo crítico”. El texto señala, entre otras cosas, que “en las áreas urbanas se realizan ya operaciones de limpieza étnica, para consolidar el control de la facción más fuerte -la shi’ita, casi siempre- y esto tiende a expandirse geográficamente”.
Por supuesto, Bush apoyó a Cheney (ideólogo de la guerra) y Rumsfeld, un secretario de defensa que ya no puede presentarse ante tropas, porque lo silban. El informe –que no menciona a esos dos funcionarios- ha caído como otro balde de agua fría sobre los legisladores oficialistas. Ante la creciente violencia callejera en las ciudades mesopotámicas –salvo las controladas por los kurdos en el noreste-, “gobierno, policía y fuerzas armadas iraquíes son impotentes”, sostienen los militares.
Esta entrega del “barómetro” data del 18 de octubre. Para evaluar la situación en campo, se emplean diversas variables, entre ellas la retórica de dirigentes políticos y religiosos, el peso de los moderados, las muertes y los choques espontáneos entre grupos civiles armados. Naturalmente, Bush denunció la filtración como “una amenaza a la seguridad nacional” y dispuso investigar cómo llegó el informe a un medio tan hostil como el diario neoyorquino.
Pero la grave situación también preocupa a los altos mandos británicos. Según el “Independent”, Bagdad está virtualmente sitiada por sunníes, en tanto los shi’itas controlan accesos a varias ciudades del centro y el sur. Una comunicación reservada, entre el primer ministro Antony Blair y el presidente sirio, Bashir as-Assad, confirma ese cuadro. De paso, deja sin sustento a una espectacular “denuncia de campaña” hecha por Bush, según la cual Damasco y Tehrán fomentan un golpe de Hezbollá en Líbano.