Inflación mundial, de dónde viene y cómo hacerle frente

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Este último año la subida de los precios se ha ido acelerando.

En España, por ejemplo, en marzo de 2021, la inflación interanual (respecto a marzo de 2020) fue del 1,3 %; en junio de 2021 de un 2,7 % con respecto a junio de 2020; en septiembre, de un 4 %; en diciembre, de 6,5 %.
Por Jorge Turmo Arnal y Ángel Rodríguez García-Brazales (*)

En en marzo de 2022, alcanzó un 9,8 % para desacelerar un poco en abril, hasta el 8,3 %. Lo mismo está ocurriendo en otros países: la inflación interanual en Estados Unidos en abril de 2022 fue del 8,3% y, en la Eurozona, la media de inflación en marzo fue del 7,5 %. Por tanto, la inflación es un problema general que está afectando a las economías desarrolladas.

Por qué suben los precios

En general, lo que ocurre es que la oferta de algunos bienes y servicios se ha reducido mientras que la demanda no ha cambiado, por lo que sus precios suben. Por un lado, los confinamientos en China han reducido el ritmo de producción de bienes que, además, tardan más en llegar a los mercados por dificultades en el transporte marítimo. Las huelgas del transporte, en los países en los que se han dado, han reducido todavía más la oferta y provocado incrementos de precios.

Por otro lado, la invasión rusa a Ucrania y las sanciones de los países occidentales han reducido el suministro de petróleo y gas y, por eso, la producción de bienes que utilizan petróleo y gas se ha encarecido, lo que se refleja en los precios que pagan los consumidores.

Para analizar los efectos de la inflación, y determinar cómo paliarlos, hay que distinguir el comportamiento de precio de los bienes que conforman la cesta de la compra. Los precios de los alimentos no procesados y los combustibles cambian mucho, son muy volátiles, y acontecimientos externos como las guerras disparan los precios por los problemas de suministro.

En España, en abril de 2022, lo que más subió de precio fueron alimentos y bebidas (10,1 %) y transporte (12,8 %). En cambio, la tasa fue del 4,4 % en aquellos bienes y servicios cuyos precios cambian menos y que se miden con la inflación subyacente (por ejemplo, los precios subieron un 2,9 % en ocio y cultura).

La inflación que viene de fuera

Parte de la inflación española es importada y muy volátil: aumentan los precios del petróleo y el gas que se compra fuera y, por tanto, los de los productos que se producen y se consumen en España. Los países integrados dentro de la Eurozona no pueden actuar directamente contra la inflación importada pero las previsiones del Banco Central Europeo indican que se irá reduciendo, hasta llegar al 1,9 % en 2024, por lo que su efecto debería reducirse.

Si el precio del petróleo llegase a los 110 dólares por barril y después se mantuviese en ese nivel, habría una aceleración inicial de la tasa de inflación, pero después no habría inflación motivada por el precio del petróleo. Si bajase el precio, podría haber un descenso generalizado de los precios de bienes y servicios (inflación negativa o deflación).

Algo similar se aplica a las subidas de precios provocadas por las dificultades en los suministros. Si se mantienen las dificultades la inflación seguirá siendo alta pero si se reducen, o desaparecen, bajará sensiblemente. En este punto, lo más difícil es prever la duración de la invasión rusa a Ucrania y sus consecuencias sobre los precios.

Además, se necesita una estimación del tiempo que durará la inflación. Si es poco puede que no sea necesario intervenir. En caso contrario, es imprescindible la intervención. El Banco Central Europeo prevé que la inflación subyacente sea del 2,6 % a finales de este año y del 1,8 % a finales de 2023, mientras que se espera que la inflación general en la Eurozona esté en torno al 5 % a finales de 2022.

Lo que se puede hacer para reducir la inflación

Para reducir la inflación los bancos centrales pueden incrementar los tipos de interés. Al hacerlo, a las empresas les sale más caro pedir prestado para comprar máquinas e instalaciones y a los consumidores las hipotecas o el préstamo para un coche. Eso reduce la demanda en general y, de esa manera, se reequilibran la oferta y la demanda. A cambio, la actividad económica y el crecimiento económico se ralentizan. Esta decisión, que ya está en marcha en Europa, corresponde al BCE. Ni el Banco de España ni el Gobierno español tienen competencias en esta materia.

Hay un fenómeno contra el que el Banco Central Europeo no puede hacer nada: las subidas de precios hacen que los salarios pierdan poder adquisitivo. Para compensar esa pérdida, los trabajadores reclaman subidas de salarios en la negociación de los convenios colectivos. Dado que los salarios son una parte muy importante de los costes de producción, al subir también lo hacen los costes y, nuevamente, los precios de los bienes. Se entra así en una espiral de subida de precios y salarios.

La única manera de controlarla es alcanzar un pacto de rentas, por el que todos los agentes económicos estén dispuestos a perder algo: los trabajadores algo de salarios y las empresas algo de beneficios. A cambio, los precios se moderan.

Pero este mecanismo es voluntario y depende de que los agentes sociales más representativos lleguen a acuerdos entre ellos. Si no es así, la inflación puede seguir siendo alta durante bastante tiempo porque las subidas de precios llevan a subidas de salarios y estas a nuevas subidas de precios.

(*) Jorge Turmo Arnal es Profesor del departamento de Análisis Económico., Universidad Autónoma de Madrid; y Ángel Rodríguez García-Brazales es Profesor Titular de Fundamentos del Análisis Económico, Universidad Autónoma de Madrid.

 

 

 

 

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