Infidencias: el fiscal se preparaba a presentar cargos

Patrick Fitzgerald deliberó este miércoles horas con el gran jurado. Se espera que, antes del viernes, formule acusaciones contra Lewis Libby y, quizá, Karl Rowe. Respectivamente, asesores principales del vicepresidente y el presidente.

26 octubre, 2005

Después de interrogar a muchos altos funcionarios de la Casa Blanca, el fiscal especial parece tener indicios sobre las verdaderas fuentes de las infidencias transmitidas a algunos medios. En otras palabras, está en condiciones de procesar a los presuntos responsables de delitos contra la seguridad nacional.
Sea como fuere, todo cargo elevado al gran jurado está o estará bajo sello. Tanto el propio jurado como los fiscales no podrán hacerlos públicos hasta jueves o viernes.

Mientras tanto, todos los ojos se posan sobre Richard Cheney. Ocuure que Libby se enteró de la situación de Valerie Plame por boca del mismo vicepresidente. Eso ocurrió antes de que su identidad fuera revelada a los medios, en 2003. Así reveló el “New York Times”. La difusión de notas sobre esa conversación (tuvo lugar el 12 de julio de ese año) ponen en el centro de la escena a Cheney. En el plano jurídico, su texto parece contradecir el testimonio de Libby ante el gran jurado federal, donde el funcionario afirmó haber conocido nombre y misión de la agente encubierta de la CIA vía algunos medios.

Como se sabe, ella debía espiar a su propio marido, el ex diplomático Joseph Wilson. Cheney quería tomar represalias, pues Wilson había denunciado públicamente que los informes de inteligencia sobre arsenal y capacidad nuclear de Irak eran falsos.

Fitzgerald estudiaba posibilidades de incoar proceso a Libby por ese motivo, mentir ante el jurado y obstruir la justicia. Todo esto no deja fuera de peligro al fundamentalista evangélico Karl Rove, cerebro político de Geroge W.Bush, posible implicado en las filtraciones a periodistas.

Por supuesto, los nexos iniciales entre Cheney y el asunto remiten a la misión de Wilson en Nigeria. Su objeto era verificar si ese país había vendido uranio enriquecido a Irak y el diplomático concluyó que no lo había hecho. Pero Bush dijo lo contrario al público y fue acompañado por Tony Blair.

Las notas de Libby indican que, por su parte, Cheney había recibido informaciones sobre Plame del propio George Tenet. Por entonces, éste dirigía la CIA y figuró luego entre los chivos emisarios cuando estuvo claro que Saddam Huséin no poseía capacidad atómica de tipo bélico. Curioso detalles: de acuerdo con las notas, Cheney conocía personalmente a Plame, pero no a Wilson.

Después de interrogar a muchos altos funcionarios de la Casa Blanca, el fiscal especial parece tener indicios sobre las verdaderas fuentes de las infidencias transmitidas a algunos medios. En otras palabras, está en condiciones de procesar a los presuntos responsables de delitos contra la seguridad nacional.
Sea como fuere, todo cargo elevado al gran jurado está o estará bajo sello. Tanto el propio jurado como los fiscales no podrán hacerlos públicos hasta jueves o viernes.

Mientras tanto, todos los ojos se posan sobre Richard Cheney. Ocuure que Libby se enteró de la situación de Valerie Plame por boca del mismo vicepresidente. Eso ocurrió antes de que su identidad fuera revelada a los medios, en 2003. Así reveló el “New York Times”. La difusión de notas sobre esa conversación (tuvo lugar el 12 de julio de ese año) ponen en el centro de la escena a Cheney. En el plano jurídico, su texto parece contradecir el testimonio de Libby ante el gran jurado federal, donde el funcionario afirmó haber conocido nombre y misión de la agente encubierta de la CIA vía algunos medios.

Como se sabe, ella debía espiar a su propio marido, el ex diplomático Joseph Wilson. Cheney quería tomar represalias, pues Wilson había denunciado públicamente que los informes de inteligencia sobre arsenal y capacidad nuclear de Irak eran falsos.

Fitzgerald estudiaba posibilidades de incoar proceso a Libby por ese motivo, mentir ante el jurado y obstruir la justicia. Todo esto no deja fuera de peligro al fundamentalista evangélico Karl Rove, cerebro político de Geroge W.Bush, posible implicado en las filtraciones a periodistas.

Por supuesto, los nexos iniciales entre Cheney y el asunto remiten a la misión de Wilson en Nigeria. Su objeto era verificar si ese país había vendido uranio enriquecido a Irak y el diplomático concluyó que no lo había hecho. Pero Bush dijo lo contrario al público y fue acompañado por Tony Blair.

Las notas de Libby indican que, por su parte, Cheney había recibido informaciones sobre Plame del propio George Tenet. Por entonces, éste dirigía la CIA y figuró luego entre los chivos emisarios cuando estuvo claro que Saddam Huséin no poseía capacidad atómica de tipo bélico. Curioso detalles: de acuerdo con las notas, Cheney conocía personalmente a Plame, pero no a Wilson.

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