<p>Desde una próxima batalla con China sobre gravámenes sobre rubros intensivos en uso del carbón como insumo, hasta reparos a que camiones mexicanos recorran rutas norteamericanas, barreras y obstáculos florecen por todo el planeta. A medida como aprieta la recesión, esta clase de presiones va en aumento.</p>
<p>El síndrome proteccionista se cierne sobre la cumbre convocada por el Grupo de los 20 para el 2 de abril en Londres. Durante el encuentro anterior (noviembre), el entonces presidente George W.Bush –ya sin poder real- no pudo imponer un compromiso de libre comercio a la Unión Europea, Japón, China, Brasil, Argentina ni otros.<br />
En general, los países emergentes no creen hace rato en el libre intercambio. Tampoco la UE, Estados Unidos ni Japón, como lo demuestra su apego al proteccionismo agrícola. Irónicamente, uno de sus campeones –el francés Pascal Lamy- preside la Organización Mundial de Comercio. Otro, Robert Zoellick, dirige el Banco Mundial. <br />
Durante el año pasado, en efecto, se diluyó una promesa de no aplicar más trabas comerciales en su curso. Por el contrario, se multiplicaron a gravámenes a la importación o estímulos que –sostienen los cada vez menos ortodoxos- distorsionan los flujos de intercambio. <br />
Según el Banco Mundial señalaba días atrás, desde aquella cumbre en Washington diecisiete miembros del G-20 han adoptado 47 medidas que restringen el comercio. Esto en la visión de una entidad hoy marcadamente antiproteccionista, muy distinta de la fundada en 1944 por los acuerdos de Bretton Woods.<br />
Rusia elevó aranceles sobre autos usados. China elevó restricciones a la importación de carnes irlandesas, mientras India prohibía juguetes chinos</p>
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Inevitable: toda recesión conduce al proteccionismo
Pese a reiterados, por momentos redundantes, compromisos de la dirigencia mundial en favor del libre comercio, el proteccionismo sigue avanzando. Las disputas impiden coordinar respuestas en medio de peor enfriamiento económico desde 1933/7.