Ido Lavagna, Kirchner forma un gabinete sin matices

La partida de Lavagna y Bielsa inquieta en Washington, Londres y otras capitales, pues presupone una fase ultrapresidencialista, orientada a la reelección. Pero se ignora qué capital político le restará al gobierno para entonces (29-XI).

1 diciembre, 2005

El ex titular económico era “un piloto de tormentas de extrema habilidad. Muchos fantaseaban que podría enfrentar al kirchnerismo en 2007. Se dice que, para cortarle las alas, el presidente quiere sacarlo de Economía”. Así reflexionaba “Mercado” en septiembre. Los hechos reactualizan ese comentario y definen un presidente que sólo confía en el “micromanagement” de un pequeño entorno táctico y se centra en lo circunstancial, no en cuestiones de fondo.

Desde hacía meses, Kirchner precisaba un detonante y ese papel acaba de cumplirlo Julio de Vido, un incondicional. Tras pedirle la dimisión a Lavagna, el primer mandatario lo reemplazó con Felisa Miceli (Banco Nación), virtual desconocida para los mercados. En Nueva York y Londres creen que el presidente ha cometido un “notable error”. En las agencias, el dólar llegó a costar $ 3,05, pero luego bajó a 3,02.

Los acontecimientos se precipitaron durante un fin de semana repleto de versiones, en buena medida provenientes del entorno presidencial. “La provincia de Santa Cruz, geopolíticamente pequeña y sin ciudades, pudo más que el mundo y eso tendrá un costo”, comentaba la página web de un diario chileno. “Por el contrario, el ex ministro mantiene su capital político intacto, quizá con vistas a 2007”, señalaba en la Red un medio brasileño.

Según dejaron trascender, Kirchner le pidió a Lavagna la renuncia. La incógnita subsiguiente era cuáles ex colaboradores suyos seguirán en el palacio de Hacienda (casi ninguno, se vio después). Pero el presidente carece de un “equipo económico fantasma”, de dónde extraer remplazantes para docenas de cargos. En este sentido, su dilema se parece al de George W.Bush. A veces, eso se nota: hablando de inflación, la atribuyó a un supermercadista y no a la política fiscal expansiva.

Las versiones sobre el alejamiento de Lavagna habían comenzado a circular con fuerza la semana pasada, luego de que el entonces ministro denunciara –hablando en la cámara de la actividad- “comportamientos cartelizados” entre las principales empresas constructoras. Los mismos que investiga ya el Banco Mundial A diferencia de los “carteles” que Kirchner ve en el sector minorista, el de la construcción parece tener cierta influencia sobre el gobierno.

Las expresiones de Lavagna generaron un contrapunto con el presidente. Sin cuidar formas ni recordar que sus éxitos electorales se deben mucho a la política económica y financiera –canje de deuda inclusive-, Kirchner, ante el mismo auditorio, aseguró que “la obra pública no es un gasto sino una inversión”, en muy oblicua respuesta a la postura del entonces ministro.

Las relaciones entre Lavagna y de Vido fueron malas desde el comienzo mismo de la gestión presidencial. Las tensiones empezaron cuando Kirchner decidió desdoblar Economía y entregar a un amigo el nuevo ministerio de Planeamiento. Curiosamente, eso ocurrió en los dos últimos regimenes militares, pero al revés.

Despedir a Lavagna no fue difícil. Sí lo será, en sumo grado, cumplir sin tropiezos con la agenda de su ministerio. A saber, el trámite parlamentario del presupuesto 2006, las relaciones con el Fondo Monetario Internacional, el rebote inflacionario –el cambio de guardia puede acentuarlo por razones oportunistas o falta de señales claras, fuera del voluntarismo político- y los nexos con Estados Unidos.

La visión de la agencia especializada Bloomberg’s se centraba en “el descenso de acciones (4,6%), bonos (3,5%) y peso”, porque Lavagna tenía excelente imagen local e internacional. “Éstas son malas noticias”, sostuvo Fernando Losada, analista jefe para Latinoamérica de ABN Amro en Nueva York. “Pero será mejor esperar hasta que las aguas se aquieten y empiecen a trabajar la sucesora y su equipo”.

“El problema parece por ahora de expectativas. La ida de Lavagna genera preocupación en cuanto a que el próximo equipo no sea tan estricto en controlar el gasto público”, señalaba Christian Stracke, de CreditSights. Bloomberg’s y Reuters estimaban que el dólar mayorista había subido de 2,965 a 3,005. En cuanto al bono 2003 en dólares, su precio cedió al punto de elevar el rinde de 8,2 a 9,5% anual.

Volviendo a la edición en papel de septiembre, “Mercado” resultó profética. “Lavagna está dedicado desde 2002 –señalaba la nota de tapa- al mayor cargo público conseguido en años. Algunos sospechan que aspira a uno todavía más alto”. Kirchner estaba seguro al respecto. Pero, actuando como lo hizo, le dejó la pelota picando al ex ministro y, con ello, quizás haya puesto un plazo a su propia carrera.

El propio ejemplo del mandatario indica que el vaciamiento de los partidos orgánicos ha abierto el juego a las alianzas transversales. En ese plano, su larga experiencia –plan Austral inclusive- habilita a Lavagna para negociar con peronistas, radicales. socialistas y conservadores. En cuanto al gobierno, quizá la primera prueba no sea en lo económico, sino en lo social: la huelga de Aerolíneas Argentina –donde participa un funcionario, Roberto Cirielli-, que tiene tufo a restatización, salvo que se adopten medidas duras. Según demuestra la excesiva tolerancia ante los piqueteros, a este gobierno no le gustan las “medidas impopulares”. Tampoco en política exterior, como indica el ascenso a canciller de Jorge Taiana, un setentista “à la page”.

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El ex titular económico era “un piloto de tormentas de extrema habilidad. Muchos fantaseaban que podría enfrentar al kirchnerismo en 2007. Se dice que, para cortarle las alas, el presidente quiere sacarlo de Economía”. Así reflexionaba “Mercado” en septiembre. Los hechos reactualizan ese comentario y definen un presidente que sólo confía en el “micromanagement” de un pequeño entorno táctico y se centra en lo circunstancial, no en cuestiones de fondo.

Desde hacía meses, Kirchner precisaba un detonante y ese papel acaba de cumplirlo Julio de Vido, un incondicional. Tras pedirle la dimisión a Lavagna, el primer mandatario lo reemplazó con Felisa Miceli (Banco Nación), virtual desconocida para los mercados. En Nueva York y Londres creen que el presidente ha cometido un “notable error”. En las agencias, el dólar llegó a costar $ 3,05, pero luego bajó a 3,02.

Los acontecimientos se precipitaron durante un fin de semana repleto de versiones, en buena medida provenientes del entorno presidencial. “La provincia de Santa Cruz, geopolíticamente pequeña y sin ciudades, pudo más que el mundo y eso tendrá un costo”, comentaba la página web de un diario chileno. “Por el contrario, el ex ministro mantiene su capital político intacto, quizá con vistas a 2007”, señalaba en la Red un medio brasileño.

Según dejaron trascender, Kirchner le pidió a Lavagna la renuncia. La incógnita subsiguiente era cuáles ex colaboradores suyos seguirán en el palacio de Hacienda (casi ninguno, se vio después). Pero el presidente carece de un “equipo económico fantasma”, de dónde extraer remplazantes para docenas de cargos. En este sentido, su dilema se parece al de George W.Bush. A veces, eso se nota: hablando de inflación, la atribuyó a un supermercadista y no a la política fiscal expansiva.

Las versiones sobre el alejamiento de Lavagna habían comenzado a circular con fuerza la semana pasada, luego de que el entonces ministro denunciara –hablando en la cámara de la actividad- “comportamientos cartelizados” entre las principales empresas constructoras. Los mismos que investiga ya el Banco Mundial A diferencia de los “carteles” que Kirchner ve en el sector minorista, el de la construcción parece tener cierta influencia sobre el gobierno.

Las expresiones de Lavagna generaron un contrapunto con el presidente. Sin cuidar formas ni recordar que sus éxitos electorales se deben mucho a la política económica y financiera –canje de deuda inclusive-, Kirchner, ante el mismo auditorio, aseguró que “la obra pública no es un gasto sino una inversión”, en muy oblicua respuesta a la postura del entonces ministro.

Las relaciones entre Lavagna y de Vido fueron malas desde el comienzo mismo de la gestión presidencial. Las tensiones empezaron cuando Kirchner decidió desdoblar Economía y entregar a un amigo el nuevo ministerio de Planeamiento. Curiosamente, eso ocurrió en los dos últimos regimenes militares, pero al revés.

Despedir a Lavagna no fue difícil. Sí lo será, en sumo grado, cumplir sin tropiezos con la agenda de su ministerio. A saber, el trámite parlamentario del presupuesto 2006, las relaciones con el Fondo Monetario Internacional, el rebote inflacionario –el cambio de guardia puede acentuarlo por razones oportunistas o falta de señales claras, fuera del voluntarismo político- y los nexos con Estados Unidos.

La visión de la agencia especializada Bloomberg’s se centraba en “el descenso de acciones (4,6%), bonos (3,5%) y peso”, porque Lavagna tenía excelente imagen local e internacional. “Éstas son malas noticias”, sostuvo Fernando Losada, analista jefe para Latinoamérica de ABN Amro en Nueva York. “Pero será mejor esperar hasta que las aguas se aquieten y empiecen a trabajar la sucesora y su equipo”.

“El problema parece por ahora de expectativas. La ida de Lavagna genera preocupación en cuanto a que el próximo equipo no sea tan estricto en controlar el gasto público”, señalaba Christian Stracke, de CreditSights. Bloomberg’s y Reuters estimaban que el dólar mayorista había subido de 2,965 a 3,005. En cuanto al bono 2003 en dólares, su precio cedió al punto de elevar el rinde de 8,2 a 9,5% anual.

Volviendo a la edición en papel de septiembre, “Mercado” resultó profética. “Lavagna está dedicado desde 2002 –señalaba la nota de tapa- al mayor cargo público conseguido en años. Algunos sospechan que aspira a uno todavía más alto”. Kirchner estaba seguro al respecto. Pero, actuando como lo hizo, le dejó la pelota picando al ex ministro y, con ello, quizás haya puesto un plazo a su propia carrera.

El propio ejemplo del mandatario indica que el vaciamiento de los partidos orgánicos ha abierto el juego a las alianzas transversales. En ese plano, su larga experiencia –plan Austral inclusive- habilita a Lavagna para negociar con peronistas, radicales. socialistas y conservadores. En cuanto al gobierno, quizá la primera prueba no sea en lo económico, sino en lo social: la huelga de Aerolíneas Argentina –donde participa un funcionario, Roberto Cirielli-, que tiene tufo a restatización, salvo que se adopten medidas duras. Según demuestra la excesiva tolerancia ante los piqueteros, a este gobierno no le gustan las “medidas impopulares”. Tampoco en política exterior, como indica el ascenso a canciller de Jorge Taiana, un setentista “à la page”.

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