Hongkong: las negociaciones siguen tan infructuosas como siempre

Así admitió Pascal Lamy, controvertido presidente de la Organización Mundial de Comercio. En efecto, el francés fue durante años adalid de los subsidios agrícolas europeos, que hoy pueden acabar con la ronda Dohá y la propia entidad.

14 diciembre, 2005

En el encuentro de Hongkong casi nadie creía que, a fines de 2006, se haya logrado el objetivo de la ronda: liberalización en serio, que abarque el desmedido proteccionismo agrícola de la Unión Europea, Estados Unidos, Surcorea y Japón. En realidad, esa meta ha venido siendo postergada en dieciocho meses de tratativas inútiles y costoso turismo de altos funcionarios, técnicos y burócratas.

El virtual fracaso de esta reunión llevó al grupo de los 20 (opuesto a los subsidios) a exigir por lo menos una “fecha tenativa” para eliminar prebendas a la exportación. Pero existe al respecto un compromiso desde 2001 y, además, ya se han fijado tres plazos que no se cumplieron.

En esta materia, las subvenciones son aplicadas por los “tres grandes proteccionistas”, o sea la UE, EE.UU. y Japón (sin mucho sustento económico, a decir verdad). Los otros amparan a sus pequeñas explotaciones rurales imponiendo enormes aranceles a la importación, tan anacrónicos y “políticos” (el oficialismo necesita el voto campesino) como los de Francia.

La ausencia de acuerdos relevantes trató de ser disimulada por una propuesta de los “tres”: un paquete de ayuda a los cincuenta países más pobres del mundo (32 en la OMC). Este remedo transaccional incluirá financiamiento a tasa 0 para exportaciones y eliminación de aranecles o cuotas sobre sus productos. Como es habitual, la beneficencia –siempre más barata- se usa para retacear medidas en favor de economías en desarrollo.

Los aportes no son justamente espectaculares: Japón ya aseguró US$ 10.000. Se espera una suma algo mayor de EE.UU. y una mucho menor de la UE, si se supera la reticencia británica a aceptar cualquier gasto extra en el presupuesto regional. Como salida transaccional, Bruselas propone elevar de US$ 400 a 1.000 millones la contribución anual a los países pobres, Exactamente, lo que Londres ya regala por mes a agricultores ineficaces y ricos terratenientes.

En el encuentro de Hongkong casi nadie creía que, a fines de 2006, se haya logrado el objetivo de la ronda: liberalización en serio, que abarque el desmedido proteccionismo agrícola de la Unión Europea, Estados Unidos, Surcorea y Japón. En realidad, esa meta ha venido siendo postergada en dieciocho meses de tratativas inútiles y costoso turismo de altos funcionarios, técnicos y burócratas.

El virtual fracaso de esta reunión llevó al grupo de los 20 (opuesto a los subsidios) a exigir por lo menos una “fecha tenativa” para eliminar prebendas a la exportación. Pero existe al respecto un compromiso desde 2001 y, además, ya se han fijado tres plazos que no se cumplieron.

En esta materia, las subvenciones son aplicadas por los “tres grandes proteccionistas”, o sea la UE, EE.UU. y Japón (sin mucho sustento económico, a decir verdad). Los otros amparan a sus pequeñas explotaciones rurales imponiendo enormes aranceles a la importación, tan anacrónicos y “políticos” (el oficialismo necesita el voto campesino) como los de Francia.

La ausencia de acuerdos relevantes trató de ser disimulada por una propuesta de los “tres”: un paquete de ayuda a los cincuenta países más pobres del mundo (32 en la OMC). Este remedo transaccional incluirá financiamiento a tasa 0 para exportaciones y eliminación de aranecles o cuotas sobre sus productos. Como es habitual, la beneficencia –siempre más barata- se usa para retacear medidas en favor de economías en desarrollo.

Los aportes no son justamente espectaculares: Japón ya aseguró US$ 10.000. Se espera una suma algo mayor de EE.UU. y una mucho menor de la UE, si se supera la reticencia británica a aceptar cualquier gasto extra en el presupuesto regional. Como salida transaccional, Bruselas propone elevar de US$ 400 a 1.000 millones la contribución anual a los países pobres, Exactamente, lo que Londres ya regala por mes a agricultores ineficaces y ricos terratenientes.

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