<p>Todo se condiciona a una serie de factores que determinan un escenario de mercados interdependientes –aun en lo geopolítico- y se proyectan sobre los meses o años venideros. Por ejemplo, tasas básicas, políticas monetarias y fiscales, sector inmobiliario, etc. Allen admite que la recesión norteamericana –no todavía el desempleo- terminó meses atrás. Sin embargo, el problema reside en una segunda crisis sistémica, vale decir un perfil W con dos recesiones. <br />
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Sin duda, hay señales de repunte en el PBI, un parámetro fundamental, y los mercados financieros o cambiarios mejoran. Pero este experto ortodoxo no sabe hasta qué punto esa reacción responde a paquetes de estímulos (US$ 787.000 millones en EE.UU.), tipos de interés referenciales y emisión. “Aun así, hay otros indicios positivos: el mercado de propiedades parece estabilizarse y el desempleo sube a ritmo cada mes más lento”. <br />
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No obstante, el sesgo en W es más que una posibilidad. “Vivimos en un mundo interdependiente que ya no controlamos. En el caso de Asia oriental y sudoriental, esto implica cosas buenas y malas. Las primeras se cifran en economías prósperas que se sostienen. Las segundas –supone Allen- son burbujas locales o sectoriales. En el oeste del continente, el peligro es bélico”.<br />
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Una de las burbujas afecta al anómalo negocio inmobiliario en Singapur, una ciudad estado abierto a todo tipo de especulaciones, derivados hipotecarios en especial. “Sólo en el tercer trimestre, los precios inmobiliarios saltaron 16%, algo asombroso dado que, a diferencia de China o India, la isla siente aún cimbronazos de la crisis occidental”. Por supuesto no queda claro en qué perjudica esta marea especulativa a EE.UU. o la Eurozona. <br />
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Siempre desde una óptica conservadora, Allen afirma que los bancos centrales se han pasado de rosca en materia de crédito y liquidez. “Esta política frenó la crisis 2007/9 como lo había hecho en 2002/3, pero creando condiciones para otra crisis sistémica. Ahora la Reserva Federal parece desactivar parte de sus rescates y estímulos, pero debiera haber empezando no otorgando esa masa de casi US$ 1,5 billones. Ahora es tarde para volver atrás”.<br />
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<p>Sin explicar cómo se hubiera afrontado la propia crisis sin esos instrumentos, el analista acepta que “habrá problemas cuando se desactiven esos programas y, en algún momento, la RF y otros emisores tornen a subir las tasas básicas, hoy casi nulas. Eso pondrá a prueba todo el sistema financiero, pues esos niveles de interés significan enormes subsidios a los bancos privados”.<br />
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Resulta obvio que sus balances son tan buenos porque prestan a tasas activas muy superiores a las pasivas, esto es las que pagan por fondos. “Cuando los tipos tomadores vuelvan a subir, las entidades financieras se encontrarán en dificultades de spread y ni hablar de las tarjetas”. El síntoma es claro: bancos sobresubsidiados que no facilitan el crédito a empresas ni personas. Otro efecto de este fenómeno es que las hipotecas son extraordinariamente baratas y terminan reactivando la burbuja, como en Singapur o Dubai, dos economías sin sustancia real.<br />
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“La RF –subraya el conservador Allen- redujo a tal punto las tasas que está inflando el mercado inmobiliario y frena el descenso de precios residenciales o comerciales. Pero el problema es que esto no pueda durar. Cuando los intereses vuelvan a subir ¿qué sucederá? Probablemente, el efecto W y otra crisis sistémica”.<br />
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También está la cuestión de un déficit que, para el ejercicio fiscal 2009/10, se proyecta en US$ 1,4 billones. “Los demócratas suponen que este problema debiera dejarse para 2011/12. Hasta entonces, el tema es manejable pero, después, se disparará en dólares corrientes y constantes”, Al respecto, el experto evoca el espectro de las generaciones posteriores a 1946, su paulatina jubilación y sus gastos en salud. Era el latiguillo de Alan Greenspan. <br />
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Volviendo al plano internacional, los nuevos casos críticos se llaman Grecia, Islandia, Dubai o Portugal y trasuntan problemas más profundos. Por ejemplo, el desastre del emirato, su fondo inversor soberano (Dubai World) y el edificio más alto del planeta apuntan a otra bancarrota en potencia. “Son síntomas que debieran preocupar –opina Allen-, si bien los valores relativos de los crudos, hasta US$ 85 el barril en Nueva York, impidan que, por hoy, el caso DW sea contagioso en la península arábiga”.<br />
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Sin embargo, surgen factores de riesgo geopolítico en la misma región. La súbita aparición de los bin Laden o al-Qaeda en Yemen, sus lazos con los piratas somalíes y la crisis de seguridad que castiga a Occidente se enmarcan en una guerra imposible (Afganistán-Pakistán). Este tipo de problemas tiene su precio económico y financiero.</p>
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