Existen altas posibilidades de que se logre un entendimiento para la firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ambas agrupaciones. Significaría para el Mercosur un salto de calidad nunca antes visto.
Hay esperanzas fundadas de que el acuerdo se firme esta misma semana durante la reunión de la OMC en Buenos Aires. Así lo declaró el Presidente Macri que confía en que se logre este propósito.
En circunstancias en que el comercio mundial sufre el embate del gobierno estadounidense de Donald Trump, que prefiere solo tratos bilaterales, este tratado realimentaría los esfuerzos de los demás miembros de la OMC para revigorizar las relaciones comerciales en todo el planeta.
Otros expertos afirman, en un clima propicio, que si no se firma en Buenos Aires, se logrará hacerlo antes de marzo próximo.
Desde su creación, el Mercosur ha sido un bloque más enfocado en el desarrollo de su propio mercado interno y para sus empresas (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay –en algún momento ingresó Venezuela pero luego fue suspendida-) y no una plataforma de acceso a terceros mercados.
Este acuerdo le concedería al bloque un acceso a un mercado amplio, con capacidad de consumo, proveedor de inversiones, aunque exigente y calificado, según apunta Marcelo Elizondo, director General de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).
También implicaría que las empresas del Mercosur deben competir con la calificada oferta europea.
Si bien el acuerdo prevé desgravaciones paulatinas de aranceles (no se aplicaría de modo abrupto) y tiene a la vez reservas y excepciones para productos y por cantidades, en lo general este acuerdo -además de ampliar mercados- permitiría al Mercosur una transferencia relativa de reputación desde un bloque formado por países desarrollados y que cuenta con instituciones propias y respetadas.
Por ende, el acceso a mercados, que siempre beneficia a los exportadores pero a la vez incentiva inversiones (y que permitirá acceder a insumos y maquinaria importada calificada en mejor condición), y la asociación con un bloque reputado, implican beneficios indudables para el Mercosur, que hasta ahora ha tenido escaso acceso preferencial a terceros mercados.
La asimetría entre ambos bloques marca la relevancia para el Mercosur de una alianza con la UE.
Mientras la UE exporta (incluyendo las exportaciones que se efectúan los países de la UE entre sí) US$ 5,3 billones; el Mercosur lo hace en solo US$ 283 mil millones. Si se excluyen las exportaciones de países de la UE hacia países de la misma agrupación, entonces las exportaciones de la UE a terceros países suman US$ 1,9 billones (equivale a 15,4% del total mundial).
A la vez (lo que grafica la oportunidad a la que se asiste) los países de la UE importan (incluyendo las importaciones desde países de la UE) por US$ 5,3 billones, casi un tercio del total mundial (y unas 18 veces lo que exporta el Mercosur). Y si se excluyen las importaciones intracomunitarias, la UE importa por US$ 1.9 billones, lo que representa14,8% del total mundial.
Un acuerdo entre la UE y el Mercosur (la UE acaba de firmar un acuerdo con Japón que es el mayor del mundo, e integra 30% del producto bruto mundial) acompaña la tendencia de sumar acuerdos de integración económicas vigentes en el planteo.
La OMC ya registra en el corriente 2017 la cantidad de 445 acuerdos de vinculación comercial entre países en todo el mundo, y la cantidad de acuerdos crece año a año.
Argentina y la UE
Para Argentina se trata de un acceso en un mercado (la UE) que está entre sus principales socios pero que ha venido perdiendo importancia relativa (importancia que podría recuperar con preferencias arancelarias).
Como se conserva en el cuadro siguiente, las exportaciones argentinas a la UE han descendido desde 2011. Las importaciones, mientrastanto, estarán este año en niveles similares la del primer año de la década.
Las exportaciones a la UE representan hoy 14,5% el total exportado argentino, y las importaciones desde la UE representan 16,5% del total de importaciones argentinas.
El contexto histórico reciente
Desde el granero del mundo, que abastecía especialmente a Inglaterra, hasta las relaciones crecientes basadas en comercio pero especialmente también en inversiones con España, Francia o Alemania en los años 90; Europa ha sido, a la hora de encontrar un aliado en el mundo -independientemente del vecindario-, el gran espacio de relacionamiento global.
Por eso fue hasta 2009 el principal continente receptor de productos argentinos después de América. En 2009, Argentina vendió a Europa US$ 12.359 millones (exportó a las tres Américas US$ 27.780 millones) y por eso el “viejo continente” fue el segundo mercado en recepción de productos en el mundo. Pero 2009 fue el último año en el que Europa estuvo en ese lugar.
Desde el inicio de la segunda década del siglo Europa en general y la Unión Europea en particular se han mantenido como importantes socios comerciales pero han perdido cierta relevancia relativa en las exportaciones argentinas.
La Unión Europea representó 17,3% de las exportaciones argentinas en 2005, y fue perdiendo desde ese momento cierta participación en el total, en la medida en que explicó un 16,5% de las exportaciones argentinas en 2010 y casi un 17% en 2011.
Desde ese momento la participación se mantuvo en alrededor de 14% (14,5% en 2016 y 14,5 en 2017). Mientras tanto, generaba un 22% de nuestras importaciones en 2001, cuando en 2010 lo hizo en un 17,2% y en 2011 en el 15.7%. En 2013 explicó el mayor porcentual de importaciones en los últimos años (18,8%) y este corriente año (2017) genera 16,5% del total de importaciones.
En verdad, la UE, que había sido en las últimas décadas el segundo gran mercado continental para Argentina (después de las Américas) perdió ese lugar en manos de Asia, en lo que ha transcurrido de la segunda década del siglo corriente.
En 2016 Argentina vendió a Asia US$ 17.313 millones mientras exportó a la UE US$ 9.891 millones (exportó a todo el continente europeo US$ 10.837 millones). Mientras, en materia de importaciones, Argentina compró desde la UE, en 2016, la suma de US$ 9.891 millones (desde toda Europa importó US$ 11.240 millones) a la vez que importó desde Asia US$ 16.644 millones.
Como el principal mercado sigue siendo las Américas ( US$ 23.594 millones exportados en 2016 –y US$ 26.610 millones importados desde las Américas en 2016- ) Europa como continente y la Unión Europea en particular ocupan el 3er lugar como socios argentinos (si se los analiza como continentes o como agrupación geográfica de países).
La relevancia de la UE permite agregar que con una paulatina liberalización de los mercados como consecuencia de un TLC, los flujos comerciales podrán crecer robustamente y podrá la UE recuperar importancia relativa. Un marco de relativo libre comercio permitirá un escenario de recuperación de la relevancia europea en el Mercosur en general y para Argentina en particular.
No deben pasarse por alto que en muchos de los últimos años Europa fue epicentro de no pocos conflictos para nuestro país; desde el no pago de la deuda del club de Paris (que afectó a varios estados europeos) hasta el default y posterior renegociación de títulos de la deuda que afectaron a tenedores europeos (especialmente italianos y alemanes).
Además de una modificación de condiciones contractuales para empresas europeas operando en Argentina (algunas que accionaron judicialmente), la salida del país de empresas europeas (por ejemplo la compañía Aguas de Francia), la intervención y estatización de YPF, la intervención del gobierno en Aerolíneas Argentinas, los conflictos relativos a empresas (petroleras en la zona bajo discusión con el Reino Unido o argentinas que deben importar desde Inglaterra) que se vieron afectadas por la discusión por Malvinas con el Reino Unido (siendo el Reino Unido parte plena de la UE antes del inicio del proceso del Brexit), la denuncia de la UE ante la OMC por proteccionismo argentino, el conflicto comercial por el biodiesel, y hasta las discusiones con Uruguay referidas a empresas escandinavas.
En realidad, en los últimos dos años, la realidad cambió sustancialmente y el nuevo vínculo ha podido generar (aun antes del TLC) un marco de referencia propicio para más negocios.
Puede decirse que se dan dos procesos que han influido (entre otros) para producir transformaciones. Hay un cambio sustancial del marco de relacionamiento (los vínculos ahora, a diferencia de lo que ocurría hace algunos años, son más fluidos y lo prueba la gran cantidad de reuniones del Presidente Macri con líderes europeos en los últimos dos años); y eso estaría (de firmarse) ahora acompañado de un marco institucional (TLC) que permitiría activar proyectos de comercio y de inversión recíprocos.