Así sostiene Niall Ferguson en reciente columna. No ya “enfant terrible”· favorito de Wall Street, el escocés pone en el mismo plano un fracaso (patear a 2009 esfuerzos contra gases contaminantes) y un éxito relativo, mudar de la frontera occidental bielorrusa a Adzebaidyán el escudo nuclear de la OTAN. “Esto no engaña a nadie: la única potencia atómica rival de Estados Unidos es Rusia, no Irán”.
Vladyimir Putin “es digno de elogio por su astucia al lograr que el escudo contra Tehrán pase a un estado petrolero aliado de Turquía y, por tanto, de EE.UU. Por el contrario, la contrafigura del ruso ha hecho otro papelón”. El analista alude a George W.Bush y al compromiso de “reducir hasta 50% emisiones de dióxido de carbono hacia 2050”.
Pero, claro, al mismo tiempo “el tejano tóxico (sicut Ferguson) pateó a 2009 replantear el protocolo de Kyoto, cuya ineficacia viene siendo manifiesta desde hace años. Al cabo, Merkel consiguió una declaración final diplomática, optimista e intrascendente”. Ante ese resultado, el ácido columnista se pregunta “¿hasta cuando soportaremos estas cumbres ridículas?”.
Todavía en 1975, el grupo –originalmente era un quinteto- se componía de siete miembros: EE.UU., Japón, Alemania –por entonces, la parte occidental-, Gran Bretaña, Francia, Canadá e Italia. Tenía sentido, pues el grupo representaba 65% del producto bruto mundial. Hoy, “según Goldman Sachs, los siete no pasan de 56%, peso que cederá a 36% en 2025 y a apenas 20% en 2050”. Para estas cosas, Ferguson toma en serio a las firmas de Wall Street y sus estadísticas.
Esas cifras conducen a una conclusión nada enaltecedora: en 2050, apenas 20% del PB global estará comprometido a disminuir 50% las emisiones de dióxidos y monóxido de carbono. Gigantes actuales y potenciales como China, India, Brasil, Nigeria o México seguirán contaminando la atmósfera, salvo si los combustibles y la energía limpios -que no son lo mismo- ganan la pulseada.
También puede ocurrir que las reservas de hidrocarburos económicamente explotables se acaben y, con ellas, se derrumbe el poderoso cabildeo de las grandes petroleras privadas y estatales.
Mientras, “el negocio de las armas prospera”, apunta Ferguson. Los gastos militares chinos sumaban US$ 50.000 millones en 2006 y apuntan al doble en tres años. Rusia alcanzó US$ 35.000 millones, pero puede llegar al doble en cinco años. En otro plano, “algunos socios del G 7 no se sienten cómodos en el G 8 (ellos más Rusia) y menos en un eventual G 9 (agregando China). Otros sugieren incorporar India y Brasil en un G 11”.
Así sostiene Niall Ferguson en reciente columna. No ya “enfant terrible”· favorito de Wall Street, el escocés pone en el mismo plano un fracaso (patear a 2009 esfuerzos contra gases contaminantes) y un éxito relativo, mudar de la frontera occidental bielorrusa a Adzebaidyán el escudo nuclear de la OTAN. “Esto no engaña a nadie: la única potencia atómica rival de Estados Unidos es Rusia, no Irán”.
Vladyimir Putin “es digno de elogio por su astucia al lograr que el escudo contra Tehrán pase a un estado petrolero aliado de Turquía y, por tanto, de EE.UU. Por el contrario, la contrafigura del ruso ha hecho otro papelón”. El analista alude a George W.Bush y al compromiso de “reducir hasta 50% emisiones de dióxido de carbono hacia 2050”.
Pero, claro, al mismo tiempo “el tejano tóxico (sicut Ferguson) pateó a 2009 replantear el protocolo de Kyoto, cuya ineficacia viene siendo manifiesta desde hace años. Al cabo, Merkel consiguió una declaración final diplomática, optimista e intrascendente”. Ante ese resultado, el ácido columnista se pregunta “¿hasta cuando soportaremos estas cumbres ridículas?”.
Todavía en 1975, el grupo –originalmente era un quinteto- se componía de siete miembros: EE.UU., Japón, Alemania –por entonces, la parte occidental-, Gran Bretaña, Francia, Canadá e Italia. Tenía sentido, pues el grupo representaba 65% del producto bruto mundial. Hoy, “según Goldman Sachs, los siete no pasan de 56%, peso que cederá a 36% en 2025 y a apenas 20% en 2050”. Para estas cosas, Ferguson toma en serio a las firmas de Wall Street y sus estadísticas.
Esas cifras conducen a una conclusión nada enaltecedora: en 2050, apenas 20% del PB global estará comprometido a disminuir 50% las emisiones de dióxidos y monóxido de carbono. Gigantes actuales y potenciales como China, India, Brasil, Nigeria o México seguirán contaminando la atmósfera, salvo si los combustibles y la energía limpios -que no son lo mismo- ganan la pulseada.
También puede ocurrir que las reservas de hidrocarburos económicamente explotables se acaben y, con ellas, se derrumbe el poderoso cabildeo de las grandes petroleras privadas y estatales.
Mientras, “el negocio de las armas prospera”, apunta Ferguson. Los gastos militares chinos sumaban US$ 50.000 millones en 2006 y apuntan al doble en tres años. Rusia alcanzó US$ 35.000 millones, pero puede llegar al doble en cinco años. En otro plano, “algunos socios del G 7 no se sienten cómodos en el G 8 (ellos más Rusia) y menos en un eventual G 9 (agregando China). Otros sugieren incorporar India y Brasil en un G 11”.