<p>No obstante, ciertas políticas y planteos que aborda el G-20 repercutirán sobre el papel global del dólar en tres planos: financiero, comercial y mercados reales, en este caso como unidad tarifaria. Básicamente, el objetivo es producir un plan cuya finalidad depende de quiénes lo analicen: monetaristas o estructuralistas.<br />
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Los primeros, apoyados en una larga campaña de medios occidentales generalmente vinculados a las finanzas, hablan de obligar a Estados Unidos a ahorrar y tener disciplina fiscal. También se presiona a China para reorientar la economía de la exportación al consumo interno y el gasto, o sea beneficiar a Washington.<br />
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Pero el clima político ha cambiado en forma tan radical que los herederos del extinto consenso de Washington (1989) afrontan una realidad muy parecida a la que generó los acuerdos de Bretton Woods (1944). Los mensajes de Barack Obama, Angela Merkel, Nicolas Sarzoky, Luiz Inácio da Silva o hasta Dominique Strauss-Kahn apuntan a reconstruir fuentes de empleo y una concepción sistémica de la economía similar a las de John Maynard Keynes o Raúl Prebisch.<br />
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En cuanto al dólar como divisa, ni los neoclásicos más duros creen que su función internacional salga indemne de este trabajoso proceso. Al reconocer que EE.UU. ya no puede ser hegemónico, en cierto sentido Obama les abre las puertas a “heterodoxos” como Brasil, Rusia, China, India y una lista de emergentes, ¿La clave? “Socializar” los mecanismos internos del Fondo Monetario Internacional, desactivar su tecnocracia y redefinir el futuro del dólar.<br />
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No por casualidad, el megafinancista Warren Buffett se manifiesta inquieto –no necesariamente hostil- ante este tipo de propuestas. Por supuesto, los mercados especulativos, con Wall Street y Londres a la cabeza (Gordon Brown inclusive) se aferran a la ortodoxia. Basta ver cómo esmerilan a Obama.</p>
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Grupo de los 20: ¿amenaza para la hegemonía del dólar?
El tema no figuraba en la cumbre. Su agenda era demasiado breve (dos días) para redefinir la divisa referencial. Por ejemplo, en los años 70 y 80 del siglo XIX no bastaron dos crisis para acabar con un patrón oro que databa de 1844 y llegó a 1971.