Gripe del pollo: ¿peligro de pandemia o alarmismo exagerado?

En tres años hasta fin de abril, el virus acumula 113 víctimas humanas fatales sobre un total de 205 afectadas. Pero un informe del senador Edward Kennedy teme que una eventual pandemia liquide dos millones de personas a mediano plazo.

15 mayo, 2006

Preocupado por lo que cree “falta de reflejos en el gobierno de George W.Bush”, el dirigente demócrata acaba de presentar a la Casa Blanca un estudio de 250 páginas con un diagnóstico que muchos califican de tremendista y trescientas recomendaciones concretas. Éstas coinciden en gran parte con las efectuadas por la revista “Science”, cuyo número de abril se dedica casi totalmente a la gripe aviaria (aunque sin el tono del senador).

Ambas novedades rompen el relativo silencio de los medios que, desde hace meses, ya no ponen el tema en primer plano. Por cierto, la lentitud del contagio humano (recién a principios de año llegó a Europa occidental) y la escasez de fallecimientos contrata con los efectos en aves de corral.

Kennedy piensa de otro modo, pero parte de una condición aún no verificada: “Si el virus mutase , en dos meses infectaría hasta 90 millones de norteamericanos, de los cuales 45 millones caerían enfermos y dos millones perecerían”. Este perspectiva apocalíptica sostiene que “deberán otorgarse poderes excepcionales al Pentágono, pues el gobierno federal no dispondrá de fondos suficientes para auxiliar a estados y municipios”.

Por supuesto, el legislador subraya que los gigantescos déficit (fiscal, comercial, pagos externos) y el imparable gasto bélico en Afganistán e Irak “han vaciado las arcas federales, junto con exenciones tributarias a ricos, grandes empresas y dividendos bursátiles”. Eso hace sospechar fines ligados a la próxima campaña por elecciones parlamentarias, más que un súbito temor a la gripe aviaria.

Sin duda, el aparente silencio de lo medios obedece a que el virus no parece amenazar en forma masiva a poblaciones en Occidentes. En buena medida, porque la extrema convivencia entre aves de corral y personas se da en África subsahariana, Asia oriental, sudoriental y meridional. Así se nota en un dato: los fallecimientos registrado se concentran en Vietnam (42), Indonesia (24), Tailandia (14) y China (12), pero su número es insignificante en relación con el de poblaciones rurales. También cabe otra observación: Nigeria, con 75% de sus 160 millones viviendo en el campo, hacinamiento en explotaciones aviarias y miles de gallinas muertas, no registra un solo deceso humano.

Naturalmente, “Science” pone en evidencia la falta de vacunas específicas para prevenir el mal en las personas y lo atribuye al “poco celo de las grandes farmoquímicas”. Lo mismo opina el informe Kennedy. Ya en mayo, otra revista bien conocida –la británica “Lancet”- organiza un seminario sobre la gripe del pollo, de alcances europeos. Realista, la publicación admite que “el lento ritmo de contagio y la escasez de víctimas fatales ha enfriado a los medios y a la dirigencia política”.

Preocupado por lo que cree “falta de reflejos en el gobierno de George W.Bush”, el dirigente demócrata acaba de presentar a la Casa Blanca un estudio de 250 páginas con un diagnóstico que muchos califican de tremendista y trescientas recomendaciones concretas. Éstas coinciden en gran parte con las efectuadas por la revista “Science”, cuyo número de abril se dedica casi totalmente a la gripe aviaria (aunque sin el tono del senador).

Ambas novedades rompen el relativo silencio de los medios que, desde hace meses, ya no ponen el tema en primer plano. Por cierto, la lentitud del contagio humano (recién a principios de año llegó a Europa occidental) y la escasez de fallecimientos contrata con los efectos en aves de corral.

Kennedy piensa de otro modo, pero parte de una condición aún no verificada: “Si el virus mutase , en dos meses infectaría hasta 90 millones de norteamericanos, de los cuales 45 millones caerían enfermos y dos millones perecerían”. Este perspectiva apocalíptica sostiene que “deberán otorgarse poderes excepcionales al Pentágono, pues el gobierno federal no dispondrá de fondos suficientes para auxiliar a estados y municipios”.

Por supuesto, el legislador subraya que los gigantescos déficit (fiscal, comercial, pagos externos) y el imparable gasto bélico en Afganistán e Irak “han vaciado las arcas federales, junto con exenciones tributarias a ricos, grandes empresas y dividendos bursátiles”. Eso hace sospechar fines ligados a la próxima campaña por elecciones parlamentarias, más que un súbito temor a la gripe aviaria.

Sin duda, el aparente silencio de lo medios obedece a que el virus no parece amenazar en forma masiva a poblaciones en Occidentes. En buena medida, porque la extrema convivencia entre aves de corral y personas se da en África subsahariana, Asia oriental, sudoriental y meridional. Así se nota en un dato: los fallecimientos registrado se concentran en Vietnam (42), Indonesia (24), Tailandia (14) y China (12), pero su número es insignificante en relación con el de poblaciones rurales. También cabe otra observación: Nigeria, con 75% de sus 160 millones viviendo en el campo, hacinamiento en explotaciones aviarias y miles de gallinas muertas, no registra un solo deceso humano.

Naturalmente, “Science” pone en evidencia la falta de vacunas específicas para prevenir el mal en las personas y lo atribuye al “poco celo de las grandes farmoquímicas”. Lo mismo opina el informe Kennedy. Ya en mayo, otra revista bien conocida –la británica “Lancet”- organiza un seminario sobre la gripe del pollo, de alcances europeos. Realista, la publicación admite que “el lento ritmo de contagio y la escasez de víctimas fatales ha enfriado a los medios y a la dirigencia política”.

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