Gran Bretaña exige a Rusia entregar al asesino de Litviñenko

Kenneth Macdonald, fiscal de la corona, acusó formalmente a Andryéi Lugóvoy por la muerte, en Londres, de Alyexandr Litviñenko, acaecida en noviembre. Ambos personajes provienen del KGB y sus avatares.

25 mayo, 2007

Litviñenko fue coronel en el comité por la seguridad del estado (KGB en ruso), principal agencia de inteligencia soviética entre 1954 y 1991, cuya antecesora era la NKVD. Otro ex agente del KGB, el italiano Mario Scaramella, denunció el crimen y responsabilizó a los FSB. Vale decir, los servicios federales de seguridad, creados por el entonces presidente Borís Yetlsin en 1995.

La historia no carece de complicaciones. Por ejemplo, el hiato 1991/5 fue cubierto por los FSK (servicios federales de contraespionaje), donde operaban el muerto, su homicida y un grupo controlado por el actual presidente, Vladyímir Putin. Después, éste pasó a apoyar y financiar los FSB, donde actuaba Lugóvoy.

No obstante, la clave política del escándalo remite a Borís Byeredsovsky, un multimillonario cuya fortuna es difícil de explicar, transformado en duro crítico de Putin y refugiado en Londres. Litviñenko –mientras duraba una cruel agonía, provocada por el polonio 210- declaro que sus órdenes eran liquidar al exilado. “Traicionados” por Litviñenko, los FSB enviaron a Lugóvoy para eliminarlo.

Ahora, el procurador Macdonald libró el exhorto de extradición, tras largas investigaciones a cargo de New Scotland Yard. Por su parte, el Foreign office ha convocado al embajador ruso en Gran Bretaña para informarle de que se iniciará la segunda fase, o sea el pedido de gobierno a gobierno y la notificación a Interpol. Ésta deberá detener a Lugóvoy si lo encuentre fuera de territorio ruso.

Litviñenko fue coronel en el comité por la seguridad del estado (KGB en ruso), principal agencia de inteligencia soviética entre 1954 y 1991, cuya antecesora era la NKVD. Otro ex agente del KGB, el italiano Mario Scaramella, denunció el crimen y responsabilizó a los FSB. Vale decir, los servicios federales de seguridad, creados por el entonces presidente Borís Yetlsin en 1995.

La historia no carece de complicaciones. Por ejemplo, el hiato 1991/5 fue cubierto por los FSK (servicios federales de contraespionaje), donde operaban el muerto, su homicida y un grupo controlado por el actual presidente, Vladyímir Putin. Después, éste pasó a apoyar y financiar los FSB, donde actuaba Lugóvoy.

No obstante, la clave política del escándalo remite a Borís Byeredsovsky, un multimillonario cuya fortuna es difícil de explicar, transformado en duro crítico de Putin y refugiado en Londres. Litviñenko –mientras duraba una cruel agonía, provocada por el polonio 210- declaro que sus órdenes eran liquidar al exilado. “Traicionados” por Litviñenko, los FSB enviaron a Lugóvoy para eliminarlo.

Ahora, el procurador Macdonald libró el exhorto de extradición, tras largas investigaciones a cargo de New Scotland Yard. Por su parte, el Foreign office ha convocado al embajador ruso en Gran Bretaña para informarle de que se iniciará la segunda fase, o sea el pedido de gobierno a gobierno y la notificación a Interpol. Ésta deberá detener a Lugóvoy si lo encuentre fuera de territorio ruso.

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