La primera es la incertidumbre sobre la continuidad de la permanencia del reino en la Unión Europea, que se decidirá en un referéndum prometido por Cameron en 2017.Cameron está a favor de la separación y parecería, hoy, que la mayoría de la población también. Sin duda, serán tres largos años con desenlace difícil de discernir.
La segunda consecuencia es que las negociaciones no van a ser pan comido y podrían abundar en sorpresas. Cameron quiere controlar la inmigración intra Unión Europea y quiere, entre otras cosas polémicas, interrumpir beneficios a turistas de otros estados miembros de la Unión. Tiene mayoría, pero no mayoría absoluta.
El tercer punto es que, mientras se desarrollan todas las conversaciones sobre si Gran Bretaña se queda o se aparta de UE, con las divisiones que generará el tema, se debilitará la posición geopolítica de la UE porque le resultará más difícil presentar una posición unánime frente al presidente ruso Vladimir Putin sobre el caso ucrania.
El último es la perspectiva de que simultáneamente pudieran abrirse de la UE Gran Bretaña y Grecia. Perder ambas es perder mucho para le Unión europea. Según el Financial Times, probablemente Grecia esté segura hasta el referéndum en Gran Bretaña.