Gazprom usa a Bielorrusia para amenazar con otra guerra del gas

A diferencia del choque con Ucrania, hace casi un año, intimar a Minsk con cortes parece una “mise en scène”. Después de todo, la autocracia de Akyexandr Lukashenko es virtual títere de Moscú. El objetivo real parece ser el oeste europeo.

28 diciembre, 2006

Este miércoles, el gigante ruso del gas natural anticipó a los clientes de la UE, en particular Alemania y Polonia, que desde enero puede haber problemas con el abastecimiento del fluido. La razón invocada despierta sospechas: ha expirado un acuerdo de precios preferenciales entre Gazprom y Bielorrusia.

Lejos de ser una sorpresa, esto lo había previsto el ENI italiano, al firmar apresuradamente un convenio de asociación con el monopolio ruso, en noviembre. Por otra parte, el total control que ejerce Vladyímir Putin sobre su “colega” de Minsk excluye disidencias como la citada ahora en el preaviso a la UE.

Para tornar creíble lo improbable, Alyexyéi Mìller (presidente ejecutivo de Gazprom) le advirtió a Lukashenko que “no somos papá Noel y negociaremos con severidad”. No es casual que la “crisis” se desate empezando el invierno boreal. Tampoco que su eje sea el gasoducto Yamal-Europa occidental, que parte de la tundra nororiental y llega hasta Chequia pasando por Rusia Blanca, Polonia y Alemania. Las excelentes relaciones del gobierno nacionalista polaco con Minsk son otro factor curioso en esta trama a varias puntas.

Ese ducto transporta 20% del fluido exportado por Rusia a Occidente. Pero, sumando el Azul (aporta el 80% y atraviesa Ucrania, donde se divide en dos ramas: sur por Moldavia, oeste por Hungría), significa que Moscú controla 24% de todo el gas natural consumido en la UE más Suiza y menos las islas británicas. Del resto, 60% proviene de fuentes europeas –especialmente Noruega- en paulatino agotamiento, 11% de Argelia (que tiene alianza con Gazprom) y el resto del Cáucaso vía Turquía.

El ingreso de este país a la UE ha sido bloqueado por la Comisión Europea, que prefirió la apresurada incorporación de Rumania y Bulgaria, cuyo nivel de desarrollo es inferior al otomano. Incidentalmente, la dependencia del gas ruso alcanza 66% en Turquía, 73% en Austria, 80% en Chequia y 100% en Finlandia y Eslovaquia.,

Sin duda, Gazprom eligió un momento geopolítico propicio para “presionar selectivamente”, como señalaba un asesor de Angela Merkel, canciller (primera ministra) germana. Mientras tanto, la empresa privada cede al autoritarismo ruso. Así, Royal Dutch/Shell, Mitsui y Mitsubishi virtualmente congratularon a Putin, luego de que Gazprom les arrebatara el control de vastos yacimientos en Siberia oriental y Sajalin. En tren de ironías, el mayor cabildero de ese monopolio –timonea el proyecto del gasoducto báltico- es Gerhard Schröder, antecesor y rival de Merkel.

Otro hecho pone en duda la entidad de la “crisis” con Rusia Blanca: como es habitual a esta altura de cada año, surgen conflictos entre Gazprom y sus clientes vecinos. Tras meses de negociaciones, Georgia -que Rusia trata de sacar de la órbita norteamericana- aceptó subir el precio de US$ 110 a 235 por cada mil metros cúbicos de gas (de lo contrario, se lo cortaban)., Adzerbaidyán está por interrumpir el flujo de crudos rusos hacia el mar Negro, pues no admite un aumento similar y cuenta –a diferencia de Georgia- con posibilidades de represalias económicas. Todavía considerada “amiga”, Armenia eleva de US$ 70 a 110 el m3. Moldavia arregló un alza escalonada de US$ 105 a 170.

Este miércoles, el gigante ruso del gas natural anticipó a los clientes de la UE, en particular Alemania y Polonia, que desde enero puede haber problemas con el abastecimiento del fluido. La razón invocada despierta sospechas: ha expirado un acuerdo de precios preferenciales entre Gazprom y Bielorrusia.

Lejos de ser una sorpresa, esto lo había previsto el ENI italiano, al firmar apresuradamente un convenio de asociación con el monopolio ruso, en noviembre. Por otra parte, el total control que ejerce Vladyímir Putin sobre su “colega” de Minsk excluye disidencias como la citada ahora en el preaviso a la UE.

Para tornar creíble lo improbable, Alyexyéi Mìller (presidente ejecutivo de Gazprom) le advirtió a Lukashenko que “no somos papá Noel y negociaremos con severidad”. No es casual que la “crisis” se desate empezando el invierno boreal. Tampoco que su eje sea el gasoducto Yamal-Europa occidental, que parte de la tundra nororiental y llega hasta Chequia pasando por Rusia Blanca, Polonia y Alemania. Las excelentes relaciones del gobierno nacionalista polaco con Minsk son otro factor curioso en esta trama a varias puntas.

Ese ducto transporta 20% del fluido exportado por Rusia a Occidente. Pero, sumando el Azul (aporta el 80% y atraviesa Ucrania, donde se divide en dos ramas: sur por Moldavia, oeste por Hungría), significa que Moscú controla 24% de todo el gas natural consumido en la UE más Suiza y menos las islas británicas. Del resto, 60% proviene de fuentes europeas –especialmente Noruega- en paulatino agotamiento, 11% de Argelia (que tiene alianza con Gazprom) y el resto del Cáucaso vía Turquía.

El ingreso de este país a la UE ha sido bloqueado por la Comisión Europea, que prefirió la apresurada incorporación de Rumania y Bulgaria, cuyo nivel de desarrollo es inferior al otomano. Incidentalmente, la dependencia del gas ruso alcanza 66% en Turquía, 73% en Austria, 80% en Chequia y 100% en Finlandia y Eslovaquia.,

Sin duda, Gazprom eligió un momento geopolítico propicio para “presionar selectivamente”, como señalaba un asesor de Angela Merkel, canciller (primera ministra) germana. Mientras tanto, la empresa privada cede al autoritarismo ruso. Así, Royal Dutch/Shell, Mitsui y Mitsubishi virtualmente congratularon a Putin, luego de que Gazprom les arrebatara el control de vastos yacimientos en Siberia oriental y Sajalin. En tren de ironías, el mayor cabildero de ese monopolio –timonea el proyecto del gasoducto báltico- es Gerhard Schröder, antecesor y rival de Merkel.

Otro hecho pone en duda la entidad de la “crisis” con Rusia Blanca: como es habitual a esta altura de cada año, surgen conflictos entre Gazprom y sus clientes vecinos. Tras meses de negociaciones, Georgia -que Rusia trata de sacar de la órbita norteamericana- aceptó subir el precio de US$ 110 a 235 por cada mil metros cúbicos de gas (de lo contrario, se lo cortaban)., Adzerbaidyán está por interrumpir el flujo de crudos rusos hacia el mar Negro, pues no admite un aumento similar y cuenta –a diferencia de Georgia- con posibilidades de represalias económicas. Todavía considerada “amiga”, Armenia eleva de US$ 70 a 110 el m3. Moldavia arregló un alza escalonada de US$ 105 a 170.

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