El gobierno blanquea que 2014 será peor que lo previsto inicialmente, tanto en materia económica como en el plano fiscal. A esto se suma una pauta de gastos muy subestimada que será seguramente desbordada y financiada con emisión.
De fondo, la política económica sigue moviéndose sin reglas claras, como viene ocurriendo en los últimos años.
La reciente presentación del Proyecto de Ley de Presupuesto 2015 vuelve a poner sobre el tapete su falta de efectividad como herramienta de política económica.
Como ocurrió en los últimos años, los supuestos macroeconómicos voluntaristas utilizados para calcular los recursos y los lineamientos fiscales planteados (no incremento de salarios ni asignaciones, recortes de subsidios, moderación del gasto de capital, etc.) terminan volviéndolo poco creíble.
En 2010-2013 los gastos superaron a los inicialmente presupuestados en 18%.
El Proyecto sincera un cierre para este año mucho menos auspicioso de lo originalmente estipulado en el Presupuesto 2014 (estancamiento económico, inflación más elevada, menor saldo comercial y tipo de cambio más elevado) y más acorde a la realidad, pero marcando un punto de partida mucho más complejo de cara a 2015.
Si bien los lineamientos habituales en la elaboración del cálculo de erogaciones se mantienen vigentes (nuevamente se vuelve a suponer que los gastos crecerán por debajo de los recursos), lo cierto es que resulta cada vez más difícil sostener que habrá una recomposición fiscal cuando la realidad es otra.
De hecho, la novedad este año es que el Proyecto de Presupuesto, pese a que subestima fuertemente los gastos, parte por primera vez de un déficit fiscal para 2015.
Si bien este escenario en el frente fiscal podría interpretarse como un sinceramiento de situación económica actual, lo cierto es que es cada vez más difícil ocultar el deterioro fiscal pese a la subestimación.
Asimismo, el proyecto estima para 2015 un financiamiento récord vía emisión y reservas, pero aún así insuficiente para cerrar el bache fiscal.
Si a esto se agrega la propia dinámica de las erogaciones, que no hay incrementos previstos en ciertas partidas (salarios y asignaciones) y que en 2015 hay elecciones presidenciales, el deterioro fiscal efectivo podría ser incluso mayor.