lunes, 30 de diciembre de 2024

G-8: una cumbre sin perspectivas geopolíticas concretas

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Preparada para centrarse en hidrocarburos, la reunión de Petersburgo se halló ante una crisis bélica iniciada por Israel en Palestina y Líbano. Nuevamente, las grandes potencias parecen incapaces de controlar a sus propìos clientes locales.

Como solía ocurrir con los pequeños, agresivos países balcánicos hace justo un siglo, hoy los grandes no logran poner en caja a Tel Aviv, Hamás y, particularmente, los shi’íes de Hezbol-là. Ahora, no sólo Jacques Chirac, Tony Blair o Angela Merkel deploran los excesos israelíes -¿cuántos muertos costarán tres soldados secuestrados por el enemigo?-, pues también George W.Bush y Condoleezza Rice tratan de apaciguar, bien con gestos tibios, a un gobierno que se sospecha con divisiones internas.

Un días ante de la cumbre, por cierto, Washington y Moscpu intentaban separar la Líbano del problema. Pero ello implicaba levantar el bloqueo naval israelí a sus puertos. Simultánemente, rudos y chinos tratabn de frenar presuntas respuestas bélicas de Siria y su aliado, Irán. En el medio, la guerra civil iraquí no facilita justamente las cosas.

La actual ola de violencia en Levante se asemeja mucho más que las anteriores a los conflictos balcánicos de 1907 a 1912. “La iniciativa ha pasado totalmente a pequeños actores con el dedo en botón lanzaproyectiles. Las potencias son impotentes y eso se vio en Peterburgo”, señala el analista Franco Venturini.

En ese marco, nadie esperaban que el Grupo de los 8 fuese más allá de expresiones voluntaristas y recomendaciones a los combatientes. Nadie cree, por ahora, que esta crisis imite a la tercera guerra balcánica y desemboque en una conflagración general. Pero sus características y sus nexos con los precios internaciones de hidrocarburos (el pico de US$ 78,40 era especulativo, pero no podía ignorarse) son francamente turbadoras.

Por supuesto, la mecha la encendió Tel Aviv, segura de que Washington le sacaría las papas del fuego, de un modo u otro. Pero, este fin de semana, ni siquiera el bisoño Ehud Olmert se veía muy seguro de eso y barajaba la posibilidad de una mediación egipcia. Sin duda, la “operación Lìbano” consiguió que los sunníes de Hamás y los shi’íes de Hezbol-lá se uniesen y sumasen a Siria e, indirectamente, Irán. Israel libra ya una guerra en el sudoeste (Gaza) y una en el norte. Un tercer frente en Golán puede resultarle fatal. “Entretanto –observa el columnista italiano-, si los persas se meten, estrarán arrastrando a los afganos.

Como solía ocurrir con los pequeños, agresivos países balcánicos hace justo un siglo, hoy los grandes no logran poner en caja a Tel Aviv, Hamás y, particularmente, los shi’íes de Hezbol-là. Ahora, no sólo Jacques Chirac, Tony Blair o Angela Merkel deploran los excesos israelíes -¿cuántos muertos costarán tres soldados secuestrados por el enemigo?-, pues también George W.Bush y Condoleezza Rice tratan de apaciguar, bien con gestos tibios, a un gobierno que se sospecha con divisiones internas.

Un días ante de la cumbre, por cierto, Washington y Moscpu intentaban separar la Líbano del problema. Pero ello implicaba levantar el bloqueo naval israelí a sus puertos. Simultánemente, rudos y chinos tratabn de frenar presuntas respuestas bélicas de Siria y su aliado, Irán. En el medio, la guerra civil iraquí no facilita justamente las cosas.

La actual ola de violencia en Levante se asemeja mucho más que las anteriores a los conflictos balcánicos de 1907 a 1912. “La iniciativa ha pasado totalmente a pequeños actores con el dedo en botón lanzaproyectiles. Las potencias son impotentes y eso se vio en Peterburgo”, señala el analista Franco Venturini.

En ese marco, nadie esperaban que el Grupo de los 8 fuese más allá de expresiones voluntaristas y recomendaciones a los combatientes. Nadie cree, por ahora, que esta crisis imite a la tercera guerra balcánica y desemboque en una conflagración general. Pero sus características y sus nexos con los precios internaciones de hidrocarburos (el pico de US$ 78,40 era especulativo, pero no podía ignorarse) son francamente turbadoras.

Por supuesto, la mecha la encendió Tel Aviv, segura de que Washington le sacaría las papas del fuego, de un modo u otro. Pero, este fin de semana, ni siquiera el bisoño Ehud Olmert se veía muy seguro de eso y barajaba la posibilidad de una mediación egipcia. Sin duda, la “operación Lìbano” consiguió que los sunníes de Hamás y los shi’íes de Hezbol-lá se uniesen y sumasen a Siria e, indirectamente, Irán. Israel libra ya una guerra en el sudoeste (Gaza) y una en el norte. Un tercer frente en Golán puede resultarle fatal. “Entretanto –observa el columnista italiano-, si los persas se meten, estrarán arrastrando a los afganos.

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