G-20: China y Brasil dicen no a los ricos
Un bloque de economías emergentes incluye además Rusia, India, Argentina, Sudáfrica, Turquía y otras- rechazan la propuesta de Francia sobre alimentos. El clima en París es adverso al nuevo presidente del grupo, justamente Nicolas Sarkozy.
19 febrero, 2011
<p>Ya la primera jornada de las dos previstas quedó oscurecida por una “rebelión” de los principales países en desarrollo, dirigida contra el ambicioso mandatario francés. No satisfecho con París como sede, quiere Cannes para la reunión de noviembre. No obstante, observadores como Mario Draghi (banco central italiano) y analistas de varios países temen que París siga la suerte de Seúl y sus pretensiones queden en la nada.<br />
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Concretamente, China, Brasil y Rusia están resueltas a bochar la norma que buscan imponer los países industriales “viejos”. Imperturbable, Sarkozy puja por “cerrar el sábado con un acuerdo sobre indicadores económicos claves”. Pero Brasil recordó que los compromisos de Seúl quedaron en buena parte frustrados por la crisis de endeudamiento soberano persistente en la Eurozona.<br />
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Otros objetivos de la grandeur gala abarcan una reforma del sistema monetario mundial y nuevas reglas para instituciones multilaterales. Pero Sarkozy plantea en esencia “afrontar la volatilidad de precios para productos básicos”. Como si, precisamente ahora, el rubro hidrocarburos no anduviere a los tumbos a causa de la ola de alzamientos en Levante (y, por lo visto, también Wisconsin, nodo de cereales y afines).<br />
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El punto desvela a gobiernos, operadores, expertos y consumidores en una serie de economías tan centrales como emergentes. Ya se notan síntomas inflacionarios en materia de crudos (este viernes el Brent tocó picos de US$ 102,80 por barril). En el plano político, muchos participantes del G-20 no acompañan a Francia por una razón simple: como Gran Bretaña o Italia, son países centrales achicados. En Europa occidental, el protagonista es Alemania, en Europa oriental talla Rusia y en Asia-Pacífico dominan China, Estados Unidos y Japón.<br />
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A propósito, Beijing dicta condiciones a un eventual acuerdo sobre desequilibrios financieros, aunque no sobre precios de materias primas. Comúnmente acusada de mantener el yüan depreciado para promover exportaciones –casi todos lo hacen, claro-, China se opone a que se tomen en cuenta indicadores como tasas cambiarias o montos de reservas libres. Por otro lado, Xie Xuren (ministro de hacienda) propuso sustituir el criterio de cuenta corriente por el de balanza comercial. Sea como fuere, Francia tenía también dificultades para convencer a Brasil, Rusia y Turquía. Por encima de todo, Sarkozy no podía cerrar el encuentro sin tratar la violencia en Libia, Bahrein y Yemen.</p>
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