El INDEC presentó los resultados de la Encuesta Anual de Hogares Urbanos
(EAHU) correspondiente al tercer trimestre del 2013, que a diferencia de
la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que refiere a datos sólo de
los grandes aglomerados urbanos, expande su cobertura a las pequeñas
poblaciones del interior del país (2.000 habitantes o más).
De la EAHU se publicaban datos laborales, pero en esta ocasión una novedad
positiva es que también se presentaron datos sobre distribución del ingreso
por provincia.
Uno de los varios datos interesantes que ofrece este informe es el del ingreso
per capita de los hogares desagregado por provincia, evalúa el Instituto de
Desarrollo Económico y Social en el número 543 de su informe.
Según el INDEC, la mediana de ingresos per cápita de las familias en 2013
es de unos $2.500 por persona por mes. Esto quiere decir que la mitad de
los hogares argentinos vive con menos de $2.500 mensuales por persona.
Aunque este promedio esconde una fuerte heterogeneidad entre regiones.
Si bien muchos factores determinan las diferencias entre provincias uno
particularmente sugerente es la asociación entre nivel de ingreso de los
hogares y la conformación de las familias.
Así, en los datos publicados por el INDEC se observa que:
• En Chaco, Formosa, San Juan y Santiago del Estero hay 3,7 miembros
por hogar, el 37% de las mujeres trabaja y el ingreso per capita familiar
alcanza a $1.576 promedio.
• En el resto del NOA, Cuyo, Mesopotamia y región pampeana hay 3,4
miembros por hogar, el 42% de las mujeres trabaja y el ingreso per
capita familiar es de $2.310.
• En la Ciudad de Buenos Aires, Santa Cruz y Tierra del Fuego hay 3,0
miembros por hogar, el 50% de las mujeres trabaja y el ingreso per
capita familiar es de $4.822.
Estos datos muestran, como tendencia, que los mayores niveles de ingresos
están asociados a mayor tasa de empleo de las mujeres y menor tamaño de
los hogares.
Extremando la simplificación, la asociación observada podría esquematizarse
en que por cada punto porcentual que aumenta la tasa de empleo femenino
el ingreso per capita de los hogares aumenta en aproximadamente un 14%.
Esta manera de cuantificar la relación entre empleo femenino y nivel de
ingreso de los hogares es rudimentaria y requiere análisis estadísticos más
completos y sofisticados para darle rigurosidad y precisión.
Pero alcanza para explicitar la enorme importancia que tiene, como
determinante del progreso social, la generación de oportunidades laborales
de calidad para las mujeres.
Como surge de las diferencias entre las provincias argentinas, y con mayor
contundencia en la comparación entre países, a medida que las mujeres
encuentran mayores oportunidades de trabajo, aumenta el ingreso del hogar
y el tamaño de las familias tiende a ser menor.
El resultado es un incremento del ingreso per capita de la familia que implica
mejor calidad de vida presente y mejores condiciones de prosperidad para el
futuro debido a la mayor y mejor educación, recreación y formación de los
hijos.
Esto alerta de que los avances observados en materia social en la última
década, aunque importantes, son insuficientes y poco sustentables.
Por un lado porque están ligados a la bonanza originada en los altos precios
de las materias primas y muy bajas tasas de interés.
Por el otro, porque responden a una visión conservadora que pone más
énfasis en la distribución de recursos públicos vía asistencialismo que en
generar oportunidades para que las familias sea artífices de su propio
progreso.
Para dar un giro progresista en las políticas públicas es fundamental reformar
las instituciones laborales poniendo énfasis en la generación de empleos para
las mujeres, especialmente, para las jóvenes prevenientes de los hogares más
pobres.
El otro eje central es el rediseño de los planes asistenciales incorporando
incentivos a una maternidad responsable y a una mayor participación laboral,
en particular, modernizando la Asignación Universal por Hijo y el Progresar.
Las principales fuentes de progreso y bienestar son los aumentos de
productividad que sustentan mejoras de las remuneraciones y la masiva
generación de empleos de calidad para que las familias tengan más
miembros generadores de ingresos dentro del hogar.
De ahí que resulte fundamental que las instituciones laborales y la política
asistencial sean muy sensibles a los incentivos en favor de la maternidad
responsable y la activación de la mujer para su incorporación en el mercado
laboral.