Frenan a los rebeldes y Londres hace un papelón
El gobierno de Cirenaica no pudo aún con Sirte, cuna tribal de Muammar Ghadafi, pero retiene amén del bastión oriental- Misurata, Zawiya, Tarhuna, Zwara y Nahut. Todas en Tripolitania. En Benghazi, una misión británica dio un paso en falso.
7 marzo, 2011
<p>Entretanto, las tropas del coronel se mantenían en la capital, Sabratha, Zintán, Sirte y bin Jawad. Estas dos en la costa central, donde los opositores se consolidaban en Ras Lanuf. En el caso de Sirte, analistas militares europeos estiman que “defenderla le cuesta cada día más al coronel. Sería mucho más redituable recobrar plazas entre Misurata y la frontera tunecina, donde los efectivos del gobierno provisional se hacen fuertes”.<br />
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También se acentúa la guerra psicológica. Por una parte, Ghadafi sostiene haber recobrado Zawiya, Ras Lanuf, Misurata y –algo totalmente fantasioso- Tobruk. No obstante, residentes de las tres ciudades han desmentido la toma, aunque hay tropas gubernamentales en los alrededores de la más al oeste, Misurata, tercera población libia. En el terminal petrolero de Ras Lanuf, fuentes occidentales verificaron que la insurrección sigue en el control, tras rechazar ataques aéreos.<br />
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La desigualdad en poder de fuego, temen analistas norteamericanos –preocupados por las vacilaciones de Barack Obama, la OTAN y el consejo de seguridad-, puede convertir esta guerra civil en interminable. Las fuerzas orientales dan pelea pese a contar con un modesto arsenal de armas ligeras, ametralladoras, lanzagranadass, baterías antiaéreas y cañones antitanques. Esto contra tanques, artillería pesada, manpads, aviones y helicópteros, gracias a años de suministros vendidos por países europeos.<br />
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El lunes temprano, trascendió en Roma que se habían oído tiroteos cerca de Bab al-Aziziya, residencia de Ghadafi. Ello hizo sospechar enfrentamientos internos, quizás entre los hijos del caudillo. Poco antes, tres senadores estadounidenses –entre ellos el demócrata John Kerry- reclamaban crear de una vez por todas la zona de exclusión aérea. Al respecto, el secretario de defensa, Robert Gates, admitió que “pueden bombardearse aeropuertos para dejarlos inoperables”.<br />
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Otro ángulo político, en este caso poco agraciado, afectaba al consejo nacional de transición y a diplomáticos británicos. La torpeza de éstos frustró contactos para analizar la situación de presos de guerra, o sea mercenarios, en manos de Benghazi. El sábado, Londres informó que enviaba una misión a la capital rebelde para “brindar asesoría”. Pero cometió un grave error: no avisar de antemano e irrumpir en helicóptero, con siete guardaespaldas armados hasta los dientes, cincuenta kilómetros al sur de la segunda ciudad libia.<br />
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“Los ingleses ingresaron sin autorización y los detuvimos, pues somos un país soberano” afirmó Abdel Hafiz Ghogán, vocero del consejo. Pero olvidaba un pequeño detalle: muchos de los quinientos periodistas y camarógrafos presentes también habían entrado sin permiso de Benghazi ni Trípoli.</p>
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