Final del G20: tregua entre China y EE.UU

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Fue el mejor resultado posible: cese del fuego momentáneo hasta salir del atascadero.

El compromiso se originó al final del G20 en la reunión de ambos equipos liderados por Donald Trump y Xi Jing Ping, respectivamente con la activa presencia de ambos dirigentes.

Los chinos prometen comprar más productos agrícolas, industriales y energéticos desde Estados Unidos. Pero además, en los próximos tres meses, ambas partes negociarán sobre materias complicadas como régimen de la propiedad intelectual, y transferencia forzosa de tecnología. Hay tres meses para llegar a un acuerdo. Si no, cesa la tregua y se imponen los nuevos aranceles de castigo.

Este compromiso revela el fondo de la discrepancia. A EE.UU le molesta mucho el déficit comercial, pero más todavía el incesante avance de China en el desarrollo tecnológico, que amenaza la hegemonía estadounidense en este campo, e incluso en el ámbito militar.

El “cese el fuego” es conveniente para ambos países, pero tal vez más para Estados Unidos, ya que las cifras del intercambio comercial entre ambas potencias durante este año, agravaron las dimensiones del déficit que experimenta Estados Unidos.

Trump adelantaba antes de la reunión que había pocas posibilidades de lograr un acuerdo. Luego de la cena en el Hyatt Park Hotel de Buenos Aires, twiteó que había un adelanto muy alentador.

En verdad, para los analistas, ambos contendientes ganaron tiempo. Trump está acosado por una difícil situación judicial y política sobre sus vínculos con Rusia, justo cuando la cámara baja del Congreso es controlada por el opositor Partido Demócrata.

El desarrollo previsible para los observadores es que se enfría el conflicto, y que durante tres meses ambas burocracias se enzarzarán en duras discusiones. Pero nadie supone que el conflicto está terminado. Por el contrario, fue puesto en el congelador por tres meses. Pero puede resurgir con enorme virulencia.

Horas antes del encuentro, se firmó la Declaración final del G20 en su reunión en Argentina. Fue claramente un compromiso, pero con pasos más firmes que la sesión del año pasado en Hamburgo. Los participantes dejaron en claro su adhesión al Acuerdo de París y su defensa del medio ambiente. Estados Unidos dejó sentado que abandona ese acuerdo y que no cambiará de opinión en este tema.

También, con China a la cabeza, se defendieron criterios de apoyo al sistema multilateral de comercio, con obvias reservas por parte de Washington. Pero al menos el anfitrión, Mauricio Macri, pudo exhibir el documento como un logro significativo.

Muchos de los asesores y expertos en las delegaciones visitantes temían que se repitiera lo que acababa de ocurrir en la APEC (Asia Pacific Economic Cooperation). Por primera vez en 20 años de historia de la organización, no se lograron coincidencias para una declaración final. Comercio y seguridad fueron las grandes discrepancias entre las dos superpotencias.

Para muchos analistas, la tregua solo será provisoria. El verdadero eje del conflicto –señalan- es quién prevalecerá en 10 o 20 años más como el campeón en tecnología y como primera potencia hegemónica en el planeta.

 

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