A su vez, retrocedió 1,0% en términos desestacionalizados, terminando con la tendencia de nueve meses consecutivos de recuperación, desde mayo de año pasado. De esta forma, el nivel de actividad se encontró en febrero aún un 2,4% por debajo del primer bimestre de 2020, como lo explica el análisis de la consultora Ecolatina.
A nivel sectorial, 6 de 15 ramas mostraron un crecimiento interanual en el mes, con los Bienes registrando una mejor performance que los Servicios. En este sentido, la producción del primero se mantuvo estable en febrero (+0,3% i.a.), desacelerando su mejora en comparación a los dos meses anteriores (cuando habían avanzado cerca del +2% i.a.) y generando que su producción volviera a ubicarse por debajo de los niveles pre-pandemia.
Al interior, la ralentización se explicó principalmente por el desempeño de la industria manufacturera pese a que subió 1,6% i.a., dado que desaceleró su mejora producto de los parates de planta para limpieza y la toma de vacaciones. Además, impactó el magro desempeño de Electricidad, gas y agua (-8,7% i.a.) y Explotación de minas y canteras (-9,8% i.a.).
A contramano, sobresalió la evolución de la Construcción (+11,7% i.a.), que ya encadenó cuatro meses consecutivos de crecimiento interanual gracias a la reanudación de obras de mayor magnitud y la elevada demanda de insumos.
Por su parte, los Servicios volvieron a contraerse (-4,3% i.a.) y se mantienen en niveles inferiores a la pre-pandemia. Los sectores más golpeados continúan siendo los que tuvieron las mayores restricciones para operar: Hoteles y restaurantes (-38,2% i.a.), Otras actividades de servicios (-17,7% i.a.) y Transporte y comunicaciones (-15,6% i.a.). Por su parte, los dos sectores que se mantuvieron en niveles superiores a la pre-pandemia fueron Comercio (+3,4% i.a.) e Intermediación financiera (+3,5% i.a.).
¿Qué se espera?
Desde marzo, el nivel de actividad comenzará a mostrar un crecimiento en términos interanuales, dado que se comparará con los meses pandémicos, donde los puntos de partida son muy bajos. Por otra parte, la actividad retornaría al crecimiento desestacionalizado en marzo: los datos de producción automotriz, acero y materiales para la construcción mostraron un buen desempeño el mes pasado, marcando que la segunda ola de COVID todavía no había impactado en la producción.
Más adelante, entrado el segundo trimestre, el nivel de actividad se verá afectado por las mayores restricciones que traerá la aceleración de contagios de COVID. Hay que tener en cuenta que las nuevas limitaciones implementadas hace unos días son más focalizadas y orientadas a la circulación, y no afectan sensiblemente la producción de bienes y servicios a nivel agregado. De todas maneras, esto no alcanzaría para evitar que haya un retroceso sobre el nivel de actividad: los comercios achicaron sus horarios de venta al público, las personas comenzaron a resguardarse más en los hogares por la alta circulación del virus y algunas industrias y/o comercios podrían verse obligados a cerrar temporalmente en la medida que haya contagios del personal.
En este sentido, el impacto final sobre la economía estará determinado principalmente por la duración de la nueva ola de contagios, las nuevas restricciones y el ritmo de vacunación. A su vez, teniendo en cuenta que el contexto social es delicado, el Gobierno podría incrementar nuevamente su déficit para apaliar la crisis. En este sentido, ya se anunció el cobro de un bono para beneficiarios de AUH y monotributistas de las dos categorías más bajas, con un impacto fiscal acotado (representa un 0,1% del PBI, en tanto el paquete del año pasado rozó 3% del producto).
Además, al tratarse de un año electoral, el Ejecutivo se enfocará en mejorar rápidamente el poder adquisitivo de los hogares y bajar la inflación, y para lograrlo ya redujo la tasa de la depreciación del tipo de cambio oficial. Si bien nuestro escenario más probable no contempla una restricción generalizada a las importaciones, si se endurecen las trabas para acceder al mercado oficial de cambios, la actividad podría verse afectada, ralentizando la recuperación.
Si el nivel de actividad del primer bimestre se mantuviera sin variaciones en lo que resta del año, la economía crecería un 7,5% en 2021. Partiendo de este elevado arrastre estadístico, entonces, la actividad se recuperará en 2021, aunque más ayudada por bajas bases de comparación que por una recuperación genuina. Más allá de la dinámica económica, y de la misma forma que en 2020, el resultado estará muy determinado por la evolución del frente sanitario: es probable que la actividad retroceda de manera desestacionalizada en el segundo trimestre de 2021 (el propio gobierno espera un 7% de crecimiento, por debajo del arrastre estadístico actual), más explicado por un aumento de los contagios y una vuelta de las restricciones que por problemas en la recuperación. De esta forma, proyectamos un crecimiento de 6% en el promedio anual, siempre que los contagios no se disparen: en ese caso, el rebote podría ser menor.