Bolivia arde después de que quien fuera su presidente durante los último 14 años, Evo Morales, renunció y voló el domingo a México. Morales pidió asilo político en ese país luego de que se le acusara de autorizar elecciones fraudulentas.
Uno de los países más pobres de América latina, con 11 millones de habitantes, vivió semanas de violencia después de las elecciones el 20 de octubre. Morales intentaba ganar un cuarto periodo consecutivo en el poder.
Morales es un héroe entre los grupos marginalizados del país. Se convirtió en el campeón de los pobres y los oprimidos. Re-escribió la constitución y nacionalizó la industria del gas, puntal de la economía. Distribuyó generosamente las ganancias de esa industria mediante programas sociales. Esos logros le significaron tres victorias en elecciones sucesivas. Pero su legitimidad sufrió un duro golpe en 2016, cuando decidió ignorar los resultados de un referéndum nacional en el que los bolivianos votaron en contra de permitirle un cuarto período. Fue entonces cuando muchos de los que lo habían apoyado comenzaron a sentir que era hora de alternar.
En las elecciones del mes pasado Morales cantó victoria en la primera vuelta, pero la Organización de Estados Americanos (OEA), que supervisó el comicio, y la Unión Europea coincidieron en que había habido serias irregularidades en la votación.
Manuel González, presidente de la misión observadora de la OEA para las elecciones, emitió este comunicado. “a las 20:10 horas de ayer, por decisión del Plenum, el Tribunal Supremo Electoral, dejó de divulgar resultados preliminares con más del 80% de las actas escrutadas. 24 horas después, el tribunal presentó datos con un cambio inexplicable de tendencia que modifica drásticamente el destino de la elección y genera pérdida de confianza en el proceso electoral”.
Mientras aumentaba la violencia de la oposición, Morales aceptó volver a llamar a elecciones. Pero sus críticos no creían que pudiera garantizar una elección libre y justa. La presión siguió en aumento.
Durante el último fin de semana los miembros de la policía y el ejército desertaron en masa para unirse a las protestas. La posición del presidente se hizo insostenible. Eso llevó al líder militar de la nación a solicitar a Evo Morales que renuncie, cosa que hizo en la noche del domingo. Ahora el país se encuentra ante un futuro incierto, dividido entre los seguidores de Morales, que denuncian golpe de estado, y la oposición, que reclama que se restaure la ley y el orden y que se llame a elecciones lo antes posible.
La violencia continúa.