Europa podría vivir sin gas ruso durante años

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Los hábitos domésticos de bajar los termostatos 3C podrían reducir gran parte de la brecha entre la oferta y la demanda. Históricamente, Rusia ha suministrado por gasoducto alrededor del 30% del consumo de la UE y el Reino Unido.

Esas exportaciones ya se han reducido en 75%. Si Moscú las interrumpe por completo, ¿se congelarán los europeos en invierno, como viene advirtiendo la propaganda rusa? Es casi seguro que no. De hecho, parece que los europeos tienen mucha más capacidad de controlar la situación de lo que pensaban los alarmistas.

Gran parte de la demanda europea de gas es para calefacción. Si los europeos bajaran los termostatos de sus casas un promedio de 3 grados –o sea, hasta 19 grados este invierno — la diferencia sería enorme. La Agencia Internacional de la Energía (IAE) estimó en un informe de marzo que una reducción de 1C en los niveles medios de los termostatos de 22C en invierno ahorraría 10.000 millones de metros cúbicos de gas en la demanda de la UE y el Reino Unido.

Pero para ver el impacto de una reducción de 3 grados C, centrémonos en un grupo de nueve países europeos cuyos datos son los más completos: Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos, Austria, República Checa y Eslovaquia. En 2021, este grupo de la UE+ representaba 69% de la demanda de la UE y del Reino Unido.

El aumento de las importaciones de gas natural licuado y el giro de la industria hacia el empleo de más petróleo han reducido gran parte del déficit de 2023 causado por la pérdida de las importaciones rusas. Un descenso a una media de 19C resolvería dos tercios del déficit restante para estos nueve países.

Y si fuera acompañado de un recorte del 5% en el consumo de energía -que podría lograrse apagando la calefacción de habitaciones y edificios no ocupados-, el déficit desaparecería. ¿Hasta qué punto sería incómodo un descenso de 3C en la temperatura interior?

Sólo supondría reducir las temperaturas actuales de 22C a niveles ya experimentados en la historia reciente. Un estudio de 1982 reveló que la temperatura media en ambientes interiores en el Reino Unido era de unos 16C en 1978. Un estudio de 1996 del Departamento de Medio Ambiente, Transporte y Regiones del Reino Unido concluyó que las temperaturas interiores rondaban los 18C en invierno. Por tanto, 19C no es un precio muy alto teniendo en cuenta lo que está en juego con el comportamiento de Rusia.

Además, este inconveniente tendría que durar sólo un par de años, ya que Europa consigue atraer un creciente abastecimiento de GNL a la vez que aumenta la generación de energía solar y eólica. Se prevé que las importaciones del grupo UE+ de gas natural procedente de Rusia a través de gasoductos se reducirán de 103.000 millones de metros cúbicos en 2021 a 42.000 millones de metros cúbicos en 2022, lo que implica un descenso de 61.000 millones de metros cúbicos. Supongamos que caen a cero a partir de octubre de 2022.

Esto se compensará en parte con las importaciones de GNL de otros lugares. Dichas importaciones han aumentado más de lo que la AIE u otros analistas creían posible hace unos meses. Para 2022, se espera que la UE+ importe 41.000 millones de metros cúbicos más de GNL de otros lugares que en 2021, cubriendo el 67% de la caída prevista de las importaciones rusas.

A partir de 2023, se puede suponer con seguridad que los países seguirán importando entre 30% y 50% de las ampliaciones de la producción mundial de GNL. El cambio industrial también ha estado muy por encima de las expectativas de la mayoría de los analistas.

El sector industrial del grupo UE+ ya ha cambiado el 35% de su consumo de gas natural por petróleo. Se espera que la capacidad adicional de energía eólica y solar ayude a sustituir 3.000 millones de metros cúbicos al año de gas natural, con la posibilidad de aumentar más. Pero esto sigue sin ser suficiente para evitar la escasez de gas natural en el futuro.

Sin una mayor reducción de la demanda, se prevé un déficit de 28.000 millones de metros cúbicos para el grupo UE+ en 2023, con una reducción del suministro ruso de 103.000 millones de metros cúbicos, un aumento de las importaciones de GNL de 50.000 millones de metros cúbicos y un cambio industrial de 30.000 millones de metros cúbicos hacia el petróleo. Según las cifras de la AIE, un descenso de 3C en los niveles medios de los termostatos hogareños reduciría esa cifra en 21.000 millones de metros cúbicos.

Para evitar el malestar social, los gobiernos de la UE y el Reino Unido han optado por proteger a los consumidores de la mayor parte del aumento de los precios mayoristas del gas natural.

Por tanto, no es de esperar que se produzca un descenso significativo en la demanda de los consumidores, a no ser que se generalicen las campañas de concientización sobre las formas de ahorrar energía, como bajar los termostatos.

El ajuste más duro será en los próximos seis meses. Si Europa puede hacer lo que hace falta para reducir la demanda, habrá demostrado no sólo que es más resistente de lo que se pensaba, sino que puede vivir sin el gas ruso. Esto reducirá mucho la presión sobre el mercado y hará que los precios bajen considerablemente, ya que la situación se suavizará año tras año. Además de los posibles ingresos de US$ 100.000 millones procedentes de las exportaciones de gas natural a Europa, Rusia habrá perdido gran parte de su capacidad de chantaje energético a los países europeos.

 

 

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