Euro: ¿está perdiendo el brillo de años atrás?

La nueva Unión Europea se parece a Gran Bretaña y Suecia. Los miembros admitidos con riesgosa prisa en abril de 2003 no tienen apuro en adherir a la moneda de la Eurozona (“los 12”). No les gustan el Banco Central Europeo ni su presidente.

20 febrero, 2006

Polonia –lo dijo el nuevo presidente, Lech Kaczynski- ha congelado gestiones para entrar en ese grupo, que abarca Francia, Alemania, el Benelux, Austria, Irlanda, España, Portugal, Grecia, Dinamarca e Italia. Chequia y Hungría también pierden interés. Así han señalado Vaclav Klaus y Ferenc Gyurcsany, respectivos jefes de gobierno.

Varsovia ha ido más lejos y estudia un referendo para decidir si adhiere o no al euro. En suma, la moneda común deja de interesar fuera de la Eurozona. Pero el tratado de ingreso de los diez (Polonia, las tres repúblicas bálticas, Chequia,, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, las increíbles Chipre y Malta) técnicamente las obliga a aceptar el euro.

Sólo que todavía no se han establecido forma ni tiempo de hacerlo. Tal vez, eso se demore “sine die”. Por de pronto, entre bambalinas operan las diplomacias británica y rusa que, por motivos distintos, no desean que el euro se extienda a 24 de los 25 socios (Londres, claro no tiene la menor intención de adherir). Más allá de la UE, Suiza, Noruega e Islandia siguen haciendo su vida y no les va mal.

“En menor lapso que el previsible, los nuevos miembros se han dotado de bancos centrales sólidos y otras instituciones monetarias que los alejan del euro. Ya nadie lo ve como la panacea prometida por el tratado de Maastricht o el ortodoxo, poco eficaz BCE”. Así señalaba Daniel Gros, director del Centro europeo de estudios políticos (CEP, Bruselas). “El virtual fracaso del tratado constitucional perjudicó mucho a la moneda común, como también la hegemonía francogermana en el BCE ”.

Varsovia es un caso extremo. La plataforma del partido “Ley y justicia”, encabezado por los hermanos Kaczynski (Lech es ahora presidente, Kazimierz primer ministro), privilegia la defensa del zloty (peso oro). Por otra parte, Polonia –como Italia, Alemania o Francia- no le hace caso al tope de 3% para la relación entre producto bruto interno y déficit fiscal primario.

“Si los polacos aceptan, por referendo, adherir al euro, se hará. De lo contrario, pediremos modificaciones al tratado de Maastricht y al compromiso de estabilidad fiscal”. Eso puntualizó Konrad Szymanski, eurodiputado enviado a Estrasburgo por el nuevo oficialismo. Como se sabe, el parlamento de la UE no simpatiza con el compromiso fiscal ni con Jean-Claude Trichet, ex directivo bancario de turbia historia impuesto por Francia al frente del BCE (tras desprocesarlo en un par de causas).

Polonia –lo dijo el nuevo presidente, Lech Kaczynski- ha congelado gestiones para entrar en ese grupo, que abarca Francia, Alemania, el Benelux, Austria, Irlanda, España, Portugal, Grecia, Dinamarca e Italia. Chequia y Hungría también pierden interés. Así han señalado Vaclav Klaus y Ferenc Gyurcsany, respectivos jefes de gobierno.

Varsovia ha ido más lejos y estudia un referendo para decidir si adhiere o no al euro. En suma, la moneda común deja de interesar fuera de la Eurozona. Pero el tratado de ingreso de los diez (Polonia, las tres repúblicas bálticas, Chequia,, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, las increíbles Chipre y Malta) técnicamente las obliga a aceptar el euro.

Sólo que todavía no se han establecido forma ni tiempo de hacerlo. Tal vez, eso se demore “sine die”. Por de pronto, entre bambalinas operan las diplomacias británica y rusa que, por motivos distintos, no desean que el euro se extienda a 24 de los 25 socios (Londres, claro no tiene la menor intención de adherir). Más allá de la UE, Suiza, Noruega e Islandia siguen haciendo su vida y no les va mal.

“En menor lapso que el previsible, los nuevos miembros se han dotado de bancos centrales sólidos y otras instituciones monetarias que los alejan del euro. Ya nadie lo ve como la panacea prometida por el tratado de Maastricht o el ortodoxo, poco eficaz BCE”. Así señalaba Daniel Gros, director del Centro europeo de estudios políticos (CEP, Bruselas). “El virtual fracaso del tratado constitucional perjudicó mucho a la moneda común, como también la hegemonía francogermana en el BCE ”.

Varsovia es un caso extremo. La plataforma del partido “Ley y justicia”, encabezado por los hermanos Kaczynski (Lech es ahora presidente, Kazimierz primer ministro), privilegia la defensa del zloty (peso oro). Por otra parte, Polonia –como Italia, Alemania o Francia- no le hace caso al tope de 3% para la relación entre producto bruto interno y déficit fiscal primario.

“Si los polacos aceptan, por referendo, adherir al euro, se hará. De lo contrario, pediremos modificaciones al tratado de Maastricht y al compromiso de estabilidad fiscal”. Eso puntualizó Konrad Szymanski, eurodiputado enviado a Estrasburgo por el nuevo oficialismo. Como se sabe, el parlamento de la UE no simpatiza con el compromiso fiscal ni con Jean-Claude Trichet, ex directivo bancario de turbia historia impuesto por Francia al frente del BCE (tras desprocesarlo en un par de causas).

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