<p>Las señales son claras. La RF comprará al sistema US$ 300.000 millones en bonos de tesorería, más una suma muy superior en otros títulos de renta fija. Además, el comité de política monetaria resolvió, el jueves 19, aumenta de uno a US$ 1,15 billones las facilidades para créditos a término respaldados en activos (TALF en inglés).<br />
Para varios ortodoxos, es una nueva forma de emitir sin respaldo y no se diferencia de medidas iniciadas por el gobierno republicano con el megarrescate por US$ 700.000 millones en octubre. Era el programa pro alivio de activos tóxicos (TARP), puesto por Henry Paulson (Tesoro) en manos de Neel Kashkari, hombre de Goldman Sachs. <br />
La nueva inyección de “liquidez ficticia” (palabras de Paul Krugman) se decidió luego de que los bancos centrales de Japón, Gran Bretaña, Alemania y economías centrales menores rebajaran tasas referenciales y saliesen a tomar bonos (la Eurozona hizo lo primero, aunque no todavía lo segundo). Fue curioso que, hasta el anuncio del comité, la RF ni siquiera mencionara el tema. <br />
Los efectos inmediatos de la “táctica Powell” fueron notables. Los rindes para letras del tesoro a diez años cayeron medio punto en minutos y el dólar perdió 3% ante el euro, su mayor baja diaria en años. Así, la divisa rival llegó hasta US$ 1,37, esto es un dólar a 73 centavos de euro.<br />
En otro frente, la inflación minorista repuntó lo bastante como para que la Reserva Federal se sintiera a cubierto de presiones deflacionarias y no precisase seguir bajando tasas. En realidad, ya no podía: el tipo básico está en cero anual y el redescuento en apenas 0,25%. Ahora, el Banco Central Europeo deberá hacer algo: sus obsesiones con el tratado de Maastricht (1996), el equilibrio fiscal y la inflación carecen de sostén. <br />
Pero ¿por qué la RF actúa como esta semana? Hay varias teorías. Una asocia las bonificaciones ejecutivas en American International Group, objeto de la vindicta pública, que amenazaban ese nuevo rescate por US$ 1,15 billones. Pero, en una movida inesperada, el gobierno aplicó 90% de gravamen a pagos ya percibidos por la cúpula –excepto Edgard Liddy, el interventor- y 6.400 operadores. Esto, sin duda, favorece las tácticas de choque e intimidación apoyadas por casi todos los doce miembros del comité. Benjamín Bernanke, el presidente, no debió desempatar. Varios observadores se preguntan ahora qué otras cosas baraja el emisor y aún no saca a luz. </p>
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Estrategia de la Reserva: inyectar recursos masivos
El banco central de Estados Unidos está en batalla y, al parecer, apela a la doctrina de Colin Powell (guerra del golfo, 1990/1). Esto es, la guerra como última salida, pero con todo el potencial disponibles. Entretanto, hostigar al enemigo con creciente fuerza.