<p>No obstante, el presidente vitalicio Bashar al-Assad, hizo algunos gestos conciliatorios para calmar la ira pública. Vale decir, intentaba frenar la misma ola de violencia que azota un país árabe tras otro. En particular, extremos tan sangrientos como la guerra civil libia –degenerada en internacional- o los brotes en Bahrein y Yemen.<br />
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Siria es un estado policial célebre por la represión brutal a cualquier protesta callejera. Pero, por otro lado, tiene fronteras con Israel y, ya la semana pasada, hubo problemas en varios centros urbanos. En el reciente caso de Dara’a, la gente se sintió manoseada cuando las autoridades detuvieron a alumnos primarios y secundarios.<br />
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En forma inopinada, tratándose del dictador hereditario, al-Assad presentó condolencias a los deudos por intermedio del vicecanciller Feisal Mekdad y el ministro de asuntos municipales, Tamer al-Hadyeh. No obstante, los sirios permanecían alrededor de la mezquita Omarí, en Dara’a, coreando demandas. <br />
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Entre ellas, la libertad de presos políticos, el procesamiento de quienes mataron o malhirieron personas o los enviaron al hospital y la abolición del estado de sitio (lleva 48 años, todo un récord aun para países árabes). <br />
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También exigen más libertades civiles y el fin de la corrupción sistémica, rasgo de la familia Assad. <br />
Mientras un grupo de prominentes ciudadanos de Dara’a (sudoeste de Siria, cerca de Jordania) parlamentaba con los ministros enviados por Damasco, las calles eran un pandemonio. La policía agravaba el clima y enfurecía a la gente, que comenzó a arrancar los ubicuos carteles con la efigie presidencial. A diferencia de jornadas anteriores, los uniformados no portaban armas de fuego. <br />
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En esta ocasión, los manifestantes rompieron vallas de seguridad e irrumpieron nuevamente en las oficinas locales del partido único. Además, quemaron los tribunales comunales y una sucursal de SiriaTel, la telefónica propiedad de Ramí Majluf, primo del presidente. <br />
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Estalló un brote de violencia en Siria
Manifestantes les prendieron fuego a la sede del partido Baath (socialista) y varios edificios de gobierno en la ciudad de Daraa, sur del país. Este lunes volvían a chocar con la policía por cuarto día. Hubo un par de muertos y docenas de heridos.