Estados Unidos y sus molestas incógnitas económicas

Durante meses, arreciaron las malas noticias, desde crisis hipotecaria y crediticia hasta alza de crudos (inician el año a US$ 100). La palabra “recesión” empezó a oírse por todas partes. Hasta ahora, empero, subsiste un modesto crecimiento.

3 enero, 2008

¿Hasta cuándo se sostendrá esta modesta expansión? Algunos analistas esperan pronta respuesta: o los factores negativos hacen zozobrar el barco, o una nueva fuente de crecimiento surge para mantener el gasto de las personas, pese a problemas inmobiliarios y crediticios. “Las probabilidades son cincuenta a cincuenta”, creía Mark Zander, de Moody’s Economy.com, antes de que el petróleo tocase US$ 100, el oro 860 y los principales paneles de Wall Street cayeran –el miércoles 2- de 1,44 a 1,67%.

El año pasado no fue apto para corazones vacilantes. A medida como la deuda hipotecaria pasaba a chatarra, los bancos endurecían el crédito. Cedía la creación de trabajo y aumentaba los temores estanflacionarios. No obstante, un grupo de firmas norteamericanas vendía bien en el exterior, gracias a un dólar muy barato (rozó 67,2 centavos de euro).

Por supuesto el desinfle de la burbuja inmobiliaria sigue siendo un problema. Una era de crédito y especulación fáciles (2001/6) condujo a 2.100.00 de viviendas desocupadas o invendibles en 2007, o sea 2,6% de las existencias totales. Aun en las duras recesiones a principios de los años 80 y 90, la sobreoferta no excedía de 1,9%.

Ese 2,6% no volverá a niveles normales, estiman varios expertos, hasta que los precios caigan al menos 15% respecto de sus picos, alcanzados a mediados de 2006. Hasta diciembre último, han cedido algo menos de 7%, según el índice S&P/Case-Shiller. Entretanto, continúan embargos y ejecuciones, ahora en desmedro de deudores mejor calificados que los del segmento menos solvente.

El año pasado, los problemas implicaban malas hipotecas –es decir, usurarias-, otorgadas a propietarios de baja calificación financiera. Terminando noviembre, casi 25% estaba en cese de pagos, según la Reserva federal de Nueva York. Si bien las insolvencias entre deudores de mejor calidad eran muchas menos, habían empezado a aumentar. También en noviembre, 6,6% de préstamos hipotecarios a ese segmento (conocido por “alt-A”) acumulaban sesenta o más días de atraso, estaban en ejecución o en desalojo. En agosto, la proporción no subía de 4,3%.

Durante el auge de valores inmobiliarios, los norteamericanos convertían viviendas cada vez más caras en efectivo, vendiendo o refinanciando propiedades. En 2004/6, se movían más de US$ 800.000 millones anuales en ese mercado especulativo. Este flujo comenzó a agotarse velozmente desde inicios de 2007.

Surge acá la situación negativa más plausible: caída de precios inmobiliarios, consumidores remisos a comprar y despidos, especialmente en el sector minorista. Al mismo tiempo, las se reducen inversiones en banca y construcción, con lo cual se contrae el PBI. En una palabra, recesión o estanflación.

En un informe, días atrás, Hongkong & Shanghai Banking Corp. pronostica que el desempleo en EE.UU. pasará de 4,7% promedio en 2007 a 5,3% para fines de 2008. Esa economía generará unos 40.000 puestos no rurales por mes, esto es apenas un tercio del ritmo en 2007.

¿Hasta cuándo se sostendrá esta modesta expansión? Algunos analistas esperan pronta respuesta: o los factores negativos hacen zozobrar el barco, o una nueva fuente de crecimiento surge para mantener el gasto de las personas, pese a problemas inmobiliarios y crediticios. “Las probabilidades son cincuenta a cincuenta”, creía Mark Zander, de Moody’s Economy.com, antes de que el petróleo tocase US$ 100, el oro 860 y los principales paneles de Wall Street cayeran –el miércoles 2- de 1,44 a 1,67%.

El año pasado no fue apto para corazones vacilantes. A medida como la deuda hipotecaria pasaba a chatarra, los bancos endurecían el crédito. Cedía la creación de trabajo y aumentaba los temores estanflacionarios. No obstante, un grupo de firmas norteamericanas vendía bien en el exterior, gracias a un dólar muy barato (rozó 67,2 centavos de euro).

Por supuesto el desinfle de la burbuja inmobiliaria sigue siendo un problema. Una era de crédito y especulación fáciles (2001/6) condujo a 2.100.00 de viviendas desocupadas o invendibles en 2007, o sea 2,6% de las existencias totales. Aun en las duras recesiones a principios de los años 80 y 90, la sobreoferta no excedía de 1,9%.

Ese 2,6% no volverá a niveles normales, estiman varios expertos, hasta que los precios caigan al menos 15% respecto de sus picos, alcanzados a mediados de 2006. Hasta diciembre último, han cedido algo menos de 7%, según el índice S&P/Case-Shiller. Entretanto, continúan embargos y ejecuciones, ahora en desmedro de deudores mejor calificados que los del segmento menos solvente.

El año pasado, los problemas implicaban malas hipotecas –es decir, usurarias-, otorgadas a propietarios de baja calificación financiera. Terminando noviembre, casi 25% estaba en cese de pagos, según la Reserva federal de Nueva York. Si bien las insolvencias entre deudores de mejor calidad eran muchas menos, habían empezado a aumentar. También en noviembre, 6,6% de préstamos hipotecarios a ese segmento (conocido por “alt-A”) acumulaban sesenta o más días de atraso, estaban en ejecución o en desalojo. En agosto, la proporción no subía de 4,3%.

Durante el auge de valores inmobiliarios, los norteamericanos convertían viviendas cada vez más caras en efectivo, vendiendo o refinanciando propiedades. En 2004/6, se movían más de US$ 800.000 millones anuales en ese mercado especulativo. Este flujo comenzó a agotarse velozmente desde inicios de 2007.

Surge acá la situación negativa más plausible: caída de precios inmobiliarios, consumidores remisos a comprar y despidos, especialmente en el sector minorista. Al mismo tiempo, las se reducen inversiones en banca y construcción, con lo cual se contrae el PBI. En una palabra, recesión o estanflación.

En un informe, días atrás, Hongkong & Shanghai Banking Corp. pronostica que el desempleo en EE.UU. pasará de 4,7% promedio en 2007 a 5,3% para fines de 2008. Esa economía generará unos 40.000 puestos no rurales por mes, esto es apenas un tercio del ritmo en 2007.

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