Estados Unidos vuelve a arremeter contra la ONU

Respondió con fuertes críticas al llamamiento hecho por el secretario general del organismo, Kofi Annan, ante la Comisión de Derechos Humanos a las potencias ocupantes de Irak para que cumplan las convenciones de Ginebra.

24 abril, 2003

Poco después de que Annan abandonara la sala, en una improvisada conferencia de prensa, la jefa de la delegación norteamericana, Jeane Kirkpatrick, y el embajador de ese país ante la ONU, Kevin E. Moley, lanzaron fuertes andanas contra el alto funcionario ghanés.

Moley rompió el fuego señalando que EEUU “ha dejado bien claro no sólo con sus palabras sino también mediante sus acciones desde el primer día” su respeto del derecho internacional, por lo que “resulta chocante que nos llame la atención” al respecto.

En su discurso, Kofi Annan expresó su esperanza de que “comience ahora en Irak una nueva era de respeto de los derechos humanos” e instó a la “coalición” ocupante a dar ejemplo “dejando claro que actuarán estrictamente en el marco de las convenciones de Ginebra y el reglamento de La Haya sobre el trato a los prisioneros de guerra”.

También les instó a “demostrar con sus acciones que aceptan responsabilizarse como potencias ocupantes del orden público y la seguridad, así como del bienestar de la población”.

El embajador Moley criticó no sólo esos llamamientos sino también otro párrafo del discurso de Annan en el que éste afirma que “la decisión de ir a la guerra sin autorización específica del Consejo de Seguridad ha creado profundas divisiones, que tendremos que superar si queremos hacer frente de modo eficaz no sólo a las secuelas en Irak sino a otros importantes desafíos internacionales”.
“Kofi Annan debería saber que EEUU tenía autorización concreta para ir a la guerra en Irak según las resoluciones 678, 687 y 1441 de las Naciones Unidas”, dijo Moley, por lo que esa afirmación “es una enorme falsificación de los hechos”.

Por su parte, Jean Kirkpatrick dijo que “Kofi Annan conoce esas resoluciones y el contenido de cada una de ellas”, y agregó que la número 687 “contiene las condiciones de las negociaciones de alto el fuego” al final de la Primera Guerra del Golfo, condiciones que Irak no cumplió, según había reconocido el propio secretario general en ocasiones anteriores. “Es una falta muy grave por parte de Annan”, dijo Kirkpatrick, quien se preguntó por sus motivos para haber actuado así.

Al margen de las inspecciones

Por otra parte, el ministro de Defensa británico, Geoff Hoon, no consideró necesario que la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak sea realizada por inspectores de Naciones Unidas, sino que podría ser llevada a cabo por un país que no haya participado en la guerra.
“Siempre dijimos que debería haber un elemento independiente. No impusimos como condición que éste tenga que ser Naciones Unidas”, dijo Hoon.

Todo demuestra que el rol que la ONU jugará en la posguerra se mantendrá abocado a las tareas de ayuda humanitaria. Los aliados quieren al organismo lejos de problemáticas tales como la existencia de armas de destrucción masiva o la reconstrucción de Irak. Por razones, quizás oscuras, desean la exclusiva en cuanto a esas temáticas.

Poco después de que Annan abandonara la sala, en una improvisada conferencia de prensa, la jefa de la delegación norteamericana, Jeane Kirkpatrick, y el embajador de ese país ante la ONU, Kevin E. Moley, lanzaron fuertes andanas contra el alto funcionario ghanés.

Moley rompió el fuego señalando que EEUU “ha dejado bien claro no sólo con sus palabras sino también mediante sus acciones desde el primer día” su respeto del derecho internacional, por lo que “resulta chocante que nos llame la atención” al respecto.

En su discurso, Kofi Annan expresó su esperanza de que “comience ahora en Irak una nueva era de respeto de los derechos humanos” e instó a la “coalición” ocupante a dar ejemplo “dejando claro que actuarán estrictamente en el marco de las convenciones de Ginebra y el reglamento de La Haya sobre el trato a los prisioneros de guerra”.

También les instó a “demostrar con sus acciones que aceptan responsabilizarse como potencias ocupantes del orden público y la seguridad, así como del bienestar de la población”.

El embajador Moley criticó no sólo esos llamamientos sino también otro párrafo del discurso de Annan en el que éste afirma que “la decisión de ir a la guerra sin autorización específica del Consejo de Seguridad ha creado profundas divisiones, que tendremos que superar si queremos hacer frente de modo eficaz no sólo a las secuelas en Irak sino a otros importantes desafíos internacionales”.
“Kofi Annan debería saber que EEUU tenía autorización concreta para ir a la guerra en Irak según las resoluciones 678, 687 y 1441 de las Naciones Unidas”, dijo Moley, por lo que esa afirmación “es una enorme falsificación de los hechos”.

Por su parte, Jean Kirkpatrick dijo que “Kofi Annan conoce esas resoluciones y el contenido de cada una de ellas”, y agregó que la número 687 “contiene las condiciones de las negociaciones de alto el fuego” al final de la Primera Guerra del Golfo, condiciones que Irak no cumplió, según había reconocido el propio secretario general en ocasiones anteriores. “Es una falta muy grave por parte de Annan”, dijo Kirkpatrick, quien se preguntó por sus motivos para haber actuado así.

Al margen de las inspecciones

Por otra parte, el ministro de Defensa británico, Geoff Hoon, no consideró necesario que la búsqueda de armas de destrucción masiva en Irak sea realizada por inspectores de Naciones Unidas, sino que podría ser llevada a cabo por un país que no haya participado en la guerra.
“Siempre dijimos que debería haber un elemento independiente. No impusimos como condición que éste tenga que ser Naciones Unidas”, dijo Hoon.

Todo demuestra que el rol que la ONU jugará en la posguerra se mantendrá abocado a las tareas de ayuda humanitaria. Los aliados quieren al organismo lejos de problemáticas tales como la existencia de armas de destrucción masiva o la reconstrucción de Irak. Por razones, quizás oscuras, desean la exclusiva en cuanto a esas temáticas.

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