El gobierno de Bush, las grandes compañías energéticas del
mundo y los países con grandes reservas comprobadas de gas, promueven la
creación de un mercado global para el gas natural. El motivo, es más
abundante y menos contaminante que el petróleo y necesario para sostener
crecimiento económico.
El gobierno de Estados Unidos, que ya comienza a ver reducida su propia producción
del combustible y advierte la necesidad inminente de importar grandes cantidades
de gas natural, está tomando medidas para recibirlo, en forma licuada y
transportado en buques tanque hasta sus costas. En los grandes mercados gasíferos
— Qatar, Irán, Rusia, Angola, Yemen y Argelia – las grandes petroleras
internacionales protagonizan ya una desenfrenada carrera por satisfacer la demanda
de combustible en los países industrializados.
Por su parte, el proyecto de Bush tropieza con fuerte resistencia en su país.
Los gobiernos de algunos de los estados donde las empresas energéticas
proyectan construir las terminales que recibirían los buques cisterna con
sus cargas de gas natural licuado (GNL) — entre ellos Alabama, California, Maine,
Massachussets, Nueva Jersey y Rhode Island – dicen que podrían ser víctimas
de explosiones catastróficas, accidentales o planeadas por terroristas.
En la pulseada, George W. Bush, propuso una ley actualmente tratada en el Senado
que permitirá al gobierno federal invalidar la decisión de los
estados. Si se aprueba, "la Federal Energy Regulatory Commission
tendrá autoridad para elegir los sitios donde se ubicarán las
terminales para que el país puede aumentar su utilización de gas
natural licuado" dijo Bush en abril. El proyecto prevé la construcción
de por lo menos ocho nuevas terminales para GNL en 2010. Actualmente hay cuatro,
que fueron construidas en los ´60 y ´70 en Georgia, Louisiana, Maryland y Massachussets.
Las grandes empresas productoras de gas quieren construir más de 40
terminales de ese tipo a un costo que oscila entre US$ 500 y US$ 1.000 millones
cada una. El conflicto surge cuando grupos de científicos y ambientalistas
dicen que la nación, otra vez más, pone poco interés en
mejorar el consumo eficiente de energía invirtiendo en otros métodos
de generar calor y potencia, como por ejemplo, energía eólica
y nuclear.
Mientras tanto, las compañías que brindan servicios públicos
y que dependen del gas natural importado, advierten que Estados Unidos corre
el mismo riesgo que cuando dependía del petróleo de los inestables
países del Medio Oriente. Los cálculos dicen que el gas natural
superará al carbón y rivalizará con el petróleo
como principal combustible fósil mundial para 2025, o antes. Hay US$
100.000 millones de dólares en proyectos para crear un mercado global
para el gas, que será cada vez más vital en la generación
de electricidad, calentar y refrigerar edificios, fabricar los fertilizantes
que ayudan a alimentar el mundo y hacer andar algunos vehículos.
Ese combustible representa hoy 24% del consumo energético de Estados
Unidos. Más abundante y menos contaminante que el petróleo, aunque
como éste emite gases de invernadero, se ha vuelto mucho más popular
en la última década cuando se lo eligió para alimentar
nuevas plantas energéticas. Pero, como ocurrió antes con el petróleo,
Estados Unidos dejó de ser autosuficiente y va a depender de las importaciones
para que la población siga consumiéndolo. El precio se duplicó
en los últimos cinco años poniendo al país en situación
vulnerable frente a posibles aumentos de precio. Porque aunque el mercado mundial
todavía está en pañales, algunas naciones quieren formar
un cartel para controlar el precio así como hace la OPEP con el petróleo.
Pero a diferencia del petróleo, el gas es muy difícil y caro de
trasladar por el mundo. Para llevarlo a estado líquido, debe ser enfriado
a 260° bajo cero, reduciendo su volumen aproximadamente unas 600 veces.
Una vez llagado a destino, debe ser recalentado una vez más para que
pueda ser usado como combustible.
Pero sus ventajas son muchas, especialmente en términos de conveniencia
y costo. Mientras un barril de petróleo cuesta aproximadamente US$ 50
en el mercado mundial, 6.000 pies cúbicos de gas natural (que equivalen
a un barril de petróleo) son mucho más baratos. Aun proviniendo
de un país del Medio Oriente como Qatar, probablemente costaría
entre US$ 18 y US$ 24, según el experto Bernard J. Picchi, de Foresight
Research Solutions en Nueva York.
Alguna vez despreciado por las empresas petroleras como una molestia cuando
lo encontraban en las napas junto con las reservas de petróleo, también
es mucho más abundante. La gigantesca compañía británica
British Petroleum (BP) estima que las reservas globales equivalen a 67 años
de suministro a tasas actuales de producción, comparadas con las reservas
de petróleo crudo equivalentes a 41 años de provisión anual.
Pero este boom alrededor del GNL viene acompañado de comparaciones con
la fiebre del oro negro vivida el siglo pasado y de temores sobre la transferencia
de riqueza y poder financiero hacia un puñado de naciones del Medio Oriente.
Durante la mayor parte del siglo 20, Estados Unidos fue el mayor productor de
petróleo del mundo y satisfacía fácilmente sus necesidades.
Pero con el rápido crecimiento de su economía y la creciente dependencia
del automóvil, después de la Segunda Guerra Mundial la nación
comenzó a importar más petróleo del que exportaba. En 1973,
cuando el embargo al petróleo árabe elevó los precios,
sus importaciones representaban sólo 36% del consumo interno de petróleo.
Hoy representan 60%.
El mismo proceso se está dando con el gas. La producción nacional
de gas natural ya no alcanza para satisfacer la demanda interna. La dependencia
de ese combustible en Estados Unidos aumentó notablemente cuando las
empresas de electricidad diseñaron más de 90% de sus plantas energéticas
para que funcionen alimentadas a gas. Y mientras tanto, las importaciones de
Canadá, cuyos yacimientos gasíferos están conectados mediante
gasoductos con el país vecino, comenzaron a ver sus reservas diezmadas.
Aunque la gran demanda de gas no existe sólo en Estados Unidos sino también
en las economías de rápida industrialización, como China
e India, el país del norte se perfila como el mayor mercado mundial para
el GNL. Y se estima que para 2015 sus importaciones representarán no
menos de 20% del consumo interno (hoy representan 2%). Antes de eso, tendrá
que construir terminales capaces de almacenar grandes cantidades de GNL.
El gobierno de Bush, las grandes compañías energéticas del
mundo y los países con grandes reservas comprobadas de gas, promueven la
creación de un mercado global para el gas natural. El motivo, es más
abundante y menos contaminante que el petróleo y necesario para sostener
crecimiento económico.
El gobierno de Estados Unidos, que ya comienza a ver reducida su propia producción
del combustible y advierte la necesidad inminente de importar grandes cantidades
de gas natural, está tomando medidas para recibirlo, en forma licuada y
transportado en buques tanque hasta sus costas. En los grandes mercados gasíferos
— Qatar, Irán, Rusia, Angola, Yemen y Argelia – las grandes petroleras
internacionales protagonizan ya una desenfrenada carrera por satisfacer la demanda
de combustible en los países industrializados.
Por su parte, el proyecto de Bush tropieza con fuerte resistencia en su país.
Los gobiernos de algunos de los estados donde las empresas energéticas
proyectan construir las terminales que recibirían los buques cisterna con
sus cargas de gas natural licuado (GNL) — entre ellos Alabama, California, Maine,
Massachussets, Nueva Jersey y Rhode Island – dicen que podrían ser víctimas
de explosiones catastróficas, accidentales o planeadas por terroristas.
En la pulseada, George W. Bush, propuso una ley actualmente tratada en el Senado
que permitirá al gobierno federal invalidar la decisión de los
estados. Si se aprueba, "la Federal Energy Regulatory Commission
tendrá autoridad para elegir los sitios donde se ubicarán las
terminales para que el país puede aumentar su utilización de gas
natural licuado" dijo Bush en abril. El proyecto prevé la construcción
de por lo menos ocho nuevas terminales para GNL en 2010. Actualmente hay cuatro,
que fueron construidas en los ´60 y ´70 en Georgia, Louisiana, Maryland y Massachussets.
Las grandes empresas productoras de gas quieren construir más de 40
terminales de ese tipo a un costo que oscila entre US$ 500 y US$ 1.000 millones
cada una. El conflicto surge cuando grupos de científicos y ambientalistas
dicen que la nación, otra vez más, pone poco interés en
mejorar el consumo eficiente de energía invirtiendo en otros métodos
de generar calor y potencia, como por ejemplo, energía eólica
y nuclear.
Mientras tanto, las compañías que brindan servicios públicos
y que dependen del gas natural importado, advierten que Estados Unidos corre
el mismo riesgo que cuando dependía del petróleo de los inestables
países del Medio Oriente. Los cálculos dicen que el gas natural
superará al carbón y rivalizará con el petróleo
como principal combustible fósil mundial para 2025, o antes. Hay US$
100.000 millones de dólares en proyectos para crear un mercado global
para el gas, que será cada vez más vital en la generación
de electricidad, calentar y refrigerar edificios, fabricar los fertilizantes
que ayudan a alimentar el mundo y hacer andar algunos vehículos.
Ese combustible representa hoy 24% del consumo energético de Estados
Unidos. Más abundante y menos contaminante que el petróleo, aunque
como éste emite gases de invernadero, se ha vuelto mucho más popular
en la última década cuando se lo eligió para alimentar
nuevas plantas energéticas. Pero, como ocurrió antes con el petróleo,
Estados Unidos dejó de ser autosuficiente y va a depender de las importaciones
para que la población siga consumiéndolo. El precio se duplicó
en los últimos cinco años poniendo al país en situación
vulnerable frente a posibles aumentos de precio. Porque aunque el mercado mundial
todavía está en pañales, algunas naciones quieren formar
un cartel para controlar el precio así como hace la OPEP con el petróleo.
Pero a diferencia del petróleo, el gas es muy difícil y caro de
trasladar por el mundo. Para llevarlo a estado líquido, debe ser enfriado
a 260° bajo cero, reduciendo su volumen aproximadamente unas 600 veces.
Una vez llagado a destino, debe ser recalentado una vez más para que
pueda ser usado como combustible.
Pero sus ventajas son muchas, especialmente en términos de conveniencia
y costo. Mientras un barril de petróleo cuesta aproximadamente US$ 50
en el mercado mundial, 6.000 pies cúbicos de gas natural (que equivalen
a un barril de petróleo) son mucho más baratos. Aun proviniendo
de un país del Medio Oriente como Qatar, probablemente costaría
entre US$ 18 y US$ 24, según el experto Bernard J. Picchi, de Foresight
Research Solutions en Nueva York.
Alguna vez despreciado por las empresas petroleras como una molestia cuando
lo encontraban en las napas junto con las reservas de petróleo, también
es mucho más abundante. La gigantesca compañía británica
British Petroleum (BP) estima que las reservas globales equivalen a 67 años
de suministro a tasas actuales de producción, comparadas con las reservas
de petróleo crudo equivalentes a 41 años de provisión anual.
Pero este boom alrededor del GNL viene acompañado de comparaciones con
la fiebre del oro negro vivida el siglo pasado y de temores sobre la transferencia
de riqueza y poder financiero hacia un puñado de naciones del Medio Oriente.
Durante la mayor parte del siglo 20, Estados Unidos fue el mayor productor de
petróleo del mundo y satisfacía fácilmente sus necesidades.
Pero con el rápido crecimiento de su economía y la creciente dependencia
del automóvil, después de la Segunda Guerra Mundial la nación
comenzó a importar más petróleo del que exportaba. En 1973,
cuando el embargo al petróleo árabe elevó los precios,
sus importaciones representaban sólo 36% del consumo interno de petróleo.
Hoy representan 60%.
El mismo proceso se está dando con el gas. La producción nacional
de gas natural ya no alcanza para satisfacer la demanda interna. La dependencia
de ese combustible en Estados Unidos aumentó notablemente cuando las
empresas de electricidad diseñaron más de 90% de sus plantas energéticas
para que funcionen alimentadas a gas. Y mientras tanto, las importaciones de
Canadá, cuyos yacimientos gasíferos están conectados mediante
gasoductos con el país vecino, comenzaron a ver sus reservas diezmadas.
Aunque la gran demanda de gas no existe sólo en Estados Unidos sino también
en las economías de rápida industrialización, como China
e India, el país del norte se perfila como el mayor mercado mundial para
el GNL. Y se estima que para 2015 sus importaciones representarán no
menos de 20% del consumo interno (hoy representan 2%). Antes de eso, tendrá
que construir terminales capaces de almacenar grandes cantidades de GNL.