Estados Unidos es un inmenso paraíso fiscal

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El secreto empresarial toca todas las facetas de la economía nacional

Max de Haldevang es un periodista de investigación — londinense trasplantado a Nueva York – que en general analiza la economía global y la geopolítica pero en especial vive obsesionado con la corrupción en el mundo. El 15 de abril de este año posteó en un tweet: “Millones de cleptócratas, traficantes de personas y lavadores de dinero esconden sus fortunas en el paraíso fiscal más grande del mundo: Estados Unidos. Emprendí un viaje para entender cómo lo hacen.”

 

Haldevang arranca su historia contando el calvario de Christine Nelson, una joven víctima durante largos años de una red de prostitución que operaba detrás del negocio de los masajes terapéuticos. Christine — hoy miembro de Survivor Alliance, una ONG que se ocupa de sobrevivientes del tráfico de personas — explicó que el de los masajes ilegales es un negocio que mueve US$ 2.500 millones. La mayoría de las víctimas provienen del Sudeste asiático, casi siempre debiendo dinero a los traficantes y obligadas a vivir en la prostitución por temor a ser arrestadas y deportadas.

Los delincuentes en la cima de esta cadena de trata operan con cierto grado de impunidad gracias a lo que se llama en Estados Unidos la “ley de incorporación”. Según esta ley es fácil establecer un negocio en el país. “No hay requisitos mínimos de capital ni una diligencia que verifique los antecedentes de los fundadores. Tampoco es necesario ser ciudadano de Estados Unidos y existe una gran variedad de modelos empresariales que ofrecen flexibilidad en la estructura y en la forma de gestionar el negocio. 

A diferencia de muchos otros traficantes, el negocio de los centros de masajes opera parcialmente a la luz, hacen publicidad y hasta se registran como compañías legítimas. Pero cuando se intenta encontrar a los responsables, si se registraron lo han hecho como compañías ficticias anónimas que tienen como dueño a un testaferro. Por lo general, esa persona no tiene idea de quiénes están detrás del negocio.

 

Un negocio basado en la mentira

 

El secreto empresarial, tan buscado por los traficantes, toca casi todas las facetas de la vida norteamericana. Permite el tráfico de drogas, el financiamiento del terrorismo y de la política, el lavado de dinero y la evasión impositiva. Es un negocio tan inmenso que convierte a Estados Unidos en el segundo paraíso fiscal del mundo detrás de Suiza. Sin embargo, Andrew Penney, director gerente de la gigantesca banca europea Rothschild’s, cree que “en realidad Estados Unidos es el paraíso fiscal más grande del mundo”.

Los delincuentes entran en bandada a esa enorme economía buscando su estabilidad, su profundo anonimato empresarial y sus poderosos juzgados que impiden que sus activos sean retirados de allí sin un riguroso proceso. A su vez, Estados Unidos parece recibirlos con los brazos abiertos . En un estudio publicado en 2017 titulado “El juego de las empresas ficticias globales”, los académicos Michael Findley, Daniel Nielson y Jason Sharman relatan el experimento que hicieron: enviaron emails a miles de firmas de todo el mundo cuyo negocio es crear empresas ficticias y les pidieron que armaran una firma. En los emails sugerían que las compañáis podían eventualmente ser para cleptócratas (este término indica corrupción en el aparato estatal), terroristas o evasores de impuestos. Descubrieron que es más fácil formar una compañía ficticia ilocalizable en Estados Unidos que en cualquier parte exceptuando Kenia; apenas 0,6% de esos proveedores de compañías reunía los requisitos internacionales.

 

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