Enron y otras muestras de management inescrupuloso

Andrew Fastow, ex director financiero de Enron, aceptó cargos de fraude y testificará contra Richard Causey, ex contador jefe. Entretanto, dos directivos de Ogilvy & Mather fueron acusados de sobrefacturarle al gobierno.

10 enero, 2004

La decisión de Fastow puede ser clave en causas que llevan más de dos años, iniciadas tras el colapso de la empresa dedicada al comercio de energía y combustibles. Pero la situación sigue fluida. El arreglo –que podría resultar en diez años de prisión para el reo- pende de otro, con su esposa Lea.

El juez federal de primera instancia (Houston) rechazó el jueves un acuerdo con ella, porque lo obligaría a mantener una sentencia a apenas cinco meses de cárcel. En cuanto a Fastow, se declaró culpable de algunos cargos e viernes 9 ante la corte federal de apelaciones, en igual distrito. Se esperaba para estos mismos días el procesamiento formal de Causey.

Acusado de usar sociedades fuera de libros para enriquecerse y disimular los problemas financieros de Enron, el ex director financiero ha sido clave en casi todas las causas derivadas de la investigación. Ahora, éstas podrán incorporarlo como testigo de cargo.

Una de ellas involucra ejecutivos de Merrill Lynch, la mayor firma de valores en Wall Street. Se los acusa de haber asistido a Enron para inflar ilegalmente informes de utilidades, vía ventas ficticias de activos.

Las acciones relativas a Fastow y Causey rozarán la ex cúpula empresaria, pues pueden afectar a Jeffrey Skilling y Kenneth Lay. Amigos de George W.Bush, su padre y su hermano, ambos solían alternarse en las funciones de presidente y director ejecutivo.

Medios judiciales dieron a entender que Fastow ha dado ya datos sobre Skilling, con quien trabajó durante diez años. Ahora, la colaboración del ex ejecutivo y la causa contra Causey podrían permitirles a los fiscales definir hasta qué punto la conducción de la firma estaba comprometida con las maniobras.

El arreglo comporta riesgos para Fastow, inclusive que le aumenten los años de cárcel, si la justicia no obtiene el grado de cooperación deseable. En el otro extremo, todavía queda pendiente un interrogante básico: ¿eran simplemente malas decisiones de negocios o, por el contrario, fueron actos deliberadamente fuera de la ley?

De ahí que el ex directivo, implicado por Michel Kopper (ex asistente suyo), haya sido considerado como el camino más apto para los tramos finales de las investigaciones. Por cierto, los cargos contra Fastow –fraude, lavado de dinero, evasión impositiva, connivencia en otras maniobras- pintan al Enron de 1998 a 2001 como una organización donde el engaño era algo habitual cuando se trataba de disimular un hecho básico: la compañía estaba fuera de control.

Entre otras cosas, con el fin de enriquecerse por izquierda, el ex director financiero hacía confeccionar cheques por US$ 10.000 a la orden de su esposa e hijos. ¿Por qué el monto? Porque es el máximo libre de impuestos sobre regalos. Eso explica el juicio a Lea Fastow.

Los problemas de la agencia publicitaria Ogilvy & Mather no llegan a tanto, pero ya obligaron a la renuncia de Thomas Early. Ex director financiero, para variar. Junto con otro jerárquico, están acusados de confabularse para sobrefacturarle groseramente al gobierno federal.

Se trataba de una campaña para desalentar el consumo de drogas. En febrero de 2002, O&M debió restituirle al fisco US$ 1.800.000 en un acuerdo extrajudicial sobre otro cobre excesivo. Ahora, se desencadena otra tormenta por un hecho similar.

La ola de conflictos de intereses, lícitos, irregularidades y escándalos contables tiene altos costos económicos. Según un análisis de la agencia especializada Bloomberg, la justicia tiene a endurecer sentencias y elevar multas en esta clase de causas. En 2003, se dispusieron indemnizaciones por daños y perjuicios próximas a US$ 13.000 millones, contra sólo 1.450 millones en 2002.

El trabajo de marras abarca apenas los veinticinco dictámenes de mayor cuantía. Del ese total nueve se refiere a fraudes empresarios. “A partir del caso Enron, diciembre de 2001, escándalos como WorldCom, Global Crossing, Tyco International, Adelphia HealthSouth vienen generando desconfianza en el sector privado y su modelo de capitalismo”, sostiene Samuel Franklyn, del estudio legal Lightfoot Franklyn & White.

Mientras tanto, la caída de Arthur Anderses o los problemas que hoy afronta Deloitte (ex Deloitte & Touche) en el caso Parmalat “se suman al papel poco agraciado de firmas de valores y bancos a lo largo de estas vicisitudes”.

La decisión de Fastow puede ser clave en causas que llevan más de dos años, iniciadas tras el colapso de la empresa dedicada al comercio de energía y combustibles. Pero la situación sigue fluida. El arreglo –que podría resultar en diez años de prisión para el reo- pende de otro, con su esposa Lea.

El juez federal de primera instancia (Houston) rechazó el jueves un acuerdo con ella, porque lo obligaría a mantener una sentencia a apenas cinco meses de cárcel. En cuanto a Fastow, se declaró culpable de algunos cargos e viernes 9 ante la corte federal de apelaciones, en igual distrito. Se esperaba para estos mismos días el procesamiento formal de Causey.

Acusado de usar sociedades fuera de libros para enriquecerse y disimular los problemas financieros de Enron, el ex director financiero ha sido clave en casi todas las causas derivadas de la investigación. Ahora, éstas podrán incorporarlo como testigo de cargo.

Una de ellas involucra ejecutivos de Merrill Lynch, la mayor firma de valores en Wall Street. Se los acusa de haber asistido a Enron para inflar ilegalmente informes de utilidades, vía ventas ficticias de activos.

Las acciones relativas a Fastow y Causey rozarán la ex cúpula empresaria, pues pueden afectar a Jeffrey Skilling y Kenneth Lay. Amigos de George W.Bush, su padre y su hermano, ambos solían alternarse en las funciones de presidente y director ejecutivo.

Medios judiciales dieron a entender que Fastow ha dado ya datos sobre Skilling, con quien trabajó durante diez años. Ahora, la colaboración del ex ejecutivo y la causa contra Causey podrían permitirles a los fiscales definir hasta qué punto la conducción de la firma estaba comprometida con las maniobras.

El arreglo comporta riesgos para Fastow, inclusive que le aumenten los años de cárcel, si la justicia no obtiene el grado de cooperación deseable. En el otro extremo, todavía queda pendiente un interrogante básico: ¿eran simplemente malas decisiones de negocios o, por el contrario, fueron actos deliberadamente fuera de la ley?

De ahí que el ex directivo, implicado por Michel Kopper (ex asistente suyo), haya sido considerado como el camino más apto para los tramos finales de las investigaciones. Por cierto, los cargos contra Fastow –fraude, lavado de dinero, evasión impositiva, connivencia en otras maniobras- pintan al Enron de 1998 a 2001 como una organización donde el engaño era algo habitual cuando se trataba de disimular un hecho básico: la compañía estaba fuera de control.

Entre otras cosas, con el fin de enriquecerse por izquierda, el ex director financiero hacía confeccionar cheques por US$ 10.000 a la orden de su esposa e hijos. ¿Por qué el monto? Porque es el máximo libre de impuestos sobre regalos. Eso explica el juicio a Lea Fastow.

Los problemas de la agencia publicitaria Ogilvy & Mather no llegan a tanto, pero ya obligaron a la renuncia de Thomas Early. Ex director financiero, para variar. Junto con otro jerárquico, están acusados de confabularse para sobrefacturarle groseramente al gobierno federal.

Se trataba de una campaña para desalentar el consumo de drogas. En febrero de 2002, O&M debió restituirle al fisco US$ 1.800.000 en un acuerdo extrajudicial sobre otro cobre excesivo. Ahora, se desencadena otra tormenta por un hecho similar.

La ola de conflictos de intereses, lícitos, irregularidades y escándalos contables tiene altos costos económicos. Según un análisis de la agencia especializada Bloomberg, la justicia tiene a endurecer sentencias y elevar multas en esta clase de causas. En 2003, se dispusieron indemnizaciones por daños y perjuicios próximas a US$ 13.000 millones, contra sólo 1.450 millones en 2002.

El trabajo de marras abarca apenas los veinticinco dictámenes de mayor cuantía. Del ese total nueve se refiere a fraudes empresarios. “A partir del caso Enron, diciembre de 2001, escándalos como WorldCom, Global Crossing, Tyco International, Adelphia HealthSouth vienen generando desconfianza en el sector privado y su modelo de capitalismo”, sostiene Samuel Franklyn, del estudio legal Lightfoot Franklyn & White.

Mientras tanto, la caída de Arthur Anderses o los problemas que hoy afronta Deloitte (ex Deloitte & Touche) en el caso Parmalat “se suman al papel poco agraciado de firmas de valores y bancos a lo largo de estas vicisitudes”.

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