China y Estados Unidos, las dos naciones más poderosas de la tierra, están enfrentadas en todos los sectores, desde comercio hasta tecnología. La demostración más cabal de esta afirmación es el caso Huawei.
Los dos países están enredados en una guerra política sobre Huawei, la gran compañía china de telecomunicaciones. El gobierno estadounidense arrecia sus viejas críticas diciendo que el gigante tecnológico le ha robado secretos comerciales, que ha cometido fraude y que tiene lazos con el gobierno de China y sus fuerzas armadas.
La compañía niega las acusaciones y defiende su historial en privacidad y seguridad. Mientras tanto, países aliados de Estados Unidos como Gran Bretaña, Nueva Zelanda, Australia, Canadá, Alemania y Japón, ya impusieron restricciones a los equipos Huawei o están pensando en hacerlo citando preocupaciones sobre seguridad nacional.
La telco china, subió la apuesta la semana pasada cuando demandó al gobierno de Estados Unidos por prohibir a sus agencias gubernamentales comprar equipos Huawei y también acusó al Congreso de actuar como juez, jurado y ejecutor del embargo.
Con la ley National Defense Authorization Act de 2019, el Congreso prohibió a los organismos del estado contratar a Huawei o a empresas que usen equipos Huawei. El gobierno justificó esa decisión alegando que la empresa es aliada del gobierno chino y que sus equipos podían ser usados para espiar a los estadounidenses. Huawei negó esto categóricamente diciendo que es una empresa privada sin ningún interés en el espionaje. “La prohibición no solo es ilegal sino que impide que Huawei compita con con otras empresas y daña, en última instancia, a los consumidores de Estados Unidos”, dijo el vicepresidente Guo Ping.
Mientras tanto, Estados Unidos sigue intentando persuadir a otros países de que prohiban el uso de las redes 5G de Huawei, una empresa que según Trump tiene íntima relación con el gobierno chino que podría utilizar la tecnología para facilitar el espionaje.
El riesgo de utilizar equipos chinos de telecomunicaciones, dice Washington, es demasiado alto. Hasta ahora no le ha ido demasiado bien con esa campaña de amedrentamiento. Por eso ha decidido avanzar avanza un paso más y amenaza con cortar el intercambio de información de inteligencia con los países que usen equipos Huawei.
¿Quién ganará? Todavía no se sabe, pero cualquiera sea la validez de los argumentos norteamericanos lo cierto es que muchos países necesitan seguir con los equipos chinos. Instalar equipos nuevos es muy caro. Huawei tiene muy buenos equipos, baratos y que pueden utillizar las redes existentes si necesidad de grandes cambios.
Washington también tiene cartas buenas. Pero los datos de inteligencia son un camino de doble vía. También Estados Unidos necesita información crítica proveniente de terceros países.
La Unión Europea se encuentra debatiendo el caso Huawei.