En pos de bloquear fronteras, Bush apela a contratistas militares

Lo más expeditivo sería mandar la Guardia nacional. Pero, para cerrar los bordes en serio, George W.Bush acude a viejos socios del Pentágono: Lockheed Martin, Northrop Gumman, Raytheon y otros gigantes del negocio.

22 mayo, 2006

La flor y nata tiene algo más de diez días para presentar propuestas para ganar un contrato federal multimillonario. Su objeto: levantar lo que el presidente llama “un muro virtual” a lo largo de los límites terrestres de Estados Unidos, empleando costosas herramientas tecnológicas ya aplicadas en Irak, Afganistán, Pakistán o Somalía. Desde aparatos áereos no tripulados hasta satélites de seguimiento o cámaras detectoras de movimientos en tierra, que se centrarán en ríos, desiertos, montañas y espacios poblados que separan el país de Méjico y –también- Canadá.

En un inesperado reconocimiento de repetidos fracasos federales y estaduales para controlar efectivamente fronteras, Bush ha lanzado la “iniciativa límites seguros” (ILS en castellano, SBI en inglés). El esquema no se reducirá a comprar equipos de avanzada técnica –algo ya intentado pagando cientos de millones, casi sin resultados-, pues exige a los propios contratistas diseñar una nueva estrategia fronteriza.

“Es ésta una invitación poco usual. Les pedimos enseñarnos cómo trabajar”, señaló Michael Jackson, subsecretario de Seguridad interior, al anunciar la licitación. La ILS buscar frenar ulteriores intrusiones y sigue a una decisión senatorial algo ingenua: añadir cientos de kilómetros de muros sobre el borde mejicano. De paso, se les quita toda posibilidad de radicación a inmigrantes ilegales –son unos 12 millones- condenados por un delito grave o tres menores.

El plan tecnológico incluido en el concurso despierta el escepticismo de muchos, que han visto antes similares proyectos oficiales. “Nos presentan carísimas propuestas para un elaborado control de fronteras que, eventualmente, suelen ser un inefectivo derroche de fondos”, afirmó durante un debate el diputado Harold Rogers (republicano, Kentucky). “¿Cómo saber si la ILS no será otro fracaso?”. La cuestión adquiere vuelo en un año de elecciones parlamentarias, claro.

Según la iniciativa, Seguridad interior deberá patrullar más de 8.500 kilómetros (2.500 con Méjico). El equipo a disposición de los agentes, su distribución espacial, los puntos para reunir gente capturada, etc., serán definidos por el futuro contratista, que podría ganar unos US$ 2.000 millones en tres a seis años.

Aumentar la cantidad de agentes es parte del asunto y Washington proyecta hacerlo de los actuales 11.600 a 18.500 al momento de abandonar Bush el cargo, en enero de 2009. Pero desplegar más patrullaje o emparedar áreas urbanas de por sí no será suficiente.

Así, entrará en juego un arsenal típico de la guerra moderna. Eso implica dispositivos como el radar aerostático de Lockheed Martin, un enorme zeppelin sujeto a tierra por cables, capaz de detectar todo tipo de movimiento día y noche (salvo cuando el viento es muy fuerte). Northrop Grumman piensa ofrecer el Global Hawk, un avión no tripulado cuyo ancho de alas iguala el del Boeing 737, que puede seguir movimientos desde alturas de hasta 20.000 metros.

La misma firma dispone también de aviones sin piloto mucho más chicos, lanzables desde camiones sobre grupos de intrusos detectados, a fin de dificultarles la huida aprovechando follaje o accidentes del terreno. Estas mismas compañías han entregado al Pentágono dispositivos similares, a veces con resultados desiguales.

Cada uno de los gigantes –por ejemplo, LM emplea 135.000 personas y ha vendido por US$ 37.200 millones en 2005, incluyendo 6.000 millones al gobierno-, llegado el caso, tercerizará suministros con docenas de firmas pequeñas. Éstas proveerán desde cámaras automáticas hasta energía de respaldo para equipos en el desierto.

Si el sistema funciona, las patrullas sabrán, ante de encontrar un grupo de intérlopes, aproximadamente cuántos son, con qué rapidez se desplazan y hasta si tienen armas o no. Los agentes, claro, sí las tendrán (lo cual introduce el siempre volátil factor humano). No obstante, las experiencias de los últimos diez años, en cuanto a usar tecnología de punta para vigilar fronteras, han sido pésima. Debido a una pobre supervisión de los contratos, la mitad de las cámaras pedidas en 1996-2000 no funcionaron o ni siquiera se instalaron. Los sensores operantes daban la alarma a cada rato, pero 92% de los casos era por animales que pasaban. Así revelan informes de inspectores enviados por Seguridad interior.

El ganador de la licitación, que será seleccionado antes de octubre, no obtendrá un paquete específico en dólares. En vez de ello, cada conjunto de soluciones será evaluado y adquirido por separado. Pero subsiste el escepticismo. “A menos que el departamento nos muestre exactamente qué se compra y para qué, no daremos los fondos. No financiaremos –sostenía Rogers- falsas expectativas”.

La flor y nata tiene algo más de diez días para presentar propuestas para ganar un contrato federal multimillonario. Su objeto: levantar lo que el presidente llama “un muro virtual” a lo largo de los límites terrestres de Estados Unidos, empleando costosas herramientas tecnológicas ya aplicadas en Irak, Afganistán, Pakistán o Somalía. Desde aparatos áereos no tripulados hasta satélites de seguimiento o cámaras detectoras de movimientos en tierra, que se centrarán en ríos, desiertos, montañas y espacios poblados que separan el país de Méjico y –también- Canadá.

En un inesperado reconocimiento de repetidos fracasos federales y estaduales para controlar efectivamente fronteras, Bush ha lanzado la “iniciativa límites seguros” (ILS en castellano, SBI en inglés). El esquema no se reducirá a comprar equipos de avanzada técnica –algo ya intentado pagando cientos de millones, casi sin resultados-, pues exige a los propios contratistas diseñar una nueva estrategia fronteriza.

“Es ésta una invitación poco usual. Les pedimos enseñarnos cómo trabajar”, señaló Michael Jackson, subsecretario de Seguridad interior, al anunciar la licitación. La ILS buscar frenar ulteriores intrusiones y sigue a una decisión senatorial algo ingenua: añadir cientos de kilómetros de muros sobre el borde mejicano. De paso, se les quita toda posibilidad de radicación a inmigrantes ilegales –son unos 12 millones- condenados por un delito grave o tres menores.

El plan tecnológico incluido en el concurso despierta el escepticismo de muchos, que han visto antes similares proyectos oficiales. “Nos presentan carísimas propuestas para un elaborado control de fronteras que, eventualmente, suelen ser un inefectivo derroche de fondos”, afirmó durante un debate el diputado Harold Rogers (republicano, Kentucky). “¿Cómo saber si la ILS no será otro fracaso?”. La cuestión adquiere vuelo en un año de elecciones parlamentarias, claro.

Según la iniciativa, Seguridad interior deberá patrullar más de 8.500 kilómetros (2.500 con Méjico). El equipo a disposición de los agentes, su distribución espacial, los puntos para reunir gente capturada, etc., serán definidos por el futuro contratista, que podría ganar unos US$ 2.000 millones en tres a seis años.

Aumentar la cantidad de agentes es parte del asunto y Washington proyecta hacerlo de los actuales 11.600 a 18.500 al momento de abandonar Bush el cargo, en enero de 2009. Pero desplegar más patrullaje o emparedar áreas urbanas de por sí no será suficiente.

Así, entrará en juego un arsenal típico de la guerra moderna. Eso implica dispositivos como el radar aerostático de Lockheed Martin, un enorme zeppelin sujeto a tierra por cables, capaz de detectar todo tipo de movimiento día y noche (salvo cuando el viento es muy fuerte). Northrop Grumman piensa ofrecer el Global Hawk, un avión no tripulado cuyo ancho de alas iguala el del Boeing 737, que puede seguir movimientos desde alturas de hasta 20.000 metros.

La misma firma dispone también de aviones sin piloto mucho más chicos, lanzables desde camiones sobre grupos de intrusos detectados, a fin de dificultarles la huida aprovechando follaje o accidentes del terreno. Estas mismas compañías han entregado al Pentágono dispositivos similares, a veces con resultados desiguales.

Cada uno de los gigantes –por ejemplo, LM emplea 135.000 personas y ha vendido por US$ 37.200 millones en 2005, incluyendo 6.000 millones al gobierno-, llegado el caso, tercerizará suministros con docenas de firmas pequeñas. Éstas proveerán desde cámaras automáticas hasta energía de respaldo para equipos en el desierto.

Si el sistema funciona, las patrullas sabrán, ante de encontrar un grupo de intérlopes, aproximadamente cuántos son, con qué rapidez se desplazan y hasta si tienen armas o no. Los agentes, claro, sí las tendrán (lo cual introduce el siempre volátil factor humano). No obstante, las experiencias de los últimos diez años, en cuanto a usar tecnología de punta para vigilar fronteras, han sido pésima. Debido a una pobre supervisión de los contratos, la mitad de las cámaras pedidas en 1996-2000 no funcionaron o ni siquiera se instalaron. Los sensores operantes daban la alarma a cada rato, pero 92% de los casos era por animales que pasaban. Así revelan informes de inspectores enviados por Seguridad interior.

El ganador de la licitación, que será seleccionado antes de octubre, no obtendrá un paquete específico en dólares. En vez de ello, cada conjunto de soluciones será evaluado y adquirido por separado. Pero subsiste el escepticismo. “A menos que el departamento nos muestre exactamente qué se compra y para qué, no daremos los fondos. No financiaremos –sostenía Rogers- falsas expectativas”.

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