En apariencia, Gran Bretaña saca de Irak 23% de tropas

En lo que parece contraponerse al despliegue en el golfo, que realiza George W.Bush sin permiso parlamentario y orientado a Irán, Antony Blair irá retirando 1.600 efectivos del sur iraquí. Pero existe suspicacias al respecto.

22 febrero, 2007

Por una parte, eso confirma anuncios efectuados hace varias semanas. Por la otra, algunos sospechan que Blair esté echando una cortina de humo para desviar la opinión pública del objetivo real: ataques norteamericanos e israelíes contra blancos nucleares y económicos iraníes. Eso teme, por ejemplo, Donald Plesch (centro de estudios internacionales, Londres), compìlador de la reciente encuesta entre operadores bursátiles locales sobre la ampliación de la guerra.

Dicho de otro modo, apunta el politicólogo, “la paulatina retirada de tropas británicas reducirá blancos asequibles a cualquier ofensiva shií –con o sin ayuda iraní-, como represalia de incursiones norteamericanas al otro lado de la frontera”. Al revés, en la Eurozona creen que Blair, un aliado de Bush ya sin margen de maniobra, intenta poner en segundo plano la cuestión iraquí en vísperas de su retiro y las subsiguientes elecciones generales.

En el cuadro actual, la coalición que encabeza Estados Unidos (132.000 efectivos, sin contar el despliegue en el golfo Pérsico) abarca en esencia un socio “grande”, Gran bretaña (7.100) y tres chicos, Surcorea (2.300), Australia (1.400) y la neofascista Polonia (1.000).

Luego viene un rejunte de pequeños oportunistas: Georgia, Rumania, Dinamarca, Chequia, Lituania, Adserbaidyán –autorizado por Turquía- , Albania, Letonia, Armenia, Macedonia, Estonia, Mongolia –con permiso chino- Kadzajstán, El Salvador, Makedonia y la Bosnia no musulmana (o sea, Hertsegóvina). En un plano estratégico, el retiro parcial británico tiene cierto sentido: gran parte de sus efectivos están en una zona desde donde los pozos petroleros iraníes –objetivo seguro EE.UU., por razones obvias- están a la vista.

Por una parte, eso confirma anuncios efectuados hace varias semanas. Por la otra, algunos sospechan que Blair esté echando una cortina de humo para desviar la opinión pública del objetivo real: ataques norteamericanos e israelíes contra blancos nucleares y económicos iraníes. Eso teme, por ejemplo, Donald Plesch (centro de estudios internacionales, Londres), compìlador de la reciente encuesta entre operadores bursátiles locales sobre la ampliación de la guerra.

Dicho de otro modo, apunta el politicólogo, “la paulatina retirada de tropas británicas reducirá blancos asequibles a cualquier ofensiva shií –con o sin ayuda iraní-, como represalia de incursiones norteamericanas al otro lado de la frontera”. Al revés, en la Eurozona creen que Blair, un aliado de Bush ya sin margen de maniobra, intenta poner en segundo plano la cuestión iraquí en vísperas de su retiro y las subsiguientes elecciones generales.

En el cuadro actual, la coalición que encabeza Estados Unidos (132.000 efectivos, sin contar el despliegue en el golfo Pérsico) abarca en esencia un socio “grande”, Gran bretaña (7.100) y tres chicos, Surcorea (2.300), Australia (1.400) y la neofascista Polonia (1.000).

Luego viene un rejunte de pequeños oportunistas: Georgia, Rumania, Dinamarca, Chequia, Lituania, Adserbaidyán –autorizado por Turquía- , Albania, Letonia, Armenia, Macedonia, Estonia, Mongolia –con permiso chino- Kadzajstán, El Salvador, Makedonia y la Bosnia no musulmana (o sea, Hertsegóvina). En un plano estratégico, el retiro parcial británico tiene cierto sentido: gran parte de sus efectivos están en una zona desde donde los pozos petroleros iraníes –objetivo seguro EE.UU., por razones obvias- están a la vista.

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