Empieza en China la lucha contra la corrupción en altas esferas

Cayó el lunes Chen Liangyu, el hombre fuerte de Shanghai, a su vez el mayor centro urbano del país. El hoy ex secretario general del partido Comunista regional, ”punto” del presidente Jiang Zemin, fue acusado de corrupción.

26 septiembre, 2006

Esto que pinta como un terremoto, según varios observadores, se relaciona con discretos contactos entre la cúpula china y la Unión Europea, durante las recientes reuniones del Fondo Monetario internacional y el Banco Mundial. Otros lo vinculan con cambios en el tablero de Asia oriental, provocados por el ascenso del nacionalista Shinzo Abe en Japón.

Como clara señal de que los tiempos cambian, el fin del jerarca fue anunciado con bombos y platillos por todos los medios que controla Beijing. El silencio latinoamericano ante la novedad resulta, pues, curioso. Chen era un símbolo de la “nueva China”: reunía poder político, poder económico, intrigas y una densa red de sobornos que pasaban por su despacho. En realidad, era el principal candidato al cargo que hoy tiene Wen Jiabao, primer ministro y número tres en la jerarquía central.

Bastó una telefoneada de Jiang, sacando al ex capo delsueño, para notificarlo del despido. Naturalmente, las bolsas de Shanghai, Hongkong, Guangzhou y Beijing reaccionaron en forma positiva, pero inestable. Habían destronado a uno de quienes encabezaron la masacre de Tian Anmen y el proceso de reformas económicas en curso. Washington se quedó helado. “Lo enviaron a la guillotina como chivo emisario”, señalaba el “New York times”. El “Wall Street journal” en la Red se preguntaba si sería el único.

La suerte de Chen, en cierto modo, no fue una sorpresa para varios expertos japoneses, taiwaneses y surcoreanos. Desde 2005, en verdad, 24.000 funcionarios públicos y partidarios perdieron sus puestos en una vasta operación de limpieza. Sólo que, ahora, le tocó el turno a uno de los grandes “papables”, si no al mayor de todos.

A partir de ahora, la cúpula del régimen -bajo el presidente Hu y el “premier” Wen- se compone de mandarines sobrevivientes. Comenzando por Wu Bangguo (jefe del comité político del presidio, en teoría superior a Wen), Jia Qinglin –segundo del anterior-, Zeng Qinghong (vicepresidente de la república), y cuatro miembros del comité central (presidio) del partido. A saber, Huang Ju, Wu Guanzheng, Li Changchun y Luo Gan. En cuanto a Shanghai, Chen fue velozmente reemplazado por el alcalde de la ciudad, Han Zheng.

Esto que pinta como un terremoto, según varios observadores, se relaciona con discretos contactos entre la cúpula china y la Unión Europea, durante las recientes reuniones del Fondo Monetario internacional y el Banco Mundial. Otros lo vinculan con cambios en el tablero de Asia oriental, provocados por el ascenso del nacionalista Shinzo Abe en Japón.

Como clara señal de que los tiempos cambian, el fin del jerarca fue anunciado con bombos y platillos por todos los medios que controla Beijing. El silencio latinoamericano ante la novedad resulta, pues, curioso. Chen era un símbolo de la “nueva China”: reunía poder político, poder económico, intrigas y una densa red de sobornos que pasaban por su despacho. En realidad, era el principal candidato al cargo que hoy tiene Wen Jiabao, primer ministro y número tres en la jerarquía central.

Bastó una telefoneada de Jiang, sacando al ex capo delsueño, para notificarlo del despido. Naturalmente, las bolsas de Shanghai, Hongkong, Guangzhou y Beijing reaccionaron en forma positiva, pero inestable. Habían destronado a uno de quienes encabezaron la masacre de Tian Anmen y el proceso de reformas económicas en curso. Washington se quedó helado. “Lo enviaron a la guillotina como chivo emisario”, señalaba el “New York times”. El “Wall Street journal” en la Red se preguntaba si sería el único.

La suerte de Chen, en cierto modo, no fue una sorpresa para varios expertos japoneses, taiwaneses y surcoreanos. Desde 2005, en verdad, 24.000 funcionarios públicos y partidarios perdieron sus puestos en una vasta operación de limpieza. Sólo que, ahora, le tocó el turno a uno de los grandes “papables”, si no al mayor de todos.

A partir de ahora, la cúpula del régimen -bajo el presidente Hu y el “premier” Wen- se compone de mandarines sobrevivientes. Comenzando por Wu Bangguo (jefe del comité político del presidio, en teoría superior a Wen), Jia Qinglin –segundo del anterior-, Zeng Qinghong (vicepresidente de la república), y cuatro miembros del comité central (presidio) del partido. A saber, Huang Ju, Wu Guanzheng, Li Changchun y Luo Gan. En cuanto a Shanghai, Chen fue velozmente reemplazado por el alcalde de la ciudad, Han Zheng.

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