Elecciones 2004: de pronto, Cheney critica a Bush

Quizá reaccionado a las presiones del entorno presidencial para bajarlo de la fórmula, Richard Cheney se opone a una enmienda constitucional. La ultraderecha religiosa republicana pretende vedar matrimonios homosexuales.

26 agosto, 2004

El vicepresidente gestó la espectacular polémica en una campaña electoral ya bastante envenenada. Reactivando versiones sobre su abandono de la fórmula que comparte con George W.Bush, Cheney censuró el proyecto de prohibir constitucionalmente casamientos entre personas del mismo sexo.

“Libertad quiere decir libertad para todos en cuanto a relaciones”, sostuvo el cabildero de Halliburton, que tiene una hija lesbiana (así como Ronald Reagna tenía un hijo homosexual). Sus manifestaciones estallan a pocos días de que la convención oficialista consagre la fómula Bush-Cheney en Nueva York, ciudad conocida por su tolerancia hacia minorías sociales y el poder movilizador de éstas en la calle. Para colmo, Cheney hablaba en Iowa, un estado adicto al fundamentalismo bíblico.

Esta actitud vicepresidencial ahonda disidencias internas en la Casa Blanca y el partido. Así lo sugieren las agrias evasivas de Arnold Schwarzenegger, carismático gobernador de California. El ex Terminator no comulga con la intolerancia del entorno ultraconservador que rodea a Bush, pero tampoco quiere criticar al tejano en vísperas de la convención republicana.

Lo curioso es que, hasta estas expresiones, Cheney era virtual ideólogo de Bush en posturas tan extremas como la guerra preventiva, la invasión a Irak, el neoimperialismo, Israel, los excesos en seguridad interna con el pretexto del terrorismo, etc. Es más: un grupo allegado a Colin Powell y Condoleezza Rice trataba de centrar en Cheney y Donald Rumsfeld (Defensa) errores como la tortura de prisioneros o los negocios de Halliburton.

Por supuesto, ahora se alarga de lista de aspirantes a la candidatura vicepresidencial. Aparte de “moderados” como Rice, Powell y el senador John McCain, figuran John Ashcroft –predicador evangélico ultra y secretario de Justicia- y dos legisladores más. En medio de esta crisis, Cheney se cuenta entre quienes subscribieron un grotesco: la solicitud del premio Nobel de la paz a Bush y Tony Blair. Ariel Sharón también adhirió.

El vicepresidente gestó la espectacular polémica en una campaña electoral ya bastante envenenada. Reactivando versiones sobre su abandono de la fórmula que comparte con George W.Bush, Cheney censuró el proyecto de prohibir constitucionalmente casamientos entre personas del mismo sexo.

“Libertad quiere decir libertad para todos en cuanto a relaciones”, sostuvo el cabildero de Halliburton, que tiene una hija lesbiana (así como Ronald Reagna tenía un hijo homosexual). Sus manifestaciones estallan a pocos días de que la convención oficialista consagre la fómula Bush-Cheney en Nueva York, ciudad conocida por su tolerancia hacia minorías sociales y el poder movilizador de éstas en la calle. Para colmo, Cheney hablaba en Iowa, un estado adicto al fundamentalismo bíblico.

Esta actitud vicepresidencial ahonda disidencias internas en la Casa Blanca y el partido. Así lo sugieren las agrias evasivas de Arnold Schwarzenegger, carismático gobernador de California. El ex Terminator no comulga con la intolerancia del entorno ultraconservador que rodea a Bush, pero tampoco quiere criticar al tejano en vísperas de la convención republicana.

Lo curioso es que, hasta estas expresiones, Cheney era virtual ideólogo de Bush en posturas tan extremas como la guerra preventiva, la invasión a Irak, el neoimperialismo, Israel, los excesos en seguridad interna con el pretexto del terrorismo, etc. Es más: un grupo allegado a Colin Powell y Condoleezza Rice trataba de centrar en Cheney y Donald Rumsfeld (Defensa) errores como la tortura de prisioneros o los negocios de Halliburton.

Por supuesto, ahora se alarga de lista de aspirantes a la candidatura vicepresidencial. Aparte de “moderados” como Rice, Powell y el senador John McCain, figuran John Ashcroft –predicador evangélico ultra y secretario de Justicia- y dos legisladores más. En medio de esta crisis, Cheney se cuenta entre quienes subscribieron un grotesco: la solicitud del premio Nobel de la paz a Bush y Tony Blair. Ariel Sharón también adhirió.

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