El golpe que el Covid-19 le está asestando a la economía global es más rápido y más grave que la crisis financiera de 2008 y hasta que la Gran Depresión de 1929 en Estados Unidos y el mundo.En esos dos episodios anteriores los mercados de valores colapsaron 50% o más, los mercados de crédito se congelaron, hubo quiebras masivas, el desempleo creció por encima del 10% y el PBI se contrajo a razón de 10% o más. Pero todo eso se fue dando en más o menos tres años. En la crisis actual, los resultados macroeconómicos y financieros, muy similares, se han materializado en tres semanas.
A principios de marzo, el mercado de valores norteamericano se desplomó en 15 días, la caída más rápida de la historia. Ahora los mercados cayeron 35%, los mercados de crédito se congelaron y los márgenes de créditos subieron a niveles de 2008. Hasta las grandes firmas financieras como Goldman Sachs, JP Morgan y Morgan Stanley calculan que el PBI de Estados Unidos caerá a una tasa anualizada de 6% en el primer trimestre y de 24% a 30% en el segundo. Steve Mnuchin secretario del Tesoro de Estados Unidos, advirtió que la tasa de desempleo podría dispararse a más de 20% (dos veces el nivel pico de la crisis financiera de 2008).
O sea, todos los componentes de la demanda agregada – consumo, gasto de capital, exportaciones – están en caída libre. Si bien algunos economistas han venido anticipando un caída en forma de V – con la producción cayendo abruptamente durante un trimestre y luego recuperándose rápidamente en el siguiente — ahora debería entenderse que la crisis del Covid-19 es totalmente otra cosa. La contracción actual no se ve ni como V ni como U ni tampoco como L ( o sea caída seguida de estancamiento). Más bien se ve como una I: una línea vertical que representa el desplome de los mercados financieros y de la economía real.
Ni siquiera durante la Gran Depresión o la Segunda Guerra Mundial el grueso de la actividad económica literalmente se cerró., como ocurre ahora en China, Estados Unidos y Europa.
El mejor de los escenarios será una caída que es más severa que la crisis financiera (en términos de producción global reducida) pero de corta duración que permite volver al crecimiento positivo en el cuarto trimestre de este año. En ese caso, los mercados comenzarían a recuperarse cuando aparezca la luz al final del túnel, dice Roubini.
Pero ese escenario supone varias condiciones. Primero, que Estados Unidos, Europa y otras economías fuertemente afectadas tendrían que implementar el testeo masivo del Covid-19, rastreo de infectados, medidas de tratamiento, decreten cuarentena obligatoria y un total cierre del tipo que implementó China. Y como podría llevar 18 meses dar con una vacuna en condiciones de producción a escala, habrá que implementar anti-virales y otras terapias a escala masiva.
Segundo, los responsables de la política monetaria — quienes ya han hecho en menos de un mes lo mismo que les llevó tres años después de la crisis financiera — deben seguir sumando medidas no convencionales a la crisis. Eso significa tasas de interés cero o negativas; flexibilización cuantitativa y facilidades al crédito, respaldo a bancos, instituciones financieras no bancarias y hasta grandes corporaciones.
Tercero, los gobiernos deben aplicar estímulos fiscales masivos, desembolsos de dinero a las familias. Dado el tamaño del shock económico, los déficit fiscales en las economías avanzadas tendrán que aumentar de 2-3% del PBI a cerca de 10% o más. Solo los gobiernos centrales tienen balances lo suficientemente grandes y fuertes como para impedir el colapso del sector privado.
Pero estas intervenciones financiadas con déficit deben ser totalmente monetizadas. Si se financian a través de la deuda estándar del gobierno, las tasas de interés subirían mucho y la recuperación se ahogaría en sus inicios. Dadas las circunstancias las intervenciones que desde hace tiempo proponen los izquierdistas de la escuela de la Teoría Monetaria Moderna se convierten en la corriente principal.
Lamentablemente para el mejor de los escenarios, la respuesta de salud pública en las economías avanzadas no hizo lo suficiente para contener la pandemia y el paquete de políticas fiscales que se debate hoy no es ni lo suficientemente grande ni rápido para crear las condiciones de una pronta recuperación. En estas circunstancias, el riesgo de una nueva Gran Depresión, peor que la primera crece con el correr de los días.
Si no se detiene la pandemia, las economías y los mercados de todo el mundo seguirán en caída libre Pero aun en el caso de que más o menos se la contenga, el crecimiento general podría no retornar hasta finales de 2020. Y para entonces, otra temporada de virus podría comenzar con nuevas mutaciones.
Nouriel Roubini es profesor en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York. Fue economista de la comisión de Asuntos Internacionales de la Administración Clinton.