El salario real cayó en 2020 y también lo hará en 2021

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Pero eso es solo una parte de la historia. Los salarios del sector privado crecieron en diciembre pasado solo 1.9% en términos nominales, es decir, menos de la mitad de una inflación que durante aquel mes llegó a 4%.

De esta manera –explica el último informe de la consultora Ecolatin- el poder de compra del salario cayó, respecto a diciembre del 2019, más de 3% y se mantiene en terreno negativo desde febrero de 2018, es decir, el salario real no crece desde hace 35 meses y no se cree que esta situación cambie hasta, por lo menos, junio de este año. El crecimiento que se espera para el segundo semestre no compensará la caída previa y, por lo tanto, 2021 será el cuarto año consecutivo de reducción del poder de compra del salario.

Sin embargo, el seguimiento de esta variable para analizar la salud del poder adquisitivo de las familias es incompleto. Si solo observamos la dinámica de los ingresos de los asalariados formales del sector privado, estaremos viendo 27 de cada 100 perceptores de ingresos y a $39 de cada $100 de la masa de ingresos. Si sumamos a los públicos apenas llegaremos a 37 y $ 55.

Es decir, ver solo el salario real del sector privado registrado implica no ver 73 de cada 100 perceptores de ingresos y $61 de cada $100 de la demanda potencial.

Esto no sería particularmente problemático si todo lo que no vemos (jubilaciones, asalariados informales, cuentapropistas, etc) se moviera de la misma manera que lo que sí vemos, pero este no es el caso. Existen heterogeneidades muy marcadas en la evolución de cada una de las distintas fuentes de ingreso.

Para diciembre de 2017 las jubilaciones crecían en torno a 35% mientras que en ese mismo momento el salario formal lo hacía al 27%. Durante los años siguientes la magnitud de esas diferencias se acentuó, aunque la posición de cada variable cambió.

Además, la importancia de cada fuente de ingreso no es la misma para todo tipo de hogar ni se mantiene fija en el tiempo. Previo a la pandemia, un hogar de nivel educativo bajo (proxy de su capacidad estructural de generar ingresos) dependía solo en un 30% del salario registrado, mientras que la ayuda social alcanzaba el 17% del total y las jubilaciones otro 30%. La situación de un hogar de alto nivel educativo fue diametralmente opuesta, la ayuda social, el empleo no registrado o el cuentapropismo no profesional fueron prácticamente irrelevantes mientras que el salario registrado explicó casi el 60% de la masa de ingresos. Un único indicador no podrá captar esta heterogeneidad tan olvidada como relevante a la hora de hacer foco en los distintos grupos sociales.

Medir la temperatura de la demanda usando el salario real tiene otro inconveniente. El deflactor utilizado típicamente para medir este indicador es el nivel general del Índice de Precios al Consumidor (IPC), bajo el cual se asume una canasta de bienes y servicios fija para todos los hogares.

Esto no ocurre en la realidad donde cada tipo de hogar tiene una estructura de gasto distinta. Tampoco esto es irrelevante cuando lo que analizamos es el poder de compra que los hogares tienen para el gasto en grupos de bienes puntuales (como, por ejemplo, consumo masivo).

¿Es igual un salario real estancado en un contexto en el que suben las tarifas de servicios públicos en relación a uno en el que no lo hacen? Definitivamente no, en el primer caso los hogares deberán pagar servicios públicos más caros con un mismo poder de compra (no pueden decidir no consumir electricidad) y por lo tanto destinarán menos recursos a la compra del resto de los bienes.

¿Qué se puede hacer? 

“Concluimos entonces que el salario real es un indicador incompleto si lo que se busca es un termómetro del poder de compra de las familias, es por esto que desarrollamos un indicador nuevo que resuelve buena parte de los problemas planteados. Usando información de distintas fuentes logramos agrupar todos los tipos de ingresos (laborales y no laborales) en un único indicador, al mismo tiempo que sumamos la evolución del empleo de forma tal de llegar a una masa de ingresos total”.

“Luego, le restamos el gasto en consumo de bienes y servicios que consideramos que difícilmente los hogares puedan dejar de consumir como alquileres, expensas, educación, salud o servicios públicos. El ingreso que quede se comparará con la evolución del resto de los precios de la economía (dentro de los cuales los bienes de consumo masivo tienen un rol importante) generando de esta manera el Indicador de Ingreso Disponible Ecolatina”.

“De este modo desarrollamos un indicador de ingreso que busca agregar una mayor especificidad al salario real y lograr una medición más completa del poder adquisitivo. El resultado es una variable más volátil que el salario real, lo que es consistente con las distintas características que se han ido mencionando. Se observa cómo impactan los incrementos de tarifas debido a que es un gasto inelástico, capta la dinámica pro-cíclica del ajuste de jubilaciones y asignaciones por la fórmula de movilidad y contempla el efecto del empleo en la masa de ingresos, algo que resulta evidente durante la significativa destrucción de puestos de trabajo informales y cuentapropistas en los meses de restricciones más fuertes el año pasado. Además, la metodología nos permite ponderar las distintas fuentes de ingreso y estructura de gasto de cada hogar generando tantas series como tipos de hogares se quieran analizar”.

“Por último, este indicador nos permite proyectar. ¿Qué esperamos para 2021? Una contracción promedio anual cercana a 2%, explicada por un comienzo muy negativo (comparando contra el último período pre pandemia) que a partir de abril mostrará un crecimiento interanual sostenido, el cual recién se desaceleraría durante el último trimestre del año. Detrás de estos números se esconden dinámicas heterogéneas, entre las cuales encontramos que las jubilaciones podrían retroceder más del 5% mientras que el salario real del sector privado le empataría a la inflación y tendría lugar una recuperación del empleo del orden del 7%, motorizada por los puestos de trabajo no registrados y cuentapropistas”.

“En suma, el indicador de Ingreso Disponible Ecolatina permite obtener información más profunda y detallada sobre un hogar objetivo al mismo tiempo que brinda información precisa respecto a cuándo y quiénes tienen una mayor o menor capacidad de compra. Su seguimiento ayudará al sector público a entender la situación de cada grupo de hogar y al sector privado a analizar el timing correcto para su política de precios, lanzamientos y producción.

 

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