“Mientras el Directorio del FMI daba su aprobación al acuerdo celebrado con el gobierno argentino, se conoció el documento del staff técnico. Del mismo se infiere que la aprobación respondió más a directrices políticas que a razones técnicas. Se repite así lo ocurrido con el acuerdo stand-by de 2018, en el que también primaron consideraciones políticas para su aprobación”, explica Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano.
“Los miembros de la misión técnica se preocuparon en remarcar las dificultades que observan para que el acuerdo resulte exitoso. En tal sentido, señalaron que ‘persisten los riesgos de implementación de políticas’, agregando que ‘el apoyo político para el programa puede ser frágil’, lo cual hace que esté sujeto ‘a riesgos significativos’”, analiza el economista.
“Al respecto, si bien señala que la deuda externa argentina es sustentable, afirma que ‘no lo es con alta probabilidad’. Finalmente, el staff reconoce que los riesgos del programa son ‘extremadamente elevados’, por lo cual una recalibración sería necesaria si aquellos llegaran a materializarse”, indica.
“Es evidente la preocupación de los integrantes del staff por dejar en lo posible a salvo sus responsabilidades, reconociendo la alta probabilidad de que el programa fracase, al igual que ocurriera con los dos anteriores: el de 2000 y el de 2018”, completa el director del CENE.