Pocos días antes de la segunda ronda de votación en Brasil para elegir presidente y legisladores, el favorito Jair Bolsonaro sorprendió a sus seguidores en los mercados financieros cuando se mostró convertido en defensor de la economía de libre mercado.
El ex capitán del ejército, que derrotó a su contrincante Fernando Haddad del izquierdista Partido de los Trabajadores, propuso en una entrevista con Poder 360 que el Banco Central fije “metas” para la tasa de cambio brasileña.
Muchos economistas consideran que la tasa de cambio de libre flotación es uno de los pilares de la estabilidad económica del país porque permite que la moneda actúe como paragolpes.
Bolsonaro ganó, en parte, seducienda los inversores con promesas de reformas económicas de la ortodoxia liberal. Pasó casi 28 años en el Congreso protegiendo los intereses de su base política en las fuerzas de seguridad votando contra reformas de todo tipo, incluidas privatizaciones y cambios en el sistema jubilatorio.
Su conversión a la economía liberal se produjo más o menos en el mismo momento que su renacimiento como cristiano evangélico: hace dos años fue rebautizado en el río Jordán.
Los desafíos económicos del nuevo presidente son serios. Brasil se esfuerza por salir de la peor recesión de su historia, con desempleo de 12%. El déficit de presupuesto es de 7% del PBI y la deuda pública se acerca al 80% del PBI.
La esperanza de los mercados está puesta en Paulo Guedes, un Chicago Boy que es el gurú económico del nuevo presidente y que actualmente maneja el fondo de inversiones Bozano Investimentos. Los economistas esperan que Guedes mantenga el congelamiento del gasto fiscal que introdujo Michel Temer y que decrete la autonomía formal del banco central.
Guedes podría introducir un masivo programa de privatizaciones para generar ingresos que ayuden a pagar la deuda.
Del nuevo gobiernos Guedes dijo que “va a ser una alianza de la política de centro y derecha alrededor de un programa económico liberal”. No va a ser ni radical ni ultra liberal, dijo.
