jueves, 21 de noviembre de 2024

El impacto sectorial de “plata en los bolsillos”

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Los más beneficiados (en el corto plazo) con los anuncios del gobierno: los sectores de pequeños electrodomésticos , tecnología , textil, calzado, higiene, cuidado personal y alimentos y bebidas.

Mientras que la liberación de las restricciones sanitarias le dará oxígeno al turismo doméstico, la gastronomía y la recreación, según un informe de ABECEB.

Por otro lado, las mayores dudas provienen del creciente monitoreo de las importaciones: la dificultad para acceder al mercado libre de cambios (MULC) y la aprobación de SIMIs (Sistema Integral de Monitoreo de Importaciones) pueden reducir la oferta disponible de insumos y bienes finales en el mercado, afectando las dinámicas productivas y comerciales hacia adelante.

En los últimos días, el Gobierno intercaló anuncios y medidas orientadas a estimular el consumo, flexibilizar las restricciones sanitarias y mejorar el clima con vistas a las elecciones. Las iniciativas significan riesgos y oportunidades diferenciados para los sectores productivos. Si los estímulos son limitados, los resultados también lo son: las sumas por única vez no resuelven el deterioro de los ingresos reales. Las líneas de financiamiento e incentivos tributarios no moderan la incertidumbre cambiaria ni los efectos del cepo. Así, es difícil pensar que se pueda lograr reducir la mayor incertidumbre económica inaugurada en las PASO.

El objetivo “plata en los bolsillos” tiene rendimientos decrecientes. Tres razones explican su moderada efectividad: (i) en un entorno socioeconómico deteriorado las sumas de única vez no logran cambiar la percepción de bienestar en el mediano plazo; (ii) las familias tienen mayores niveles de endeudamiento y los bancos son cautos a la hora de aumentar los límites; (iii) parte de las compras de reposición ya ocurrieron ante la mayor permanencia en casa y los picos de la brecha a finales de 2020.

Los sectores ganadores serán los beneficiados por el rebalanceo de canasta de consumo de los hogares y la “revancha del consumo social”. El desarme de las restricciones sanitarias beneficiará al transporte de personas, organizaciones de eventos los proveedores de reuniones sociales y de esparcimiento, el sector turístico y la gastronomía, junto con los bienes que acompañan, como el sector textil, el de calzado y el de higiene y cuidado personal.

La reapertura gradual de las fronteras, la eliminación de las cuarentenas obligatorias y el desarme en las restricciones locales abren el país al turismo receptivo y promueven el turismo interno, dando mayor certidumbre a la temporada estival.

El consumo masivo continuará reponiéndose desde niveles muy bajos. Tras sufrir el efecto de la aceleración inflacionaria de principios de año, aún no da señales de una reanimación visible. En los próximos meses, la mejora puntual en los ingresos permitirá lograr al menos un tibio repunte desde niveles muy bajos. Las políticas de control de precios (Súper Cerca, Precios Cuidados) seguirán vigentes, condicionando la rentabilidad de las empresas proveedoras.

Algo del mayor flujo de ingresos y más oportunidades de financiamiento podrá volcarse al mercado de electrodomésticos. Con dos ocasiones de compra (Día de la Madre y Navidad) y una ampliación de la base vía tarjetas no bancarias y celulares. El consumo con foco más en pequeños electrodomésticos y en soluciones tecnológicas verá una mejora en un mercado que todavía tiene niveles de ventas muy inferiores a los registros de 2015/2017.

Los efectos colaterales hacia 2022

Más allá del alivio de corto plazo, la escasez de dólares y la limitada recuperación del poder de compra continuarán condicionando el margen de expansión del consumo y la producción, anticipando más cepo y la necesidad de mayores controles a las importaciones.

Para la industria los mayores frentes de alerta no se modificaron. Aquellas orientadas al mercado interno quizá puedan aprovechar los movimientos en el consumo; y algunas empresas, en el margen, los escasos créditos a través de las líneas como “Transformación Productiva” u otras activas con financiamiento vía FONDEP. Pero las mayores dudas provienen del creciente monitoreo de las importaciones: la mayor dificultad para acceder al MULC y la aprobación de SIMIs.

Si bien en 2021, la administración de importaciones no fue generalizada, sí se observaron movimientos en productos puntuales y se privilegió la importación de bienes intermedios por sobre la de bienes finales. Esto explicó el aumento del share de la producción local para distintos productos como autos, motos, juguetes, y maquinaria agrícola, entre otros; y la pérdida de posiciones de algunas empresas a cambio de anuncios de inversiones o con mayor proporción de producción nacional.

Un mercado cambiario más estresado implicará la necesidad de una administración del comercio más severa siempre atendiendo a los riesgos que implica la amenaza al abastecimiento sostenido y previsible de insumos.

El sector automotriz es un ejemplo y observa con preocupación la discrecionalidad en la asignación de cupos, la falta de programas de financiamiento y un mercado rígido por el limitado ingreso de vehículos desde el exterior.

El alerta por la escasez de divisas obliga a analizar con cautela el impacto de algunas de las medidas anunciadas para promover las inversiones. En el caso de las extractivas, la reglamentación del Decreto 234/2021 es una buena noticia, con mayor impacto potencial para la minería de litio que para las metalíferas.

Por otra parte, la Ley de Hidrocarburos continúa empantanada por el debate en la coalición gobernante. La única certidumbre del sector es el Plan Gas, con el barril criollo como prenda de cambio por algunos dólares de exportación para las petroleras. La eliminación de las retenciones a los servicios no logra modificar el escenario, en un entorno donde muchas empresas ya podían acceder al beneficio a partir de la ley de EDC, y donde el mayor problema sigue siendo el tipo de cambio de referencia al que ingresan las divisas.

En la construcción

El proyecto de Presupuesto exhibe la intención de un mayor dinamismo (la inversión pública en infraestructura se elevaría del 2,1% del PIB en 2021 al 2,4% en 2022) aunque probablemente la obra privada se demore, en un contexto cambiario con mayor inestabilidad. Las ventas de materiales para el segmento residencial ya habían alcanzado un amesetamiento y continuarán observando la evolución del dólar, a la espera de una nueva ventana de oportunidad.

El perfil exportador seguirá siendo una fortaleza, aunque se enfrenta al riesgo de mayores restricciones para garantizar el abastecimiento interno y mira de reojo la caída en las perspectivas de crecimiento de Brasil (+1,6% anual hoy vs 2% en agosto) en un año electoral. En este punto el agro tiene la llave para aliviar o profundizar las tensiones. El diálogo con la Mesa de Enlace por las restricciones a la carne busca dar señales a otros productores, preocupados por la potencial extensión de esquemas de cupos. No obstante, las mayores amenazas no están hoy bajo el dominio de las autoridades: si bien se mantendrían elevados, los precios internacionales estarán influidos por la dinámica de los mercados financieros (ritmo de desarme de estímulos que resuelva la FED), mientras que la suerte de la cosecha dependerá de las perspectivas agroclimáticas (efectos finales de un nuevo evento de “La Niña” con un aumento en las probabilidades de ocurrencia).

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