sábado, 28 de diciembre de 2024

El clima está hoy en el escenario

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A estas alturas, ya no hay duda. La sustentabilidad no es solamente un tema central –que aloja y nutre todos los conceptos en torno a la Responsabilidad Social Empresaria–, que tiene que ver con el futuro cercano de la humanidad, sino que también es un tremendo impulsor que transforma radicalmente el planeta.

Cambia todo: las formas de producir, las maneras de vivir y de pensar de la gente, y que incluso puede terminar reemplazando al capitalismo tal como lo conocemos hoy.
Sin embargo, un observador desatento, podría estos días llegar a una conclusión equivocada. Podría suponer que la esencia del debate es el clima, el calentamiento progresivo del planeta, los desastres climáticos, el derretimiento del hielo en los polos, el ascenso de las aguas oceánicas que amenazan sumergir costas pobladas.
Es que el clima está en el centro del escenario en estas semanas, y por esa razón -simplemente reflejar la realidad- ocupa un espacio especial en esta edición especial de “El Libro Blanco de la sustentabilidad y la RSE” que Mercado publica anualmente, en esta fecha.
Hay coincidencias temporales que así lo determinan. A lo largo de varias semanas se han producido hechos resonantes que lo pusieron en foco. La visita del Papa Francisco a Estados Unidos significó que un ámbito de resonancia como el Congreso (reunidas ambas cámaras) multiplicara la humilde y oportuna voz del pontífice pregonando la inevitable necesidad del compromiso mundial en la materia.
Enseguida, la Asamblea General de las Naciones Unidas ratificó el compromiso de los países miembros en avanzar en serio en este campo. La implementación de la agenda 2015 a partir de esta reunión es un punto de inflexión que determinará la visión global predominante en desarrollo sustentable hasta 2030.
A ello le seguirá en pocos días, en París ?si no se decide el cambio de sede a último momento por los sangrientos atentados jihadistas? la cumbre de Naciones Unidas sobre el clima con participación de casi 200 países. Más de 60 países han adelantado ya sus propuestas para reducir las emisiones de carbono: los 28 de la Unión Europea, Estados Unidos, China y Japón, entre ellos. Hasta ahora, el único tratado que exigía actuar a los países era el Protocolo de Kyoto de 1997. Que imponía reducciones importantes a los países industrializados, pero no a China e India, en pleno proceso de industrializarse. Lo que tenía sentido en ese año. No ahora, cuando China es el primer contaminante, e India, el tercero.

Para los próximos 15 años

La esperanza es que el resultado del encuentro en París obligue a tener resultados medibles e incrementar las acciones a lo largo de varias décadas. La agenda 2030 para el desarrollo sostenible será una guía de intervenciones en desarrollo por lo menos para los próximos 15 años. Un aumento importante en la temperatura mundial puede imponer un costo de entre 10 y 30% del PBI global. O entre US$ 7 billones (millones de millones) y US$ 22 billones, a valores de 2013. Los costos están asociados a la masiva inversión en infraestructura industrial para adaptarse a las nuevas temperaturas y al nuevo nivel de los océanos. 
Lo que no ha ocurrido hasta ahora. El panel intergubernamental de Naciones Unidas sobre cambio climático concluyó que no solo no fue posible reducir el nivel de dióxido de carbono y de otros gases del “efecto invernadero”. Al contrario, las emisiones crecieron a niveles record a mayor velocidad entre 2000 y 2010 que en las tres décadas anteriores. Las emisiones de dióxido de carbono, el gran agente del cambio de clima, aumentaron de 22.000 millones de toneladas en 1990, a más de 35.000 millones de toneladas en este momento.
Lo que lleva a pensadores en el ámbito de los negocios a sostener que las empresas no tienen más posibilidad que ponerse a la cabeza en la búsqueda de una economía global sustentable. Si hay desastre ecológico, no hay trabajo para la gente y los sistemas financieros colapsan, no habrá utilidades para las empresas. 
La experiencia es a todo o nada. Empresas líderes que aplicaron iniciativas sustentables en toda la cadena de valor, tuvieron éxito comprobable. Las que se quedaron a mitad de camino, perdieron más que lo que ganaron. 
El presente se percibe ya como la última oportunidad para prepararse para lo que trae el futuro. Y eso es inevitablemente cierto en el campo de la sustentabilidad, pero muy en especialmente en torno al cambio climático, que ha eclipsado momentáneamente otros campos como la acción positiva en el entorno social.

 

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