Hay dos teorías sobre el problema de Grecia, hoy: una dice que el gobierno de Alexis Tsipras se ha ido metiendo en un pozo cada vez más profundo mientras simultáneamente destruye la confianza y la buena voluntad de sus socios europeos. La otra, que las payasadas del ministro de economía Yanis Varoufakis, son una complicada farsa política calculada para liberar a Grecia de los grilletes de sus implacables acreedores.
Por otro lado, está Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, que, polémico como siempre, dice hoy en El País de Madrid – que la Unión europea no está rescatando a Grecia sino a los bancos alemanes”.
Lo cierto es que el problema ya está dejando de ser estrictamente económico para convertirse en político. Se habla del riesgo de contagio en el resto de la Eurozona, del caos que habría en Grecia si sale de la eurozona y de cómo quedaría la UE si un estado se le cae.
En numerosas ciudades de España e Italia, se están realizando protestas y acampadas que, en general, dicen que lo que buscan es “una sociedad nueva que dé prioridad a la vida, por encima de los intereses económicos y políticos” así como un cambio en la “conciencia social”. Igualmente, dicen querer “demostrar que la sociedad no está dormida”.
allá de la pregunta sobre si Atenas no puede o no quiere implementar las reformas que prometió, se pregunta hoy el Financial Times, el problema no es tanto la deuda sino la negativa del presidente a embarcarse en reformar el estado. . Se dice que hay clientelismo, que hay corrupción,, intereses especiales y favoritismos y que sin una reforma total de la capacidad política y administrativa de la nación, no hay programa económico que pueda funcionar.
Sólo la geopolítica sería capaz de mantener a Grecia, a esta altura, dentro del club europeo. Grecia está en un rincón estratégico para Europa, un punto que conecta oriente con occidente.y es miembro de la OTAN. Si se retira seguramente será bienvenida por Moscú, desde donde Putin pretende siempre desestabilizar la alianza occidental.