Después del primer careo entre el Presidente Donald Trump y su contrincante Joe Biden el debate presidencial del jueves 22 de octubre fue una agradable sorpresa y un acontecimiento tranquilo y civilizado.
En el primer debate las constantes interrupciones de Trump denigraron el nivel del debate. Nadie había visto nunca algo así. Por eso, porque nadie confiaba en que ambos candidatos se iban a comportar como corresponde, fue que se decidió implementar el botón de silenciamiento.
En el último debate 2020 la moderadora podía silenciar el micrófono de un candidato cuando al otro le tocaba hablar. El presidente al principio reaccionó al micrófono silenciado como si fuera una cachetada, porque era una reacción evidente a su comportamiento durante el debate anterior. Lo que no advirtió fue que ese mismo recurso destinado a silenciarlo era lo que realmente le daba poder.
En lugar de dejar que el presidente Trump pusiera la cabeza para que se la corten, la Comisión de Debates Presidenciales le dio la oportunidad de elevar su desempeño al negarle la posibilidad de comportarse en la forma que más daño le hace. En cierto sentido la comisión impuso la urbanidad en el debate. El presidente criticó la decisión y la calificó de “injusta”. En realidad, debería haberla recibido con gratitud.
En cualquier otra circunstancia, cuando el presidente habla el mundo escucha. Nadie puede silenciar al presidente de Estados Unidos. Excepto el jueves a la noche, cuando la moderadora Kristen Welker tuvo el poder para hacer exactamente eso. En realidad, la simple amenaza de usar el botón silencio mejoró notablemente el comportamiento durante el debate. Hubo pocos momentos en que fue necesario hacerlo.
Los dos candidatos se vieron obligados a debatir en una forma más presidencial. En muchos sentidos, eso fue un regalo para los televidentes. Fue el debate que los norteamericanos se merecían, dice la institución. Hablaron de covid-19, de interferencia en las elecciones, de políticas en China y Norcorea, de cobertura de salud, de ayuda económica, de salario mínimo, de inmigración, de relaciones raciales en el país, del ambiente y de fracking. La moderadora se mostró firme y llevó a los candidatos de segmento en segmento de una forma más efectiva que el resto de los moderadores de este año.