Una añeja definición de la política dice que es el arte de lo posible; expresión palpable del realismo. Más tarde, alguien añadió el ingrediente de la voluntad a los términos y sostuvo que “es el arte de hacer posible lo necesario”.
En definitiva, lo que se puede rescatar, en función de la actualidad argentina es que la política es, en última instancia, el arte de negociar para alcanzar los objetivos propuestos por los actores, en base a la relación de poder con la cual se manejan en el contexto social.
Nadie, aún los gobiernos más autocráticos o tiránicos, es dueño del poder absoluto. El poder está repartido en el seno de la sociedad, en proporciones que las circunstancias hacen variar y quien quiera gobernar debe reconocer esa realidad y sumar, como en una sociedad anónima, la mayoría de acciones para mantenerse en el campo de las decisiones realizables.
Sirva este introito para encuadrar un breve análisis de lo ocurrido en la semana que termina en el escenario político argentino.
La mayoría de los analistas coincide en que los mandatarios políticos y económicos (gobernantes y ministros) acuciados por los reclamos de los mandantes (los electores, medidos a través de las encuestas especializadas) se inclinan a aceptar, impelidos por el peso de la realidad, la propuesta de los factores de poder económico y financiero, nacionales e internacionales, para arbitrar soluciones concretas y prácticas a la crisis del país.
Solamente de esta manera se explicaría el encuentro de rivales hasta hoy irreconciliables como Domingo Cavallo y Rául Alfonsín (Ver Cavallo en el candelero); el público apoyo dado por el ex ministro a su “amigo” Machinea desde el Palacio de Hacienda (Ver Respaldos a Machinea), y la presunta intervención de varios de los más poderosos empresarios argentinos en estas gestiones.
El jueves, lo que algunos expertos definieron como la “montaña rusa” de la Bolsa, repuntó. El Merval subió 4% y los papeles de la deuda ganaron hasta 4,4%, mientras el riesgo país bajaba 45 puntos. Todo acompañado por una serie de rumores procedentes de Estados Unidos –desmentidos en su mayoría– sobre eventuales auxilios financieros para la Argentina, considerados por ambas partes como innecesarios, al menos por el momento.
El clima había cambiado de manera substancial en poco tiempo. Más que un salvataje económico, el país era espectador de una suerte de salvataje político, destinado a reformar la imagen presidencial, sacudida por escándalos externos al gobierno y por conflictos surgidos en su estructura, sumados a la falta de solución a problemas que, ciertamente, eran en buena parte una herencia recibida, como el déficit del Estado y la desocupación.
La sacudida que recibió el tablero político se hizo evidente el jueves, cuando los bloques de diputados de la Alianza, de Acción por la República ( Cavallo ) y de la mayoría de los partidos provinciales comprometieron su voto para apurar el tratamiento del Presupuesto 2001.
Paralelamente, la Comisión de Presupuesto de la cámara con el acuerdo de los mismos bloques y el apoyo, con algunas disidencias anticipadas del Justicialismo aprobó un dictamen para el proyecto que establece reducción de impuestos en favor de la inversión.
No todo ha sido superado por arte de magia; en política no existen sortilegios, sino capacidad de negociación,.
Ahora el Gobierno deberá buscar acuerdos para lograr la aprobación del Presupuesto en base a sus necesidades, a pesar de los cuestionamientos que surgen ,no solamente de la oposición, sino incluso de algunos sectores de la Alianza.
Por lo pronto, Carlos Ruckauf se mostró explícito cuando, en la cumbre realizada con sus pares de Santa Fe, Carlos Reutemann y de Córdoba, José Manuel de la Sota, el jueves, sostuvo que es necesario darle un presupuesto al Presidente, “pero no puede ser éste”.
Con lo cual confirmaba la apreciación de los observadores que interpretaron las últimas movidas de los mandatarios provinciales de ese signo partidario como una estrategia destinada a ganar espacio político y poder real en función del mandato recibido en las elecciones de 1999.
Respaldado públicamente por De la Rúa, Machinea adelantó su regreso a Buenos Aires, mientras el primer mandatario recibía el apoyo explícito de su colega Fernando Henrique Cardoso del Brasil, interesado en mantener la cohesión y la tranquilidad en el seno del Mercosur, en un encuentro en la embajada argentina en Madrid.
España recibió al descendiente de emigrantes gallegos con la pompa y las circunstancia con que las monarquías saben hacerlo.
Condecoraciones, medallas y el árbol genealógico de los De la Rúa, emocionaron a un mandatario que suele disimular sus sensaciones más íntimas.
El rey Juan Carlos besó galantemente la mano de Doña Inés Pertiné y, entre halagos y promesas de inversión, Repsol consiguió obtener en principio la prórroga que deseaba para explotar 10 años más el yacimiento de Loma de la Lata.
Este es un ejemplo que nos da la Madre Patria de cómo se implementa una política de Estado. El rey no pregunta a qué partido pertenece el jefe de Gobierno, sino indaga hacia donde se encaminan los intereses de su país y a ellos dedica todos sus talentos y sus esfuerzos.
De esto se trata; de que en la Argentina, sus hombres públicos piensen en los objetivos de la Nación y subordinen a ellos las ambiciones partidarias. En los próximos días veremos de qué manera reaccionan los grupos de presión enfrentados en torno a la política petrolera.
Carlos Alvarez ha sostenido públicamente que era necesario estudiar con cautela la renta extra que obtendría Repsol al extender su concesión y advirtió que a su juicio podría ascender a $ 40 mil millones.
En Neuquén los sectores que se oponen al acuerdo de Madrid anuncian movilizaciones hacia el yacimiento, promovidas por el Movimiento Popular Neuquino, los gremios estatales, las coordinadoras de estudiantes y los partidos de oposición.
Se abre un nuevo foco de conflicto, mientras queda pendiente el problema de cómo convenir con los gobernadores peronistas las bases para un entendimiento que posibilite articular una estrategia común que apunte a la proyección del país y no, solamente, a alimentar las ambiciones de sectores.
Una añeja definición de la política dice que es el arte de lo posible; expresión palpable del realismo. Más tarde, alguien añadió el ingrediente de la voluntad a los términos y sostuvo que “es el arte de hacer posible lo necesario”.
En definitiva, lo que se puede rescatar, en función de la actualidad argentina es que la política es, en última instancia, el arte de negociar para alcanzar los objetivos propuestos por los actores, en base a la relación de poder con la cual se manejan en el contexto social.
Nadie, aún los gobiernos más autocráticos o tiránicos, es dueño del poder absoluto. El poder está repartido en el seno de la sociedad, en proporciones que las circunstancias hacen variar y quien quiera gobernar debe reconocer esa realidad y sumar, como en una sociedad anónima, la mayoría de acciones para mantenerse en el campo de las decisiones realizables.
Sirva este introito para encuadrar un breve análisis de lo ocurrido en la semana que termina en el escenario político argentino.
La mayoría de los analistas coincide en que los mandatarios políticos y económicos (gobernantes y ministros) acuciados por los reclamos de los mandantes (los electores, medidos a través de las encuestas especializadas) se inclinan a aceptar, impelidos por el peso de la realidad, la propuesta de los factores de poder económico y financiero, nacionales e internacionales, para arbitrar soluciones concretas y prácticas a la crisis del país.
Solamente de esta manera se explicaría el encuentro de rivales hasta hoy irreconciliables como Domingo Cavallo y Rául Alfonsín (Ver Cavallo en el candelero); el público apoyo dado por el ex ministro a su “amigo” Machinea desde el Palacio de Hacienda (Ver Respaldos a Machinea), y la presunta intervención de varios de los más poderosos empresarios argentinos en estas gestiones.
El jueves, lo que algunos expertos definieron como la “montaña rusa” de la Bolsa, repuntó. El Merval subió 4% y los papeles de la deuda ganaron hasta 4,4%, mientras el riesgo país bajaba 45 puntos. Todo acompañado por una serie de rumores procedentes de Estados Unidos –desmentidos en su mayoría– sobre eventuales auxilios financieros para la Argentina, considerados por ambas partes como innecesarios, al menos por el momento.
El clima había cambiado de manera substancial en poco tiempo. Más que un salvataje económico, el país era espectador de una suerte de salvataje político, destinado a reformar la imagen presidencial, sacudida por escándalos externos al gobierno y por conflictos surgidos en su estructura, sumados a la falta de solución a problemas que, ciertamente, eran en buena parte una herencia recibida, como el déficit del Estado y la desocupación.
La sacudida que recibió el tablero político se hizo evidente el jueves, cuando los bloques de diputados de la Alianza, de Acción por la República ( Cavallo ) y de la mayoría de los partidos provinciales comprometieron su voto para apurar el tratamiento del Presupuesto 2001.
Paralelamente, la Comisión de Presupuesto de la cámara con el acuerdo de los mismos bloques y el apoyo, con algunas disidencias anticipadas del Justicialismo aprobó un dictamen para el proyecto que establece reducción de impuestos en favor de la inversión.
No todo ha sido superado por arte de magia; en política no existen sortilegios, sino capacidad de negociación,.
Ahora el Gobierno deberá buscar acuerdos para lograr la aprobación del Presupuesto en base a sus necesidades, a pesar de los cuestionamientos que surgen ,no solamente de la oposición, sino incluso de algunos sectores de la Alianza.
Por lo pronto, Carlos Ruckauf se mostró explícito cuando, en la cumbre realizada con sus pares de Santa Fe, Carlos Reutemann y de Córdoba, José Manuel de la Sota, el jueves, sostuvo que es necesario darle un presupuesto al Presidente, “pero no puede ser éste”.
Con lo cual confirmaba la apreciación de los observadores que interpretaron las últimas movidas de los mandatarios provinciales de ese signo partidario como una estrategia destinada a ganar espacio político y poder real en función del mandato recibido en las elecciones de 1999.
Respaldado públicamente por De la Rúa, Machinea adelantó su regreso a Buenos Aires, mientras el primer mandatario recibía el apoyo explícito de su colega Fernando Henrique Cardoso del Brasil, interesado en mantener la cohesión y la tranquilidad en el seno del Mercosur, en un encuentro en la embajada argentina en Madrid.
España recibió al descendiente de emigrantes gallegos con la pompa y las circunstancia con que las monarquías saben hacerlo.
Condecoraciones, medallas y el árbol genealógico de los De la Rúa, emocionaron a un mandatario que suele disimular sus sensaciones más íntimas.
El rey Juan Carlos besó galantemente la mano de Doña Inés Pertiné y, entre halagos y promesas de inversión, Repsol consiguió obtener en principio la prórroga que deseaba para explotar 10 años más el yacimiento de Loma de la Lata.
Este es un ejemplo que nos da la Madre Patria de cómo se implementa una política de Estado. El rey no pregunta a qué partido pertenece el jefe de Gobierno, sino indaga hacia donde se encaminan los intereses de su país y a ellos dedica todos sus talentos y sus esfuerzos.
De esto se trata; de que en la Argentina, sus hombres públicos piensen en los objetivos de la Nación y subordinen a ellos las ambiciones partidarias. En los próximos días veremos de qué manera reaccionan los grupos de presión enfrentados en torno a la política petrolera.
Carlos Alvarez ha sostenido públicamente que era necesario estudiar con cautela la renta extra que obtendría Repsol al extender su concesión y advirtió que a su juicio podría ascender a $ 40 mil millones.
En Neuquén los sectores que se oponen al acuerdo de Madrid anuncian movilizaciones hacia el yacimiento, promovidas por el Movimiento Popular Neuquino, los gremios estatales, las coordinadoras de estudiantes y los partidos de oposición.
Se abre un nuevo foco de conflicto, mientras queda pendiente el problema de cómo convenir con los gobernadores peronistas las bases para un entendimiento que posibilite articular una estrategia común que apunte a la proyección del país y no, solamente, a alimentar las ambiciones de sectores.