<p>En general, los países emergentes y subdesarrollados coinciden en una cosa: casi todas las emisiones de gases tipo invernadero –monóxido y dióxido de carbono- acumuladas desde mediados del siglo XIX provenían o provienen del mundo industrial. Cada habitante de los países centrales, sostienen, aporta muchos más contaminantes que el resto del planeta.</p>
<p>Entonces, ironiza el “Economist”, fuentes de monóxido como China o India “también debieran hacerse responsables”. En Estados Unidos un coro de legisladores acompaña esa postura. Más aún, afirma que “China mantiene hoy el mayor ritmo contaminante del mundo, aunque no se refleje en la carga por habitante”. Como ocurre con los derechos civiles o el yüan, el asunto será soslayado mientras George W.Bush asista a los juegos olímpicos.</p>
<p>Por supuesto, India, Indonesia, Vietnam, Venezuela o Brasil son también activos contaminantes. Así, para el semanario, “las emisiones de países en desarrollo aumentan tan rápido que esterilizan de antemano los tímidos esfuerzos de las economías centrales”. Casi, el argumento típico de las grandes petroleras.</p>
<p>Lamentablemente, “todas esas posturas son válidas. Pero asimismo lo es una observación: es más fácil contener emisiones de países subdesarrollados, pues tienden a ser menos eficientes en la materia y aún no adoptan medidas concretas. Por el contrario, siguen instalando plantas contaminantes”. Eso hace presumir al “Economist” que “si los países prósperos aceptan pagar la factura, los demás harán los recortes donde les resulten más baratos, no donde se contamine más”.</p>
<p>Este planteo mercantilista al revés apela, inclusive, al protocolo de Kyoto. En 1994, los países centrales aceptaron disminuir emisiones o pagar por reducciones ajenas según un “mecanismo pro desarrollo limpio”, MDL (CDM en inglés). El sistema ha marchado bien en algunos aspectos. Verbigracia, ávidos banqueros occidentales han invertido miles de millones filtrando gases tóxicos, mejorando la eficiencia de los combustibles y fomentado energía eólica en países emergentes o subdesarrollados. Sin embargo, la escala financiera sigue siendo por demás exigua y, por otra parte, “alienta –en la visión del semanario- a los países pobres a evitar normas pro mejora climática, aun las que podrían aplicarse fácilmente”.</p>
<p>Pese a todo, los acuerdos son factibles. Las economías centrales debieran elevar apreciablemente el flujo de inversiones limpias y los países emergentes más dinámicos se comprometerían a disminuir en forma efectiva las emisiones de monóxido y dióxido de carbono. En cuanto a Occidente, se beneficiará con el menor costo de emisiones de terceros. Por eso, la UE ya permite aprovechar el MDL en escala internacional, obligando a las empresas a reducir sus emisiones o canjearlas con terceros en forma de bonos o créditos.</p>
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Efecto invernadero: culpas compartidas entre países centrales y países en desarrollo
Han comenzado las negociaciones para el reemplazo del protocolo de Kyoto, que expira en 2012. Tanto en la Unión Europea como en el congreso norteamericano. Todo lleva a la cumbre de Copenhague (2009), pero ya surgen trabas.