El Senado estadounidense aprobó la ley después de introducirle innumerables cambios (51 votos a favor, 49 en contra). Ahora, una comisión de ambas cámaras legislativas acordará en un comité conjunto la versión definitiva del texto al que se le agregaron modificaciones hasta el último minuto, incluso algunos escritos a mano.
Los legisladores republicanos quedaron satisfechos, puesto que limar las diferencias internas fue más arduo que enfrentar a la oposición. Trump sancionará la ley antes de fin de año.
La percepción de opinión pública era –ante el proyecto original- que favorecía a los ricos y a las grandes empresas a las que recortaba sustancialmente los porcentajes de impuestos a pagar. El resultado final fue peor en esa dirección por lo que consagra mayor inequidad. Es sin duda el mayor recorte impositivo en la historia parlamentaria de ese país.
Pero lo más grave es que ninguno de los analistas advierte cómo se hará para reducir el déficit fiscal que prevén como inevitable y elevado, aunque la Casa Blanca insiste en que no existirá. Algunos expertos añaden que será el peor escenario en déficit fiscal para los próximos 30 años. Desde el mundo académico alertan sobre la profundización de la desigualdad en el ingreso de la gente.
A pesar de que la mayoría de los encuestados cree que esta ley favorecerá a las grandes corporaciones y a los ricos, la ley no parece que tendrá efectos negativos para el partido de gobierno, por lo menos hasta después de los comicios de medio término del próximo 2018.
El gran interrogante es qué pasará con los salarios. Nadie piensa que crecerán de modo sustancial. Pero el punto es que una economía que pasará a depender en un 70% de lo que gasten los consumidores, y sin aumentos, estará condenada a no crecer.
