jueves, 26 de diciembre de 2024

EE.UU., cerca de anticipar el cierre fiscal

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Otra votación mañana en el Parlamento de EE.UU. decidirá si se autoriza al gobierno a aumentar el presupuesto del año que viene y financiar la reforma sanitaria. Si no, la Administración Obama cerrará los grifos el 1 de octubre.

Si legisladores demócratas y republicanos no llegan a un acuerdo sobre financiación de presupuesto y reforma sanitaria para 2014, la Administración Obama podría suspender sus operaciones a partir del 1 de octubre. Aunque la propuesta oficial tiene posibilidad de salir adelante en la Cámara de Representantes, la mayoría demócrata en el Senado impediría allí cualquier ratificación.

De ahí que la oficina de Presupuesto de la Casa Blanca haya solicitado a las agencias federales que se preparen de cara al “cierre” del Gobierno, ante la posibilidad de que la falta de financiación obligue a interrumpir determinadas actividades federales.

Según el Departamento del Tesoro, es imprescindible que se amplíe el límite de la deuda en el plazo de un mes para que EE.UU. pueda garantizar sus pagos.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acusó ayer al Partido Republicano de utilizar el debate sobre la ampliación del presupuesto para “extorsionar” a la Casa Blanca.

Como ya ocurriera durante las intensas negociaciones de 2011, la Casa Blanca, demócratas y republicanos deben ponerse de acuerdo en dos aspectos: el aumento del techo de la deuda -el nivel al que EE.UU. puede endeudarse para financiar programas públicos y otras inversiones- y los presupuestos federales. El pacto debe producirse antes del próximo 1 de octubre.

Pero la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, ha votado en 40 ocasiones en los últimos tres años para revocar la ley de reforma sanitaria de Obama y ahora proponen aumentar el techo de deuda por el plazo de un año a condición de que se retrase la entrada en vigor de la ley por el mismo período.

Claro que en esta oportunidad, el planteamiento republicano responde a la presión de legisladores pertenecientes al Tea Party y comprometidos con retirar toda la financiación federal del nuevo sistema de salud.

El presidente calificó este debate de “ideológico” durante sus declaraciones ante los empresarios. “Estoy preparado para trabajar con demócratas y republicanos y estudiar sus prioridades, pero no crearé una nueva tendencia en la que la credibilidad de EE UU se convierta en moneda de cambio para implementar políticas que cambien fundamentalmente cómo funciona el gobierno”.

“El presidente Obama lleva demasiado tiempo protegiendo los intereses de las grandes empresas”, aseguró el portavoz de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, en el Capitolio.

“Es el momento de que protejamos a las familias estadounidenses de los efectos de esta legislación inaplicable”.

Tanto Boehner como Obama defendieron este miércoles su versión de los efectos de la reforma sanitaria en la economía. Mientras que el republicano la calificó de “descarrilamiento” y responsabilizó a la reforma de aumentar la deuda pública en 6 billones de dólares, para el Presidente ha contribuido a que el coste de la sanidad crezca a su ritmo más lento de los últimos 50 años y a que cerca de 7 millones de estadounidenses se hayan ahorrado 1.200 millones de dólares en la contratación de pólizas médicas.

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