La razón son los abundantes yacimientos de shale oil y gas, las innovadoras tecnologías para explotarlos, y la creciente y constante eficiencia obtenida en los procesos extractivos. ¿Cuándo?
Dependerá de los precios del petróleo en el mercado global. Con el cálculo base oficial, seguramente ocurriría en 2028. Pero si se mantiene debajo de US$ 80 el barril (está apenas por debajo de US$ 60 ahora) entonces podría acontecer en apenas cuatro años.
Todavía rige una prohibición de exportar petróleo (resabio de la antigua escasez), pero hay varias compañías que se preparan para hacerlo, y algunas prueban tímidamente los límites con algún tipo de producto energético procesado o refinado.
El pico del déficit energético estadounidense se sitúa en 2008: fue de US$ 416 mil millones. Desde entonces hubo un descenso dramático de 54% (y continúa). La demanda de las refinerías por petróleo crudo lo mantiene al país como importador de casi cinco millones de crudo diarios. El pronóstico más acotado de la EIA (Energy Information Administration) señala que ya sea con mayores precios o con mayor producción, el país será exportador neto en algún punto cercano a 2021.
A pesar del importante descenso reciente en los precios del crudo, las inversiones en nuevas actividades extractivas han declinado, pero no de modo significativo. Al menos en Estados Unidos hay certeza que seguirá el crecimiento de la producción local de petróleo y gas.