Fue el primer corte en el nivel de producción convenido por los integrantes de la OPEP e incluso por otros grandes productores no cartelizados. Es que el precio estaba por el piso, y los ingresos fiscales también. Hasta Arabia Saudita debió liquidar activos de su fondo soberano y reducir gastos en la gestión estatal. Ni hablar de Nigeria y Venezuela, con sus economías en ruinas.
Los 13 miembros de la organización recibirán US$ 5 mil millones extra al mes con los actuales precios.
Sin embargo la mayoría de los analistas del sector son escépticos sobre la posibilidad de mantener el acuerdo durante largo tiempo. Los casos de Iraq e Irán pueden ser conflictivos. Bajo ciertas circunstancias, lo mismo es cierto para Rusia.
Es que además la intención de liquidar la producción de shale oil y gas en Estados Unidos con precios irrisorios, no tuvo éxito. Ahora con las nuevas condiciones, la producción estadounidense puede aumentar y acelerar su camino al autoabastecimiento. A pesar del aumento de precio, los contratos a futuro firmados por los países exportadores, no reflejan entusiasmo. Para los contratos a diciembre 2017 se estipula un aumento de 10%. Para los que se harán efectivos en diciembre 2018, apenas 6% de incremento.
Lo que refleja esa modestia, más que ansias de ganancias, es tomar un seguro contra futuros vaivenes o peor, descensos en el precio actual. Nadie cree que la OPEP recupere el poder que ostentó en el pasado.
Pero en el sector exploración las predicciones son que las inversiones darán utilidades de dos dígitos el año próximo, por primera vez en los últimos cinco años. Tanto por la reducción de costos actual, como por las perspectivas que ofrecen nuevas e inexploradas áreas petroleras.